Reclusos del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en Los Teques, estado Miranda, fueron castigados y despojados de casi toda su ropa luego de una requisa realizada por funcionarios, así lo denunciaron familiares al equipo del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
Algunos de los presos quedaron semi desnudos y otros únicamente usando un short o ropa interior, dijeron los familiares, quienes también señalaron que durante el operativo decomisaron un total de 25 celulares.
Tras la requisa las visitas a los reclusos también fueron limitadas, señaló el OVP en una nota de prensa.
Los familiares podían ver durante unos minutos a los presos cuando se hacía entrega de la paquetería, sin embargo, desde hace un tiempo los funcionarios son los únicos encargados de hacer entrega de las comidas.
El OVP alerta de que no tienen conocimiento de las condiciones en que es entregada la comida o si realmente llega a las manos de los detenidos.
Los denunciantes también indicaron que como medida de castigo más reciente destaca la prohibición del suministro de agua potable. Los funcionarios sacaron todas las pertenencias de los reclusos a la calle, incluidos los potes grandes de agua, de donde ellos se abastecen.
En las últimas semanas han dejado pasar unos pocos potes grandes que los mismos presos deben administrar y compartir entre ellos, indicaron familiares.
Hacinamiento
En este centro de detención preventiva hay actualmente más de 200 reclusos divididos en 3 celdas; y hay una cuarta para la reclusión de mujeres. «Esto representa un alto nivel de hacinamiento, porque es un espacio reducido y sin condiciones para albergar a tantas personas por tiempo prolongado», señaló OVP.
Algunos presos tienen más de tres años de estadía y en espera de audiencias.
Estas condiciones de encarcelamiento también han agudizado las enfermedades. Muchos reos presentan cuadros de sarna, tuberculosis y algunos con patologías preexistentes que no han podido ser tratadas médicamente.
Reclamaron que las medicinas son racionadas y en ocasiones los presos deben compartir las pastillas para evitar dejar de recibir tratamiento, sobre todo para la tuberculosis.