Hace año y medio el nombre de Juan Guaidó Márquez no identificaba a ninguna celebridad. Probablemente lo conocían, además de sus cercanos, en los círculos del parlamento venezolano donde tiene una curul como diputado y seguramente en su tierra natal, el estado Vargas, donde aspiró al cargo de gobernador. Hoy, buena parte del planeta, incluyendo a los jefes de Estado de los países que dominan el mundo, pronuncian, aunque con dificultad, el apellido poco común de ese joven que se ha atrevió a desafiar, con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en la mano, al régimen de Nicolás Maduro.
Con su lema «cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres» (que ya, por cierto, pronuncia menos), Guaidó pasó, en veinticuatro horas, de político a líder y se convirtió en una suerte de rock star al que miles siguieron y con el que todos se querían fotografiar.
Como es natural, el tiempo ha hecho su trabajo. Y en una crisis política, económica y social como la venezolana la paciencia es finita, la esperanza pone límites y la confianza se desgasta. De allí que a Guaidó también le sobren críticos, especialmente de la especie de los que tienen la receta para todo, que son los más feroces. Le han renunciado colaboradores a ese ministerio sin cartera que es el gobierno interino, y lo han traicionado quienes han preferido su propio bienestar inmediato y hasta se vanaglorian de haberse dejado tentar por el régimen.
Una de las críticas más generalizadas ha sido que el trabajo de movilizar a los venezolanos ha sido secundario. Aunque hubo marchas multitudinarias, se quedaron en la foto y la gente volvió a casa como quien salió a ejercitar las piernas. Y que se ha dado prioridad a la gestión internacional, desconociendo que la diplomacia es cauta y lenta, más frente a un problema de los venezolanos que no se resuelve sino por ellos mismos.
Pero, punto a favor. Hoy, cuando la ciudadanía se encuentra desmotivada, desmovilizada y confinada por una pandemia que se suma a sus penurias, Guaidó sigue siendo reconocido como presidente interino por más de 60 países. De ese trabajo de lobby internacional se ha logrado que funcionarios del régimen sean sancionados. Esta misma semana la decisión del TSJ del régimen de nombrar un Consejo Nacional Electoral a medida y de inhabilitar a partidos políticos ha recibido el repudio mundial, incluido el del Consejo de la Organización de Estados Americanos por votación abrumadora, de la Unión Europea, del Reino Unido y de la alta comisionada Michelle Bachellet, siempre cauta en estos asuntos. Asimismo, un juez británico decidió a favor del gobierno interino como administrador del oro venezolano depositado en el Banco de Inglaterra, mientras que el régimen se desdice en la expulsión de la embajadora de la UE, sus funcionarios siguen siendo objeto de sanciones y personas tan cercanas como el colombiano Alex Saab enfrentan un proceso de extradición a los Estados Unidos en la lejana Cabo Verde.
De estos temas Juan Guaidó conversó con El Nacional. Reconoce que «el que espera desespera». También admite que han sido muchas las dificultades para comunicar en un país donde la prensa libre también está confinada. Pero se muestra convencido de que hoy Nicolás Maduro está mucho más débil de lo que ya estaba en 2018. Y afirma que siempre ha habido un plan.
-Ya tenemos fecha para elecciones legislativas. 6 de diciembre. El régimen va con todo. ¿Cuál es la estrategia? Los ciudadanos se preguntan qué hacer. Si participan o no. No hay capacidad de movilización como para pensar que la gente va a salir a protestar por considerar ilegítimo el proceso.
