Las poblaciones indígenas de Venezuela enfrentan la pandemia del coronavirus como pueden. En medio de las precariedades en los servicios de electricidad y agua, y de la crisis en el sistema de salud, tratan de cumplir con las medidas preventivas.
Un reporte de la organización Kapé Kapé, citado en un trabajo publicado por la periodista Sebastiana Barráez en Infobae, indica que en el ambulatorio médico de la parroquia Platanillal, en el municipio Atures en el estado Amazonas, solo cuentan con ibuprofeno y paracetamol.
El médico y el enfermero que prestan sus servicios se han encargado de informarles a los indígenas sobre el uso del tapabocas y del lavado correcto de manos.
Los habitantes confeccionan sus propios tapabocas y los usan cuando salen de sus hogares. No han recibido la visita de las autoridades sanitarias ni insumos que los ayuden a evitar la propagación del coronavirus.
Un líder del pueblo Uwottuja, en Betania de Topocho, dijo a Kapé Kapé que han enfrentado la situación aplicando sus propias medidas de vigilancia. Esta disposición es para garantizar el cumplimiento de las medidas de prevención.
La labor la realizan con el enfermero del ambulatorio porque, aseguró, desde el año pasado no cuentan con un médico en la zona.
«En Amazonas aún no se ha registrado ningún caso positivo de covid-19. Las autoridades informaron de dos casos sospechosos cuyas pruebas resultaron negativas», indicó la organización.
Olnar Ortiz Bolívar, coordinador nacional de Pueblos y Comunidades Indígenas de Foro Penal en Amazonas, y la socióloga Bailde García manifestaron en un informe que en casi todo el territorio indígena falla el suministro de agua potable.
«Aun cuando las comunidades y pueblos indígenas se encuentran distribuidos a lo largo de los principales ríos de Venezuela, nos encontramos que la mayoría está contaminada por mercurio derivado de la explotación minera», señalaron.
Concretaron que hay municipios y comunidades enteras sin servicio eléctrico, al menos desde hace meses o años. No obstante a que en algunas zonas hay plantas eléctricas, no se ponen en funcionamiento debido a la escasez de combustible.
El informe advierte sobre la llegada de embarcaciones de mineros, venezolanos y extranjeros, al puerto fluvial de Morganito, en el municipio Autana. Provienen de diferentes minas en las que no existe ningún tipo de control sanitario.
Precisaron que en el estado Delta Amacuro la situación de salud en las comunidades indígenas es alarmante, más cuando en el país los números de contagiados con el coronavirus van en aumento.
En la entidad existen algunas infraestructuras de Centros de Diagnóstico Integral, pero no cuentan con insumos médico-quirúrgicos. Además, en los lugares donde hay personal los médicos y enfermeros, en su mayoría, son de nacionalidad cubana.
«Desde la dinámica sociocultural de estos pueblos puede representar una barrera hacia la accesibilidad a estos espacios de salud», señala el informe.