En los últimos 25 años, en Venezuela se han realizado 30 elecciones, de las cuales la oposición solo ha ganado dos. Ahora, los opositores esperan su tercer triunfo durante las presidenciales de este 28 de julio. Sin embargo, a unos dos meses de los comicios, analistas proyectas múltiples escenarios. La suspensión de las votaciones puede ser uno de ellos.
Pero también, ante una derrota de Nicolás Maduro, “nada garantiza que el chavismo esté dispuesto a entregar el poder el 10 de enero de 2025. El lapso entre la elección y la toma de posesión es muy largo”. Así lo considera Juan Carlos Apitz, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela.
Para Apitz, a pocas semanas de las presidenciales, aún persiste el poco ánimo electoral pese al “furor” que se ve en las redes sociales cuando la opositora María Corina Machado organiza sus mítines.
El “carnaval” electoral al que el país estaba acostumbrado aún no se hace visible. “Eso viene marcado porque hay poca claridad en el panorama y ni siquiera está claro quiénes serán los observadores internacionales”, advierte el académico en entrevista con El Tiempo, quien además explica por qué el panorama político en el país vecino sigue siendo tan imprevisible.
—¿Qué instrumentos legales puede aplicar el chavismo para suspender la elección presidencial?
—El chavismo no necesita instrumentos legales para suspender la elección o no entregar el poder el 10 de enero. Controla todas las instituciones, así que cualquier motivo es suficiente. Además, hablar de mecanismos legales en Venezuela no es fácil porque no hay justicia de verdad, no hay un sistema de justicia independiente. Se ve con las inhabilitaciones políticas. Las últimas seis aún no sabemos por qué son. Ya ni siquiera explican los motivos.
—Si en efecto hay elecciones, ¿cuál es el panorama?
—Yo no veo al gobierno entregando el poder. Creo que se abre un camino a partir del 28 de julio que no tengo claro hacia dónde nos lleva, tampoco hacia dónde va la transición política a partir del 28 de julio ni hacia dónde vamos ni cuánto tiempo va a durar esa transición
—Pero si gana la oposición, ¿por qué no está clara la transición? ¿Qué le hace pensar que el chavismo no va a entregar el poder si el mundo va a estar observando?
—En Venezuela hay una total incertidumbre. Es decir, si la oposición gana las elecciones el 28 de julio, el mandato se asume el 10 de enero, hay seis meses de diferencia y pueden pasar muchas cosas. Nada garantiza que, si el chavismo pierde, estén dispuestos a entregar el poder el 10 de enero de 2025. El lapso entre la elección y la toma de posesión es muy largo. Cuando tú controlas todos los poderes públicos eso puede significar un complot para no entregar el poder en enero. Cuando tú controlas el Ministerio Público, el Tribunal Supremo de Justicia, todo el poder público, bueno, cualquier cosa se puede hacer contra la entrega del poder.
—¿Qué consecuencias acarrearía si el chavismo al resultar perdedor no quiere entregar el poder?
—Se acentuarían las sanciones políticas, las sanciones por parte de la Unión Europea y Estados Unidos, pero seré muy franco, las sanciones del gobierno norteamericano contra Venezuela no han significado que el gobierno pretenda dejar el poder. Eso afecta, pero no impide que se mantengan en el poder porque ya hay todo un sistema paralelo para evitarlas y evadirlas. Irán tiene cuántos años con sanciones económicas y ahora son una potencia dedicada a la explotación del petróleo. Rusia es otro ejemplo. Las sanciones no son la manera de evitar que los políticos se mantengan.
—Usted dice que la gente no está motivada, ¿cómo puede haber un cambio político?
—La gente no termina de conectarse con las elecciones porque hay tal cantidad de incertidumbre que nadie termina de inspirarse en el tema electoral a pesar de que la población quiere un cambio político. Tratamos de darle una explicación a ese poco ánimo y creemos que la gente ve con escepticismo esas elecciones en el sentido de que parece que ha permeado ese rumor de que las elecciones van a ser suspendidas. También las interrogantes que se generan entre el día de las elecciones y la toma de posesión. Y lo que más llama la atención: ¿estas van a ser elecciones libres y justas?
—Pero ¿no habrá confianza en el proceso?
—No es plena. Creemos que esas elecciones no van a arrojar, cualquiera que sea el resultado, la confianza de todos los venezolanos o de la comunidad internacional.
—¿Aún si gana la oposición, no habría confianza?
—Creo que cualquier resultado siempre generaría desconfianza porque el órgano electoral no luce un árbitro imparcial.