-El primer objetivo de la dictadura era tratar de recobrar legitimidad o quitársela a la Asamblea que yo presido y por la cual el mundo me dice presidente encargado. El otro objetivo era tratar de ganar tiempo para complicar el escenario electoral como sucedió en Argentina o en México. Pero no les ha servido. La dictadura sólo ha perdido tiempo. Lo viene haciendo desde el 20 de mayo de 2019, desde mi reconocimiento como presidente encargado. Ahora nadie reconoce ese intento burdo de nombrar un árbitro electoral a la medida de la dictadura. La dictadura quiere hacerle ver al mundo que ellos quieren ir a elecciones. El mundo no se come ese cuento. El Consejo de la OEA en pleno, 21 a 0, rechaza al árbitro. La Unión Europea no sólo lo rechaza, sino que dicta más sanciones. Así que, una semana después de que la dictadura intentó su imposición, ninguno de sus objetivos se ha cumplido. El dictador mintió a su entorno haciéndole creer que podía ganar algún tipo de legitimidad o tiempo. Ahora, no es suficiente para nosotros decir “no participamos en una farsa”; no es suficiente para Venezuela dada la crisis, la emergencia humanitaria y de eso depende nuestra estrategia. No es que sea distinta, hay que instrumentarla de manera más audaz. La capacidad de movilización está mermada producto de una pandemia y también para la transmisión de mensajes. Eso nos pone en un contexto complejo. Y también hay desgaste en la gente, en la dirigencia, en la comunidad internacional por la pandemia. El pasado martes todas las fuerzas políticas aprobamos en el parlamento nacional cuáles son las condiciones para participar en elecciones. La bandera de elegir es una bandera de la democracia. Han sido muchas las luchas libradas porque votaran todos los ciudadanos y hay diez condiciones que deben cumplirse para poder participar. Lo describimos en tres áreas. Elecciones libres, elecciones justas y elecciones verificables. Hay un falso dilema en la opinión pública entre si la cosa es mediación, negociación y elecciones, o si es quiebre o por la fuerza. Nuestra estrategia abarca cada una de estas áreas, la posibilidad de una transición con el respaldo, incluso, de algunos cercanos a la dictadura, como el caso de militares. Lo vimos el 30 de abril, lo vimos en Cotiza, lo hemos visto en la calle. ¿Ha sido insuficiente? No. El tema es mediación, negociación y condiciones electorales. Hemos ofrecido un gobierno de emergencia nacional con garantías para todos loss ectores. De allí lo que se hizo en Noruega, el Plan País y el acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, de carácter humanitario. Estados Unidos está dispuesto a levantar sanciones siempre y cuando se cumpla con un mínimo de confianza en que habrá una transición. Hay acciones propias y otras son prestadas, unas las hemos construido para que nos ayuden a liberar a Venezuela. Ahí está la DEA con el operativo antinarcóticos más grande de la historia del Caribe mientras Maduro es señalado por narcotráfico y se ofrece una recompensa por él. Nosotros no podemos entramparnos en que es un camino u otro. Tenemos que apelar a las mejores herramientas que tenemos a disposición. No podemos planificar con base en cosas que no dependen de nosotros. De nosotros ha dependido buscar los reconocimientos, reunirnos con los presidentes del mundo, la vinculación directa para aprehender a los testaferros, a los violadores de derechos humanos, a los corruptos para que no se queden con el dinero de Venezuela. Por otro lado, está la movilización interna, la unidad. Sabemos también que a nivel comunicacional hay que hacer mucho más para lograr los objetivos que tiene cada etapa. Lo que hemos dicho es que no vamos a participar en ninguna farsa, sino que vamos a luchar por esas condiciones.
-Es incontrastable que un llamado a elecciones sería constitucional. A la Asamblea Nacional se le vence su período. Por supuesto que el objetivo de legitimar a una nueva Asamblea a pesar de la forma como se está llegando a ella es la estrategia del madurismo para legitimar a una Asamblea que le sea afín. A eso se ha unido la compra de conciencias, la extorsión, las renuncias. En la oposición hay una cantidad de ruidos que además se complementan con que parece no haber una verdadera unidad. ¿Cómo, con esa oposición, podemos enfrentar esta legitimación de una nueva AN?
-Si el objetivo de la dictadura era tratar de tener una Asamblea a su medida ya lo intentaron en 2017 y no les resultó.
-No le funcionó porque no se le había vencido el período.
-Claro, pero hoy nadie reconoce ese CNE ni nadie reconoce ese TSJ. Ya lo dijo la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos, el Reino Unido. Un problema distinto es el mandato de la Asamblea Nacional. La estrategia de la dictadura ha sido atacar al parlamento, perseguir, violar la inmunidad parlamentaria y mandar a diputados al exilio. Y ahora su intención puede ser que el 5 de enero se genere una especie de vacío. 5 de enero es dentro de 6 meses. Es de una gran soberbia por parte de una dictadura creer que van a sobrevivir ese tiempo cuando hay una pandemia, cuando hay millones de dólares de recompensa por quien lo encabeza, cuando no pueden aterrizar ni en Madrid, ni en países africanos, cuando hay una controversia internacional, procesos judiciales en curso que esperamos que lleguen a feliz término y se haga justicia. A la dictadura se le hace chiquito el mundo. Es un ejercicio de soberbia. ¿A mí me preocupa el 5 de enero de 2021? Claro. Pero me preocupa más que no haya agua en La Guaira, que la pandemia crece, que haya emergencia humanitaria. De lo que tenemos que salir es de la dictadura. En seis meses pueden pasar cosas. Cualquier paseo por un supuesto vacío tiene que pasar primero por las capacidades que tenemos hoy para lograr una transición o lograr alternativas de solución. Otro debate es secundario.
