Las condiciones de los opositores detenidos en las recientes protestas poselectorales en Venezuela generan preocupación y denuncias de sus familiares y organizaciones de derechos humanos.
Más de 700 personas fueron trasladadas a cárceles como Tocorón y Tocuyito, donde las condiciones son inhumanas, señala el Observatorio Venezolano de Prisiones.
¿Cuáles son las condiciones de los opositores detenidos?
En los centros de detención preventiva, denuncia el Observatorio de Prisiones, los opositores enfrentan condiciones igualmente críticas. Se encuentran hacinados, algunos duermen en el suelo sobre colchonetas y no tienen acceso a la luz solar desde que fueron apresados.
Incluso durante las breves visitas que reciben para llevarles alimentos, los familiares reportan que los presos están bajo vigilancia extrema. También hay dudas sobre si los alimentos y el agua que les envían llegan completamente a los reclusos.
Las denuncias de presunta tortura y maltrato no son aisladas.
En el Instituto Nacional de Orientación Femenina, en Los Teques, estado Miranda, mujeres detenidas han enviado audios desesperados pidiendo ayuda y denunciando torturas. Esta situación es especialmente alarmante.
La organización recordó que el Estado venezolano continúa ignorando las medidas provisionales de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para proteger a los presos. Esto refleja una grave violación de sus obligaciones internacionales.
El clima de represión en Venezuela ha afectado no solo a los presos políticos, sino también a sus familias, que deben lidiar con el miedo y la desesperanza, sin garantías del debido proceso ni de respeto de los derechos humanos de sus seres queridos.
Familiares, sin información y con gastos para verlos
Los detenidos no han recibido visitas ni han tenido acceso a abogados de confianza, lo cual los deja en situación de vulnerabilidad frente a posibles abusos y maltratos.
Los familiares de los presos políticos han reportado que no tienen información sobre el estado de salud de estos. Además, deben afrontar altos costos para intentar verlos, pues gastan hasta 182 dólares en transporte solo para llegar a las cárceles.
Muchos familiares, principalmente madres, se ven obligados a dormir en las cercanías de los recintos penitenciarios debido a la falta de recursos para hospedarse, señala la ONG. Pero no tienen la certeza de que podrán ver a los detenidos o siquiera confirmar su paradero.
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