«En América Latina y en el mundo se debe reconocer que la dictadura nefasta y siniestra, el narcoestado en Venezuela, debe terminar. Esto ya no es solo un problema de Venezuela, sino un problema internacional que afecta profundamente a América Latina». Así lo afirmó el expresidente chileno Eduardo Frei, en conversación con El Nacional.
Durante su visita a Madrid, el exmandatario reafirmó que no volverá a la política activa, pero mantiene su lucha por la democracia en América Latina. Analiza la situación de Venezuela y destaca el papel crucial del apoyo internacional y la movilización ciudadana para poner fin a la dictadura de Nicolás Maduro.
—¿Cuál debe ser la posición de la comunidad democrática internacional respecto a Venezuela?
—A mi juicio, y lo he dicho públicamente, aquí no hay alternativa. En América Latina y en el mundo tenemos que reconocer que la dictadura nefasta y siniestra, el narcoestado en Venezuela, deben terminar. Esto ya no es solo un problema de Venezuela, sino un problema internacional que afecta profundamente a América Latina.
Por lo tanto, no basta con ser categóricos en las declaraciones; también es necesario actuar. Me alegra que el presidente de Chile, Gabriel Boric, haya señalado una postura oficial del gobierno de Chile, lo cual es muy necesario. Ojalá todos los países se unan a esta actitud de rechazo al régimen de Maduro, especialmente después del resultado electoral en el que Edmundo González ganó rotundamente. Anteriormente se alcanzaron una serie de acuerdos internacionales que el gobierno venezolano no respetó, como ha ocurrido con muchos otros compromisos.
—¿Qué tan complejo es el problema en Venezuela?
—El problema de Venezuela es muy complejo. Si no contamos con dos factores clave, será difícil salir de esta situación. Por un lado, es fundamental el apoyo y el compromiso del pueblo venezolano, que ya se manifestó en las urnas para liberarse de esta dictadura. Por otro lado, es necesario el compromiso de los países que luchan por la democracia en Venezuela. Sin estos dos factores es muy complicado avanzar.
Es crucial mantener claro y contundente el rechazo a esta dictadura y narcoestado. Al mismo tiempo, la cooperación internacional es esencial. Lo digo por mi experiencia en Chile: cuando la dictadura terminó en Chile, fue gracias a un acuerdo político que firmamos, llamado «la concertación», y al apoyo internacional. Esos son factores fundamentales para retornar a la democracia en Venezuela. Aquí no hay otra alternativa.
—Todos los factores se unieron en favor de una salida pacífica, electoral y democrática, como lo demostró la elección que ganó Edmundo González con un resultado contundente. ¿Cuál puede ser el siguiente paso ahora?, considerando esta demostración de un proceso electoral que es un ejemplo mundial democrático donde Maduro prácticamente dio un golpe de Estado cuando se autoproclamó con una cifra totalmente inventada.
—Ojalá pudiera decirlo o tener la varita mágica. ¿Cuál es la solución? Con la experiencia chilena, creo que esta combinación de partidos y lo que hicimos en Chile para retornar a la democracia fue una lucha sin violencia, y eso lo mantuvimos siempre. Había que derrotar la dictadura con los votos, con la movilización de todo el país. Unidos hicimos un gran acuerdo que se llamó “la Concertación de partidos por la democracia” para retornar a la democracia.
Creo que es muy importante mantener esta doble estrategia: por un lado, la organización interna en Venezuela, y por otro, el apoyo de todos los países que aman la democracia, que creen en la democracia y que no creen en la vía violenta. La vía violenta conduce a más destrucción de los pueblos y a la destrucción de los países. Por lo tanto, ojalá sigamos por el camino pacífico. Eso sería lo mejor.
El futuro lo tendrán que definir las fuerzas políticas que triunfaron en la elección, y también, ojalá, se logre un gran acuerdo internacional para procurar una salida democrática en Venezuela. Eso es lo que me gustaría a mí y lo que sería mejor para Venezuela.
—La izquierda en América Latina, con Cuba como su centro intelectual, ha derivado en populismos autoritarios que dinamitan los pilares de la democracia, utilizando mecanismos como la constituyente para tomar el control del Tribunal Supremo y el sistema judicial, destruyendo así la democracia. Esto está representado en el Grupo de Puebla, que cuenta con el apoyo de varios países, algunos de los cuales han avanzado en una dirección similar. ¿Cuál cree usted que es el futuro de este proceso en América Latina?
—Primero que todo, yo pienso que en esta materia hay sectores de izquierda y de ultraizquierda que se dicen democráticos, que se dicen partidarios del pueblo y del desarrollo de los países, pero lo que aspiran a hacer es a través de movimientos que son prácticamente dictaduras. No creo que el camino planteado por el Partido Comunista, lo que ha hecho en Venezuela y lo que está haciendo en otros países de América Latina, sea la solución para los países. Lo que se necesita aquí es más democracia.
La democracia puede tener todos los defectos que queramos, pero sigue siendo el mejor sistema político para los países. Si queremos igualdad, tranquilidad, terminar con la violencia y que los países se desarrollen, necesitamos construir toda la fuerza democrática a través de elecciones y sistemas democráticos. Sin embargo, no creo que el Partido Comunista esté dispuesto a hacer eso en América Latina. El Partido Comunista nunca ha definido una posición democrática clara en la región, y los resultados están a la vista: Cuba y Venezuela son ejemplos de lo que ocurre cuando no se respeta la democracia.