-¿No cree que ustedes han debido nombrar un consejo electoral desde la AN?
-Esa es una posibilidad latente, por ejemplo. Interesante. Por eso te digo que el 5 de enero es muy lejos. Nosotros, modestamente, también jugamos, tenemos el balón. Y hay muchas alternativas. Entre ellas un CNE designado por el único órgano que puede nombrarlo. Hay otras alternativas constitucionales.
-Tendrían que apurarse un poco
-Es lo que todos queremos. Yo no hago más nada que esto a lo que le he dedicado los últimos años de mi vida en distintos roles. Pero como dice la canción “el que espera desespera”. Lo que no podemos hacer es botar la partida por desgaste, ni participar como sea. También hay desgaste en la gente, en la dirigencia, en la comunidad internacional que se enfrenta a una pandemia. Por eso debemos ser audaces. Tenemos herramientas para hacerlo.
La unidad y los ruidos
Con respecto a la unidad, dice Guaidó, «la buena noticia es que depende de nosotros. A pesar de que la dictadura ha jugado, ha comprado conciencias, ha inhabilitado partidos, ha mandado al exilio a gente. El ruido se genera porque hay debate y quiero que sepas que sí, que hay debate y es natural que lo haya en una situación tan compleja donde nadie tiene la fórmula mágica, porque si alguien la tuviera ya la hubiese instrumentado evidentemente. Lo que sí hemos hecho es articular, interactuar y, por complejo que sea, logrado alinear a la mayoría».
-A eso se suman las dudas sobre el manejo que se está haciendo de ciertos recursos. De las ayudas, de la intención de ponerle la mano a Citgo o al oro que está en el Banco de Inglaterra. Sospechas que ponen a la oposición en una situación difícil.
-Los ruidos estos adicionales por el tema de los recursos de Venezuela en el exterior simplemente son ruidos y es desconocimiento absoluto de la información, incluso por parte nuestra, porque no tenemos los canales de comunicación. Nos bloquean, nos censuran, nos persiguen, nos toman el Palacio Federal. Es complejo. Hay un gran desconocimiento. El oro está protegido. No hay una lucha por el oro, sino por proteger el oro de las garras de la dictadura. Citgo no puede utilizar dineros de las regalías para su uso en Venezuela por la cantidad de juicios que tiene. Para el fondo Venezuela, que creamos hace cuatro meses para poder pagar a héroes de la salud, para poder pagar a la OPS y a la OMS, para poder sostener en operación la lucha contra la dictadura, para poder donar en casos de riesgo vital, de eso no se ha podido utilizar ni un centavo todavía por una serie de trámites como licencias de la OFAC, de infraestructura mínima porque eran cuentas protegidas. Una cosa es que exista el oro y otra que esté a disposición. Repito que Citgo no tiene disposición de regalías de ningún tipo para utilizar en este momento por los juicios que tiene Venezuela. Nuestra estrategia en este caso es explicar, repetir. La dictadura y sus aliados tratan de confundir a la opinión pública y para nosotros es cuesta arriba tener vías para explicarlo, pero vamos a insistir. Te invito a que oigas la entrevista a Ricardo Villasmil que fue muy cristalina sobe esos recursos de Venezuela en el exterior
Un país ¿dos gobiernos?
-Hay quienes piensan que el gobierno interino de Guaidó es una entelequia. Si bien es cierto que hay una cantidad de países que lo reconocen, el venezolano común no lo siente así. Porque si va a sacar un pasaporte tiene que recurrir al Saime de Maduro. Si voy a echar gasolina tengo que ir a la bomba según Maduro me diga. Y así para un registro, o cualquier trámite cotidiano. Hay un apoyo internacional, con sus más y sus menos, pero internamente no parece haber la misma convicción. Si salgo y hago una encuesta en la calle y pregunto quién es el presidente de Venezuela, la gente no me va a decir que es Guaidó. Apuesto que me van a decir que es Maduro. Son situaciones fácticas, cotidianas del venezolano. ¿Cómo convencer en lo interno?
