VENEZUELA

El «manual» de Daniel Ortega que el chavismo intenta imitar para anclarse en el poder

por Avatar GDA | El Tiempo | Colombia

“Ni por las buenas ni por las malas. Nunca más volverán a gobernar este país”. Esta fue la advertencia que Diosdado Cabello lanzó hace unos días refiriéndose a las intenciones de la oposición de lograr una victoria presidencial en 2024.

Este mensaje no solo va acompañado de palabras sino de acciones que están en desarrollo en Venezuela y que preocupan solo a una parte de la sociedad, pues la mayoría está ocupada en subsistir.

Se trata de la imitación del modelo nicaragüense, como reconocen analistas, exacerbando inhabilitaciones políticas, sentencias y demás instrumentos político-jurídicos que permitan la permanencia en el poder del chavismo, al menos para un nuevo período presidencial de seis años.

En ese sentido, el chavismo avanza en un plan estructurado para asfixiar políticamente a la oposición, algo que va en contravía de la comunidad internacional, incluido países como Colombia, que piden que Venezuela saque adelante un calendario de elecciones.

La oposición, que había jugado al abstencionismo, siempre débil y dispersa, decidió hace unos meses encaminarse en unas elecciones primarias pautadas para el 22 de octubre con las que pretenden elegir a un candidato capaz de enfrentarse a Nicolás Maduro y tratar de salir victoriosa.

Según datos de la consultora Polianalítica, basados en proyecciones realizadas desde el exterior, la intención de votos en las primarias sería de 53% para María Corina Machado; 22%, Benjamín Rausseo; 10%, Manuel Rosales; 8%, Henrique Capriles, y 3%, Freddy Superlano.

Según los datos este sería uno de los motivos de la actitud radical del chavismo, que no calculó el empuje que tendría la opositora María Corina Machado, considerada su principal enemiga. Ella, de hecho, ha sorprendido con su popularidad en ascenso, especialmente en estratos sociales D y E, considerados chavistas.

Por eso el chavismo busca frenar el fenómeno de Machado, especialmente cuando la popularidad de Maduro lleva años en los límites del 20%.

En Nicaragua, por ejemplo, el régimen de Ortega optó por la estrategia de sacar de la ecuación a los opositores fuertes. En 2021, siete candidatos nicaragüenses fueron arrestados.

Si bien en el caso venezolano aún no hay arrestos, el hecho de que la Asamblea Nacional, de mayoría chavista, haya anunciado la renovación del Consejo Nacional Electoral (CNE), le pone trabas a la oposición para que adelante sus primarias y surja un candidato sólido.

«Lo primero es que esta acción sorpresiva cambia el tablero político», dice a propósito el politólogo y analista Ángel Medina.

Este jueves, los ocho rectores oficialistas, entre principales y suplentes, presentaron la renuncia alegando que el país vive un proceso de diálogo y negociación, por lo que ellos están dispuestos a dejar sus cargos. Los dos rectores de oposición no suscribieron la declaración, pero tampoco han ofrecido declaraciones.

Corresponde al Parlamento, presidido por el oficialista Jorge Rodríguez, iniciar el proceso para recibir las postulaciones y nombrar un nuevo órgano electoral.

“Con un nuevo CNE el gobierno va a tratar de crear una nueva figura como la de la recordada Tibisay Lucena, porque este CNE no genera el temor ni el impacto de la rectora Lucena”, o al menos así lo cree que el politólogo Daniel Arias.

El politólogo añade que los tres nuevos rectores principales deben ser figuras muy importantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), “que seguro van a causar conmoción porque serán relevantes”.

Con un nuevo CNE el gobierno va a tratar de crear una nueva figura como la de la recordada Tibisay Lucena, porque este CNE no genera el temor ni el impacto de la rectora Lucena.

Si esto es así, aunque la Comisión Nacional de Primaria, compuesta por destacados académicos de la sociedad civil, insista en contar con la asistencia técnica del CNE para octubre, será poco probable que haya confianza en el proceso, tal como lo han manifestado candidatos como María Corina Machado, que no se ha negado a participar en el proceso, pero sí cuestiona la credibilidad de este.

Precisamente estas diatribas son parte de la estrategia del gobierno. “Sin duda alguna es más que evidente que una táctica dilatoria a efectos de las elecciones primarias busca desmotivar y desmovilizar al conglomerado opositor que de por sí por errores pasados muchas veces ha sembrado desconfianza en el sistema electoral, y eso lo aprovecha el oficialismo para su escenario más favorable”, explica el analista político Jesús Yánez.

Mientras va en marcha el reacomodo del CNE, por otro lado, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) también estaría haciendo lo propio, preparando inhabilitaciones o declarando improcedentes procesos como las primarias, tal como sucedió en Nicaragua, donde el oficialismo controlaba las principales instituciones, como ocurre en Venezuela.

“Las primarias, sin haber empezado, ya se han convertido en demoledora de candidatos”, insiste Arias, planteando que el gobierno “va a tener que jugar en un esquema Nicaragua” usando lo político y jurídico para neutralizar candidatos, liderazgos y financistas de campaña.

Si los pronósticos anteriores son ciertos, coinciden con el planteamiento de Andrés Izarra, exministro de Hugo Chávez, ahora en el exilio.

Izarra plantea que para 2024 habrá una “hiperpolarización”, pues el CNE estará encabezado por Francisco Amelliach, un fuerte del PSUV, mientras que la oposición estará aglutinada en torno a María Corina Machado, “guste o no”, y un madurismo atrincherado dispuesto a todo para no perder el poder. “El escenario Nicaragua lucirá como un ‘kindergarten”.

El papel de la comunidad internacional

Maduro se ha introducido en el último año en la escena internacional. La conferencia de Bogotá dejó ver que Venezuela está interesada en solucionar su conflicto político siempre y cuando Estados Unidos y Europa levante las sanciones en su contra.

Y si hubiera una nueva presión internacional severa, lo cierto es que no parece que haya mucha preocupación en Miraflores porque es probable que Maduro resista por un factor interesante: el apoyo de Colombia y Brasil.

Además, como es el mismo año electoral en Estados Unidos, un adelanto de elecciones presidenciales podría estar en el escenario ante el temor que supone un regreso de Donald Trump, quien ya confesó sus pretensiones, al menos con el petróleo venezolano.

Un nuevo ciclo de sanciones generarían escasez, falta de combustible y demás problemas que agravaría la crisis en el país y con ello el descontento social, perjudicial para una campaña del chavismo, explica Arias.

Por otro lado, hay quienes creen que la comunidad internacional debe buscar tender la mayor cantidad de puentes de negociación para poder conseguir un cronograma electoral y “se permita reinsertar al país en el escenario del comercio mundial”, considera Yánez.

A fin de cuentas, es sin duda la democracia la que sigue en riesgo permanente en Venezuela. “La democracia no son solamente elecciones, pero estas son cosa importante dentro del sistema democrático. Y alterarlo le hace daño”, dice Medina.


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