El gobierno Nicolás Maduro se sumó este martes a la denuncia hecha por Cuba sobre una supuesta opacidad y manipulación por parte de la Unión Europea (UE) en la organización de la cumbre con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), a celebrarse el lunes y martes de la próxima semana en Bruselas.
«Venezuela respalda, de manera decidida, las denuncias realizadas» por el canciller cubano, Bruno Rodríguez, «relacionadas con la falta de transparencia y la conducta manipuladora de la UE en la preparación de la III Cumbre Celac-UE (…), lo que compromete seriamente el éxito de dicha reunión», dice un comunicado de la llamada revolución bolivariana.
Asimismo, el gobierno rechaza la pretensión de la UE de minimizar el papel de los Estados soberanos de la Celac en la cita, así como la opacidad con la cual se pretende llevar a cabo una serie de eventos paralelos sin la debida coordinación con las naciones latinoamericanas.
Las conclusiones de estos actos paralelos pudieran ser instrumentalizadas para nutrir agendas de grupos políticos contrarios a los objetivos que nos convocan a este importante encuentro, prosigue el escrito.
Venezuela asegura que, durante varios meses, la Celac ha realizado importantes aportes para construir un formato de cumbre democrático, inclusivo y eficaz que permitiría la reconstrucción de una agenda de trabajo birregional, una labor que -cuando falta una semana para la cumbre- no ha brindado satisfacción a todas las partes.
«La decisión de la UE de imponer su propio formato se convertiría en un irrespeto al principal foro de diálogo y cooperación entre todos los países de Latinoamérica y el Caribe, y amenaza con llevar al fracaso los esfuerzos realizados para su organización», advierte Venezuela.
Pese a todo, el gobierno de Nicolás Maduro «se une al compromiso» de «hacer presencia en la cumbre con espíritu constructivo y aportar (…) con el objeto de edificar una agenda de largo plazo, para el beneficio compartido».
El canciller cubano denunció el lunes que la UE intenta imponer formatos restrictivos y divisivos que imposibilitan discusiones directas y transparentes y que, además, pretende ocultar a la prensa y a la opinión pública el contenido de los debates.
«La conducta de la UE pone en riesgo la posibilidad de alcanzar acuerdos finales en la cumbre», aseguró Rodríguez.