-Yo te preguntaría por ejemplo si el «gobierno» de Maduro existe en el arco minero. No hay gobierno. No hay Estado que es peor. Este es un Estado fallido que tiene vinculación con el narcotráfico, con el terrorismo y que utiliza los pocos recursos que le quedan, porque saquearon, robaron, agotaron, para oprimir a los que nos levantamos para rescatar las competencias que podamos. Mi mandato es constitucional y según el artículo 233 es una elección libre, justa y verificable, para usar los términos que usamos recientemente en nuestro comunicado sobre las elecciones de la Asamblea. ¿Existe la dictadura de Maduro en el 90% de la población que no tiene agua, o que no tiene insumos médicos? ¿Se puede llamar gobierno al que no garantiza ni un derecho hoy en Venezuela? Ni uno. Ni agua, ni luz, ningún servicio elemental. No es cierto que Maduro gobierne.
-Pero tampoco existe un gobierno paralelo con recursos para resolver esos problemas.
-Ahí está el detalle. Un gobierno legítimo puede resolver esos problemas. Si hubiera acceso a recursos, si hubiera acceso a financiamiento, al Banco Interamericano, al Fondo Monetario, a traer inversión para reactivar la industria. Esto no es una imaginación, esto es una lucha. Yo entiendo la palabra entelequia, porque frustra a veces al ciudadano tener hambre, no tener luz, o que su hijo se fue del país o tiene a su familia en el exilio. Esa frustración tenemos que entenderla y canalizarla. Aquí no se ha acabado nada. En fuerza relativa, y lo digo con conocimiento de causa, hoy Maduro está mucho más débil que el 20 de mayo de 2019. Y si no pregúntenle qué pasa con sus testaferros, que ya ni siquiera van a poder protegerlo, con sus aliados cercanos, con su director de inteligencia que está, por cierto, en Estados Unidos. Claro. Ellos manejan a la FAES, que no existía en 2017 y que lo crearon después para hacer lo que hacen, asesinar, perseguir, generar miedo. Ya no confiaban en el Dgcim, ni en el Sebin y tuvieron que crearse una fuerza propia. Esa es la verdad. La entelequia es de la dictadura. Nosotros tenemos mil veces más base diplomática y a ellos lo que se les ocurre es aliarse con Irán, el enemigo del planeta. Y de ellos dependen hoy. La producción petrolera cerró el mes pasado en menos de 470 mil barriles diarios. El gobierno encargado sigue peleando por recuperar nuestras pertenencias para lograr la transición. Hay que evaluar, uno a uno, esos pasos, la capacidad de movilización, la fuerza diplomática, la presión internacional, la posibilidad de interlocución, de interacción. Nuestro gran reto, y lo puedo decir con solvencia, es lograr comunicar todo esto y ponernos en plan de acción. El cierre de medios, periódicos, radios, nos ha cerrado vías para llegarle a los ciudadanos y explicarles lo que hay que hacer, lo que estamos haciendo, lo que hemos hecho, lo que falta por lograr. Se nos dificulta comunicar. A la dictadura lo que la une en este momento es el sentido de mafia.
La mirada al exterior
-Hasta ahora ha brillado más la estrategia hacia afuera que hacia adentro. Y la diplomacia tienes sus vaivenes, a veces es tardía, lenta, depende de los intereses de otros, varía según los problemas regionales. En momentos en que el mundo enfrenta una pandemia de las dimensiones actuales, y a las puertas de la crisis económica global que se avecina, Venezuela deja de ser una prioridad.