Hace poco recordé en una intervención en un foro internacional que Venezuela fue el primer país latinoamericano en desarrollo y democracia. No debemos olvidar que, cuando llegó la dictadura a Chile, miles y miles de chilenos se fueron a Venezuela, porque creían en ese país como un lugar de progreso y desarrollo democrático. Hoy, la situación es muy diferente. Las soluciones que quedan son dictaduras que terminan como está terminando Venezuela: un narcoestado, y eso es gravísimo.
La situación en Cuba también es dramática. La hambruna es devastadora y, actualmente, no son capaces ni siquiera de mantener la energía eléctrica, con cortes a nivel nacional. ¿Cómo se explica que un gobierno que lleva 60 años con poder absoluto termine en esta destrucción del país?
No podemos seguir creyendo en estos sectores políticos que no creen en la democracia. Reitero que no hay una solución mejor que la democracia, con todas sus deficiencias. Así fue como pudimos terminar con la dictadura en Chile, construyendo una coalición que ha sido lo más exitoso en la historia de nuestro país, tanto en lo político como en lo económico, en desarrollo humano, reducción de la pobreza y de la desigualdad. Llegamos a ser el primer país latinoamericano en términos de ingreso per cápita.
Logramos grandes transformaciones en democracia, con una coalición de gobierno que fue la Concertación, la cual trabajó de manera conjunta y continua durante 20 años. En América Latina, muchas veces hemos visto que llega un nuevo gobierno y pretende olvidar la historia del país, creyendo que puede hacerlo todo de nuevo. Esa es una de las cosas más letales para los países. Los países viven de su historia y de la continuidad de sus grandes políticas. Creer que se puede cambiar todo de golpe con un nuevo gobierno ha sido nefasto en nuestra región.
Por eso, con el trabajo de los venezolanos y el apoyo internacional, que desde Chile es mayoritario a favor de la democracia en Venezuela, debemos seguir luchando, con el respaldo de todos los países del mundo.
—El régimen de Maduro cuenta con algunos apoyos internacionales, pero ha perdido mucho respaldo, y la gente es consciente de la dictadura y de sus consecuencias: destrucción y represión en Venezuela. Sin embargo, dictaduras como Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Irán y China reconocen sus resultados electorales, inventados por Maduro.
—Además, la izquierda internacional sigue identificándose con su régimen por razones ideológicas, aunque Maduro representa lo contrario a los ideales de la izquierda: un país empobrecido, con el 90% de la población en pobreza, mientras los gobernantes se enriquecen a través de la corrupción y el narcotráfico. Incluso la izquierda venezolana es perseguida, como el Partido Comunista, fundamental en la era de Chávez, cuyos dirigentes ahora son detenidos y condenados.
—¿Por qué la izquierda mundial no entiende esta realidad?
—A mi juicio, tal como lo señalas, este es un tema que se ha discutido en muchas ocasiones y ha aparecido en numerosos medios internacionales. La postura del Partido Comunista chileno es distinta a la del Partido Comunista en Venezuela, pero lo único que debemos tener claro es que no hay mejor solución que la democracia. No existe otro sistema político que sea superior para resolver los problemas de los ciudadanos y para vivir en libertad y democracia. Si el Partido Comunista insiste en mantener su tesis en Chile, pero ni siquiera sus homólogos venezolanos piensan lo mismo, ¿hacia dónde vamos? ¿Cuál es la solución? El camino es la democracia, la participación y el desarrollo en libertad para los distintos países de Latinoamérica, unidos entre nosotros.
Hace pocos días lo planteé, y lo he dicho siempre: me preocupa que haya tan poca integración en América Latina. Es una de las pocas regiones del mundo donde no hay ningún país desarrollado, porque los sistemas de integración latinoamericana no han funcionado; han sido más un instrumento político que de desarrollo para los países.
Por eso, no hay otro camino que la democracia, con el apoyo básico y fundamental que ya han demostrado los dirigentes y el pueblo venezolano en las últimas elecciones, enfrentando al mundo de manera rotunda. Además, el apoyo internacional es esencial en este momento para que Venezuela retorne a la democracia.
Para concluir quiero dar un mensaje a los venezolanos, quiero darles todo mi apoyo, reconocimiento, fraternidad y felicitaciones especiales por la lucha que han llevado a cabo. Han dado un ejemplo al mundo. Ustedes han demostrado en la última elección que son capaces de ponerse de pie, sin miedo, como lo hicimos en Chile. En su momento, decíamos que íbamos a recuperar la democracia sin miedo y sin temor. Con un papel y un lápiz derrotamos a la dictadura. Este es el camino que Venezuela ha demostrado que también es viable. Lo ha hecho recientemente, y yo espero que todos los países democráticos del mundo apoyen esa realidad, que es la profunda aspiración del pueblo venezolano.
Toda mi solidaridad está con ustedes por los momentos que están viviendo, por la terrible persecución del régimen, que no tiene otra opción más que seguir postergando las aspiraciones democráticas de su país, y cuya única respuesta es el terrorismo y la detención arbitraria.
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