La comunidad de indios Warao de Venezuela pidió una investigación «seria y creíble» sobre la muerte en el estado Monagas de un misionero católico, el keniano Josiah Asa K’Okal, informó este miércoles la Agencia para las Obras Pontificias Misioneras.
El cadáver del misionero, desaparecido el 1 de enero, lo halló la policía el día siguiente. Estaba colgado de un árbol en una zona boscosa en Guara, en la entidad.
Según indica Fides, al religioso lo vieron por última vez saludando a los habitantes del poblado de Janokosebe en un tramo de la autopista nacional que recorría desde la casa que la congregación Misioneros de la Consolata tiene en la localidad de Tucupita.
El religioso se movía sin su documento de identidad ni su teléfono y en bicicleta, un medio que utilizaba habitualmente porque solía hacer actividad física por su pasado maratonista en Kenia.
«Querido hermano, que tu alma descanse en paz. Gracias por tanto amor por esta tierra venezolana, gracias por ser un gran misionero», escribió la congregación de misioneros en su página de internet.
El padre K’Okal, de 54 años de edad, residía en Venezuela desde 1997 y desde 2006 se dedicaba al estudio de la lengua y la cultura del pueblo indígena Warao.
Reconocido como el misionero «de la gran sonrisa», los indios Warao destacaron la cercanía y el diálogo del religioso y «su dedicación y servicio al pueblo venezolano».