-El tema es evaluar claramente cuáles son nuestras capacidades y cuáles son «tercerizadas», por decirlo de alguna manera. No es un tema de deseos. Por ejemplo, para los que dicen que hay que aplicar el artículo 187 de la Constitución. Una cosa es el deseo de que esto cambie hoy, a que ese sea el vehículo para que cambie hoy. Son cosas distintas. A veces es difícil poder comunicar esto de manera clara a toda la ciudadanía. Estamos haciendo todo para que esto cambie hoy. Entonces hay que medir cuáles son nuestras capacidades y cuáles son las tercerizadas y sortear las dificultades para comunicar. Por supuesto que el grueso depende de nosotros, de lo que podamos hacer. Incluso solicitar apoyo en cualquier materia, humanitario, diplomático, debe partir de un plan que hemos generado y discutimos con los aliados. A veces pienso que algunos se desvían por un falso dilema entre negociación y quiebre, como si fuera decantarse por una u otra. La verdad es que, sin una gran presión diplomática, sin conversaciones, sin interlocución incluso con los militares, si no hay movilización de calle, si no hay agitación no va a haber tampoco una mediación porque a la dictadura no le interesa regalarnos nada, le interesa perpetuarse. Pero hasta ahora han preferido aliarse con el narcotráfico y con Irán antes que buscar una solución real al conflicto que vive Venezuela. Tenemos que estar muy claros en esto y tener conciencia de cuáles son nuestras capacidades hoy, y cuándo tenemos que pedir ayuda y entender lo que la dictadura pretende, que es quedarse. Por supuesto que no podemos solo tercerizar la solución de los venezolanos. Pero tenemos que poner en la mesa lo que tenemos. Tampoco podemos decir ‘bueno, ya hicimos todo lo que podíamos hacer, vamos a esperar que nos vengan a ayudar’. Eso sería irresponsable porque desmoviliza, no ejerce presión a lo interno. La presión debe ejercerse en todas las áreas
-¿Han tratado de acercarse a Cuba, a Turquía, a Irán?
-La interlocución tiene que ser con todos los actores, pero tampoco puede haber una aproximación inocente. Algunos piensan que, si le damos a Cuba el petróleo, la cuota de barriles que le regalaba la dictadura, eso soluciona el problema y entonces los cubanos dejan de apoyarla. No es tan sencillo como eso. Hay un interés geopolítico de los cubanos y hay que abordarlo de esa manera, con responsabilidad hemisférica. Los cubanos han sido grandes responsables de influir sobre la fuerza armada, de la persecución a los militares, de las torturas, incluso. Hay que aproximarse de manera geopolítica, con las decisiones correctas, para que no sigan colaborando. Y, sinceramente, lo veo muy difícil hoy. Distinto es el caso de Rusia, de China, o incluso de Turquía. Son aproximaciones distintas y hay que trabajar cada caso por separado, aunque con el mismo objetivo. Hay cosas que es mejor no comunicar para no entorpecer procesos. No desechamos la solución de los venezolanos, pero tenemos que poner en la mesa lo que tenemos, las posibilidades de movilización que tenemos. Hay que ejercer presión. Hemos tratado de que cuando cualquier actor internacional trate de acercarse no sea para empezar de cero, sino que tengan una hoja de ruta, un papel de trabajo, un plan como en el caso del documento de diez puntos sobre las elecciones. La gran petición de la dictadura es el levantamiento de sanciones. Bueno si quieren que les levanten las sanciones deben seguir unos mecanismos que pasan por un árbitro independiente, reconocimiento de la junta directiva de la Asamblea Nacional, eliminar la constituyente, construir un gobierno de emergencia nacional que dé garantías a todos los sectores, incluyéndolos a ellos. Ahí hay un plan muy específico de trabajo que ha venido respaldando la comunidad internacional.
-Las sanciones parece que son las que han tenido mayor efecto en lo que a presión se refiere. ¿Cree que son el mayor éxito?
-Sin duda y requirió un lobby muy intenso a nivel internacional porque también existen los críticos de las sanciones. Había que buscar cuáles son los mecanismos que tiene el mundo libre para enfrentar a este tipo de regímenes. Uno es el de las sanciones. Por eso hay presos y sancionados. Vale recordar que no lo están por capricho o porque le caigan mal a alguien, sino porque se robaron el dinero del pueblo de Venezuela. Aquí rescato todas las investigaciones que se han hecho desde el Parlamento. Hay mucha información que se ha logrado con esas investigaciones, denuncias y seguimientos, y gracias a eso hoy hay detenciones y sanciones. Por supuesto que es un gran mecanismo y un tipo de presión que por sí solo no va a lograr el objetivo, pero que tiene que ir acompañado con la presión diplomática y con la presión interna junto a una serie de condiciones. Las sanciones son ciertamente uno de los mecanismos para presionar. Ellos han tratado de darle vuelta y por eso tanta actividad reciente.
La justicia tarda, pero llega
-Desde antes de la pandemia Venezuela era un país en crisis profunda. Sin comida, sin servicios, lo que se ha dado en llamar un Estado fallido. Hoy una pandemia mundial nos mantiene confinados en nuestras casas, sin información confiable y se vislumbra una crisis económica global que tendrá que sumarse a esas penurias. ¿Qué le dicen sus asesores sobre ese futuro en los próximos meses? ¿Tiene el régimen cómo enfrentar, al menos, los problemas más inmediatos?
