Margarita Fuenmayor ofreció su casa para que fuera centro de votación en la primaria convocada por la oposición este domingo. Fue en el último minuto, en desafío a «amedrentamientos» del chavismo a los organizadores de los comicios en la barriada popular donde vive.
Ancianos y personas con discapacidad, algunos en sillas de ruedas, eran cargados por vecinos para subir la angosta escalera que llevaba al hogar de Margarita, en Los Magallanes de Catia, un bastión del oficialismo en Caracas.
«Tenemos este espacio porque es la única persona que se atrevió, los dos (dueños de los) espacios anteriores fueron intimidados y tuvieron cierto miedo, pero ella se resteó (arriesgó) y aquí estamos», contó a la AFP Ricardo Rada, dirigente político de la zona.
«¡Sí se puede, sí se puede!», coreaban unas 1.000 personas a las afueras de la casa de Margarita. Esto, para animar este proceso marcado por tropiezos logísticos, como demoras en la entrega del material.
Primaria autogestionada
La primaria, que busca definir el rival del presidente Nicolás Maduro en las elecciones de 2014, está organizada por la propia oposición. Esto, al descartar la asistencia técnica del Consejo Nacional Electoral (CNE). Ocurrió tras meses de evasivas por parte de la autoridad, que propuso a último minuto posponer el proceso un mes para organizarlo.
«No sé si más adelante me puedan amedrentar, pero yo quiero un cambio, para mis hijos, para mi país», dijo Margarita. Ella batalla contra un cáncer de cuello uterino y depende de remesas de familiares en el exterior para costear su tratamiento.
A unas cuadras de su casa, en una cancha que debía servir como centro de votación, partidarios del chavismo dispusieron una corneta con música alusiva al oficialismo, mientras miembros de colectivos -grupos de choque que simpatizan con el gobierno- merodeaban el lugar para amedrentar a la prensa y a votantes.
«Morir feliz»
En otro punto de Catia, una de las barriadas más grandes de Caracas con unos 400.000 habitantes, Judith González, también convirtió su casa en centro electoral, con la esperanza de conseguir una candidatura unitaria, un desafío frente a las enormes fisuras de la oposición.
«Si el Consejo Nacional Electoral no nos dio la mano a nosotros, los venezolanos, para prestarnos los colegios (centros de votación), que es lo ideal, consideré bueno, mi casa está a la orden, y listo», dijo González, de 75 años, con sus dos hijos migraron a Perú y España.
Algunos electores acudieron a votar antes de que llegara el cotillón electoral con horas de retraso.
Marbelis Rengel, peluquera de 47 años, decidió esperar. «Hoy es una gran oportunidad y no me la quiero perder».
Pese a las dificultades logísticas, Fuenmayor dijo sentirse «feliz» de ver su casa repleta de votantes.
«Si voy a morir de cáncer o si voy a morir porque vengan a balear mi casa para amedrentarme; voy a morir feliz porque sé que hice algo para la humanidad y para la población», sentenció.