Más allá de escoger gobernadores y alcaldes, las elecciones del domingo en Venezuela podrían servir como nuevo punto de partida para el gobierno de Nicolás Maduro, que busca el levantamiento de sanciones, y la oposición, que regresa a las urnas después de tres años de boicot.
Fracturada y debilitada, la oposición replantea su estrategia al volver al ruedo electoral con la aspiración de presidenciales «justas» en 2024… o antes. Sus principales partidos se negaron a participar en los comicios de 2018, en los que Maduro fue reelegido, y 2020, en los que el chavismo recuperó el Parlamento, al denunciarlos como «fraudulentos».
Están convocados a votar 21 de los 30 millones de habitantes de este país azotado por la peor crisis económica, en un proceso con 70.000 candidatos a 23 gobernaciones y 335 alcaldías, además de legislaciones regionales y municipales.
Estas elecciones serán acompañadas, por primera vez en 15 años, por una misión de la Unión Europea, desplegada a finales de octubre.
«No se sabe si serán justas, libres, transparentes y verificables», dijo a la AFP el analista Oswaldo Ramírez, director de la firma ORC, aunque considera que hay mejores «condiciones» para ello.
El poder de Maduro no está en riesgo. El chavismo gobernante debe ganar la gran mayoría de los cargos.
¿Qué se juega Maduro?
Las sanciones. El principal objetivo de Maduro, explica Ramírez, es que estas sean levantadas, «especialmente las que pesan sobre los temas petroleros».
Blanco de sanciones encabezadas por Estados Unidos que el mandatario chavista sostiene que son la causa de los muchísimos problemas de Venezuela, el gobierno tiene fondos bloqueados en el extranjero y quiere vender su petróleo sin restricciones, así como importar gasolina, escasa ante la destrucción de la industria.
Ha hecho ciertas concesiones: impulsó una nueva directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) con presencia de la oposición, aunque sigue dominada por el chavismo, e invitó a misiones de observación de la UE, el Centro Carter y la ONU.
Venezuela fue reticente por años a autorizar este tipo de misiones, invitando siempre a organizaciones amigas del chavismo.
«El régimen necesita esta misión», dijo un alto representante de la oposición en referencia a los observadores de la UE, presentes pese a encontronazos de Maduro con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
¿Cómo llega la oposición?
Dividida y frágil. La llamada «presidencia interina» del líder opositor Juan Guaidó -reconocida por medio centenar de países- ha «perdido legitimidad» y quedó «obsoleta», reconocieron fuentes opositoras bajo reserva.
Aunque no ha llamado a la abstención, Guaidó no va a votar, lo que refleja las divisiones opositoras en vísperas de un 2022 en el que podría intentarse contra Maduro un referendo revocatorio, figura que permite acabar un mandato en mitad de su vigencia. Una iniciativa similar fue bloqueada en 2016.
Las presidenciales corresponden en 2024.
Las regionales eran un ensayo perfecto para reavivar la movilización el próximo año. «El 2024 comienza el 1 de enero de 2022», observó un dirigente.
Sin embargo, con dificultades para unificar candidaturas y partidarios desmotivados, la derrota es inminente.
«Si te mantienes en las peleas y en las facturas, ese es el cielo para Maduro y el resultado de la elección va a ser una consolidación de su poder», estimó el director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León.
«Si la oposición es inteligente» y lo asume como «una razón para revalidarse (…), puede ser una excelente oportunidad de cambio hacia el futuro», agregó.
¿Votación justa?
La UE tiene previsto presentar su informe el próximo martes.
Un especialista electoral dijo que «no hay posibilidad de fraude» con el sistema electrónico de votación usado en Venezuela, aunque puede existir, como en procesos anteriores, «coacción y persecución» en centros en un contexto de autocensura en medios de comunicación por temor a represalias.
Candidatos opositores han denunciado ventajismo, uso de recursos públicos para campañas chavistas y poco acceso a medios.
«Vivimos en una dictadura disfrazada de democracia», acusa Fernando Andrade, aspirante opositor en el estado Táchira, fronterizo con Colombia.
Maduro, en contraste, promete «una gran victoria de la democracia»