Edmundo González Urrutia era, hasta el viernes, un «hombre de paja» para muchos, que solo veían en él un inofensivo aspirante provisional para las presidenciales venezolanas del 28 de julio, convertido ahora, tras la ratificación de su candidatura, en un enemigo por batir en un combate que empieza en las redes sociales, donde numerosas cuentas pretenden suplantar su identidad.
Desde que la mayor coalición opositora -la Plataforma Unitaria Democrática (PUD)- oficializó su candidatura la noche del 19 de abril, pasó de tener algo menos de 7.500 seguidores en X, donde la actividad del opositor era casi nula, a más de 63.000 en menos de dos días y medio.
González Urrutia había sido inscrito «in extremis» por la alianza antichavista para asegurarse un puesto en la boleta de votación, ante el veto impuesto por el Consejo Nacional Electoral (CNE) a Corina Yoris, por motivos todavía desconocidos, con la intención de ser sustituido en el lapso de modificaciones contemplado en el cronograma para los comicios.
La temporalidad había supuesto que apenas se hablara de él y no hubiera grandes cambios en las redes sociales del opositor, cuyo número de simpatizantes y detractores se había incrementado muy levemente a la espera de conocer a su sustituto y por tanto candidato oficial.
Pero con la oficialización unos y otros pusieron a funcionar la maquinaria, y a la vez que sus seguidores aumentaron exponencialmente sus detractores se afanaron en crear cuentas falsas en X y en Instagram con el objetivo de ridiculizarlo o confundir a los usuarios y dividir las simpatías.
La denuncia por suplantación de identidad no se hizo esperar y el propio candidato alertó a los usuarios, que replicaron el reclamo, lo cual conllevó que las plataformas cancelaran diversas cuentas, pese a lo cual continúan apareciendo falsos perfiles que insisten en desacreditar al opositor, algo que ocurre cuando alguien adquiere popularidad por una u otra razón.
La popularidad de González Urrutia, todavía un gran desconocido para la mayoría, aumenta en redes cada hora que pasa, lo cual lo pone en el disparadero de intrusos y de quienes buscan a toda costa la continuidad del chavismo, en el poder desde 1999.