El Excanciller Reinaldo Figueredo Planchart publicó una carta abierta dirigida a Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, en la que expresó su preocupación por las decisiones que ha tomado el régimen de Nicolás Maduro, luego de que se conociera que el reclamo por el territorio Esequibo será evaluado por la Corte Internacional de Justicia.
Explicó que, en efecto, la ONU tiene la potestad de decidir los mecanismos de solución del reclamo y que, a falta de respuesta oportuna de Venezuela, el asunto pasó a la CIJ, la cual tomará decisiones basada en los argumentos de Guyana y la ausencia de Venezuela.
«Esto no solo no resuelve nada, sino por el contrario puede llegar a causarle al país y a la región problemas de impredecible magnitud», afirmó.
A continuación, la carta completa:
Sr. Presidente Interino de la República de Venezuela, Dr. Juan Guaidó y ante la opinión pública del país deseo transmitir la siguiente declaración.
Cuando fui canciller de la República tuve que ver con todo lo relativo a la controversia con Guyana en cuanto a la región del Esequibo.
Ahora veo con gran preocupación e indignación que el gobierno ilegítimamente presidido por Nicolás Maduro ha resuelto, sin autoridad ni legalidad alguna, cometer los mismos graves errores en los que se incluyeron durante la presidencia de Hugo Chávez. Afortunadamente se pudo en esa ocasión hacerle recomendaciones para que actuara en forma tal que no permitiera que corriera en peligro la salida del Orinoco hacia el mar.
Se ha pretendido ahora, sin la correspondiente legalidad ni menos autoridad legítima, mantener los buenos oficios. Para ello se hubiese requerido que ambos países le hubiesen solicitado al Secretario General que fuese él, de su propia determinación o a instancia de una de las partes que esto recayera sobre la Corte Internacional de Justicia.
Esto a mi juicio, no es solo un disparate sino que podría conducirnos a instancias de elevada peligrosidad en nuestra región. Se trató, en la oportunidad que me correspondió como Canciller, el de convenir en un mecanismo concebido, de común acuerdo que se le planteara, con mi presencia por Venezuela y la del canciller guyanés Rashley Jackson, al Secretario General de la Naciones Unidas, entonces Javier Pérez de Cuellar, quién, desde luego lo acordó.
De ese modo se logró no solo desmantelar la fórmula del enviado especial de las Naciones Unidas, Diego Cordovés, sino convenir en la persona que ejerció el oficio de buen oficiante. La interpretación que públicamente he podido apreciar de Delcy Rodríguez es total y absolutamente errónea.
Del artículo 33 de la Carta de Naciones Unidas uno no puede seleccionar lo que se desea excluyendo lo que no le gusta. El Secretario General de la ONU sí puede escoger el método, pero, en vez de hacerlo, lo que hizo fue dejar que lo solicitaran ambas partes.
Delcy insistió, originalmente, en los buenos oficios y obtuvo anuencia, brindándole un lapso de un año para que se produjera tal resultado; se llegó incluso a señalar un ciudadano noruego para que ejerciera esos buenos oficios. Como era de suponer, no se llegó a nada, y ha sido entonces, por razones que desconozco, que surgió la decisión de llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia.
Decir que se trata de un acto unilateral de Guyana, hasta donde alcanzo a apreciar no solo es un disparate, por cuanto fue originalmente en el pasado nuestra la iniciativa de los buenos oficios al Secretario General, ello pudo llevarse a cabo sin la reticencia del gobierno de Guyana. Por ello el Secretario General acordó.
La Corte decidirá con base en los argumentos que presente Guyana y la no presencia de Venezuela. Esto no solo no resuelve nada, sino por el contrario puede llegar a causarle al país y a la región problemas de impredecible magnitud.
Señor Presidente interino, la trayectoria de su consustanciación por el Territorio Esequibo y hacia el empeño de sus pobladores originarios, es ampliamente reconocida, así como apreciada. Su viaje a Eterimbán, en el Cuyuní, y la respuesta que su gobierno dio la resolución de IX Reunión del Grupo de Lima, celebrada el 4 de enero de 2019, no deja duda alguna de su profundo apego por el oriente de Venezuela.
Como quiera que el 30 de junio de 2020, en principio, la Corte daría inicio a las audiencias y pese a haberle solicitado sostener un cruce de opiniones, desconozco si las consideraciones iniciales dirigidas, específicamente a usted, llegaron a su conocimiento. Consideré por lo tanto oportuno inhibirme emitir cualquier reflexión operativa.
De Ud, atentamente Reinaldo Figueredo Planchart