Hablando de la oposición, ¿cómo califica usted el fenómeno de María Corina Machado? Parece que está empujando esta campaña y animando a la gente.
El caso de María Corina es que hay una conexión emocional del electorado con ella a pesar de que ya no es candidata. Representa cierta esperanza de cambio, de que el cambio es posible. Pareciera que esta es una campaña absolutamente distinta a cualquier otra porque aquí hay un candidato que es el que formalmente está en la papeleta, pero quienes están llevando en sus hombros la campaña son otros. Lo que está pasando aquí es producto de ese invento que llamaron inhabilitación y María Corina es la consecuencia de la misma acción del gobierno y la gente tiene claro que el candidato es como una especie de sustituto en nombre de ella. Está la percepción de que Edmundo González es una especie de “bateador designado”, la gente tiene muy claro que quiere salir del gobierno a como dé lugar.
—Y esa conexión ¿No hace recordar a Hugo Chávez en 1999?
—En el 99, ellos (el chavismo) vivieron esa realidad, esa conexión emocional de la gente con el candidato. Ellos ya pasaron por ahí, ya pasaron por eso y por eso les incomoda María Corina.
—¿Qué va a pasar con la figura de María Corina después del 28 de julio?
—Después de lo que ha pasado con María Corina, hay que pensar que ella va a seguir siendo una protagonista en el escenario político venezolano, se gane o se pierdan esas elecciones y va a seguir teniendo presencia en el escenario político porque como lo hemos dicho y hay una conexión emocional.
María Corina representa un liderazgo, pero no es candidata, entonces al no ser candidata se supone que no va a tomar las decisiones pero la gente sabe que ella va a influir en esa toma de decisiones si gana Edmundo González.
Ella entendió que su presencia no deriva de que ella sea o no candidata, parece que ya trascendió en la gente esa situación de ser candidato o no. Si la oposición ganara las elecciones del 28 de julio, ella no va a ser la presidenta de la República pero la gente sabe que va a estar ahí en el círculo de toma de decisiones.
—Pero la gente pensaba lo mismo de Juan Guaidó …
—No lo veo, a pesar de que corremos el riesgo de que ese fenómeno se repita. Guaidó en su momento representó un presidente reconocido por muchos países y se supone que él era digamos el Presidente de la República, pero, no tenía el poder, entonces nosotros corremos el riesgo si tomamos malas decisiones, de repetir esa situación y creo que es ahí donde la astucia, la sagacidad y la asertividad de María Corina es muy importante.
—¿Qué papel va a jugar la comunidad internacional? Por ejemplo Colombia y Brasil.
—Venezuela se ha convertido en un dolor de cabeza en el continente y en el mundo, pero sobre todo en el continente por la inmigración. Esos países están tratando de influir en lo que pasa en Venezuela para verse afectados lo menos posible y siento que en lo inmediato ellos quieren que haya un cambio político en Venezuela que les garantizará que esa ola de inmigración pare. Venezuela comienza a convertirse como una especie de piedra en el zapato. El petróleo era antes lo que generaba las respuestas de la comunidad internacional, pero ahora es la inmigración.
—¿Cómo evalúa la propuesta del presidente Petro de hacer un plebiscito para dar garantías a quienes pierdan las elecciones?
—La propuesta del presidente Petro lo que dice es que la oposición venezolana ha sido torpe en el sentido de no ofrecerles garantías de respeto (al chavismo) y creo que eso es lo que hay que hacer. Pensar que al ganar las elecciones del 28 al día siguiente los chavistas no van a existir, eso es parte de una fantasía. Eso no puede ser, hay que hablarle al chavismo, decirles: “Nos vamos a reconocer y los vamos a respetar y convivir con ustedes”.
—¿Cuál va a ser el papel de la universidad?
—Los estudiantes están motivados y organizados para defender el voto. Veo al mundo universitario mucho más conectado con el tema electoral que el resto del país, porque nuestros estudiantes solamente conocen el chavismo y yo creo que quieren probar otra cosa.
Quieren prosperidad y ellos saben que este gobierno significa atraso. Ven cómo su universidad está sobreviviendo a pesar de un déficit presupuestario del 99 por ciento. Hay profesores que ganan 15 dólares al mes y estudiantes con becas de 5 dólares al mes.
La universidad tiene que fungir como mediadora en ese momento histórico de transición, sentar a las partes para que se pongan de acuerdo, creo que tenemos suficiente entereza moral e intelectual para hacerlo. La Universidad Central de Venezuela siempre ha jugado su papel, es una Universidad plural, democrática, en la que conviven pacíficamente todas las tendencias.