-Evidentemente la dictadura no tiene capacidad de absolutamente de nada. Ni siquiera pudo mejorar la capacidad de los hospitales y de los demás centros de atención. Por eso hemos hecho la propuesta de emergencia nacional, por eso se aceptó la donación de la OPS y de la Unión Europea para destinar 40% de asistencia humanitaria a venezolanos, no sólo en Venezuela, sino también en el caso de refugiados. Imagínate la salvajada que cometió la dictadura al expulsar a la embajadora de la UE, que representa a 27 de esos países. Nuestra preocupación viene porque no están en capacidad para manejar una pandemia. Al principio les sirvió porque la utilizaron como mecanismo de control social por el tema de la escasez de gasolina. Pero ahora ya todos conocemos algún caso cercano de alguien que, de alguna manera, se contagió de covid-19. Hoy estamos en una situación de mayor vulnerabilidad.
-Pasado año y medio ya no le escuchamos decir cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres y ninguna de las tres se ha logrado…
-El cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres siguen siendo los objetivos. Hoy el planeta entero está convencido de la necesidad de que en Venezuela haya una transición, con un gobierno de emergencia nacional, para tener elecciones libres. Tanto que ya no reconocen la farsa de la dictadura. Son tres frases exitosísimas y cumplieron su objetivo. Venezuela entera las adoptó. El mundo las adoptó también. Reconocieron a Maduro como dictador y rescatamos el término elecciones libres. Es la verbalización de parte de una estrategia que algunos quisieron confundir con un diagrama. Tenemos la oportunidad de un gobierno de emergencia, de un gobierno de transición y para que eso pase tiene que cesar la usurpación e ir a elecciones libres. Mi mandato, según el artículo 233 proviene de elecciones libres. Es más, voy más allá. Mi mandato en las elecciones de 2015, iniciando labores en 2016, es la petición de cambio. La gente en 2015 votó por cambiar, por salir de la dictadura. Esto no ha variado. Yo entiendo las críticas, soy un hombre público sujeto a críticas y debo serlo porque ese es el contrapeso. Estamos en una dictadura y cada ciudadano tiene un rol. Lo que no podemos hacer es bajar la guardia. Yo aquí no llegué a sentarme en una silla, sino a procurar la transición y no hemos descansado en ese objetivo. Puede existir un agotamiento natural en algún sector, pero no al hablar de libertad, de democracia. Hemos logrado mantener al parlamento a pesar de la persecución. No podemos subestimar la fuerza del venezolano sino confiar en lo que podemos hacer. Maduro no es mayoría, en absoluto. Tampoco tiene respaldo internacional, el dinero se lo han robado, y sus testaferros están sancionados. Lajusticia tarda a veces, pero llega. Así que hay que duplicar los esfuerzos, remontar sin perder el foco y el objetivo, no confundir falsos dilemas o diatribas con el objetivo real que es lograr la transición, el cese de la usurpación y tener elecciones libres.
-Finalmente. El régimen no se ha atrevido a detenerlo. ¿Se ha paseado por la posibilidad de que eso ocurra en caso de que haya elecciones el 6 de diciembre y nueva asamblea el 5 de enero, lo que lo deja sin inmunidad, aunque en otros casos eso poco haya importado?
-A mí me han allanado la inmunidad como siete veces ya, no sé cuántos juicios dicen ellos haberme abierto basados en una falsa legalidad. Yo sé de los riesgos de este oficio. Ya estuve preso unas horas en 2019. 16 personas de mi equipo más cercano están presas, por lo menos 14 están en el exilio, Marrero continúa secuestrado. Pero nuestra responsabilidad es esta. Creo que ellos también se saben frágiles, se saben vulnerables y están conscientes también de que no tienen capacidad de interlocución con el mundo. El entorno del dictador conoce sus debilidades y sabe que sería un paso en falso. No tengo dudas de que existe el riesgo. Detenerme o asesinarme seguramente se ha pasado por la cabeza de la dictadura y ante eso mi única protección ha sido, hasta ahora, el apoyo popular, del parlamento nacional, de la comunidad internacional. Esa es mi protección y, por supuesto, Dios y la Virgen.