La Fundación Centro Gumilla presentó recientemente en Ciudad Guayana los resultados de su estudio Cultura Democrática: una reflexión desde las comunidades, en el que abordó precisamente cuál es la percepción que tiene la sociedad sobre conceptos inherentes a la política y la democracia.
Esta investigación se realizó en julio de 2023 y abarcó grupos focales de las comunidades: Magdaleno (Aragua), El Tigrito (Anzoátegui), Nula (Apure), Prado de María (Distrito Capital), Core 8 (Bolívar), El Tostao (Lara), La Parroquia (Mérida), Barrio Unión (Miranda), Maturín (Monagas), La Llanada (Sucre) y Barrio San José (Zulia).
El politólogo Javier Contreras destacó que la cultura de participación en el país siempre estará transversalizada por el eje del poder. Por tanto, “toda investigación que esté relacionada con estos temas debe tomar en serio la percepción que tiene la sociedad y las personas, los grupos, respecto al poder, su concepción y su uso, porque difícilmente la respuesta respecto a qué percepción hay de la democracia o qué percepción hay de las culturas en torno a la democracia, del funcionamiento de las instituciones, difícilmente nos acerque a una mirada realmente certera si la gente y nosotros no reflexionamos sobre el tema del poder”.
En ese sentido explicó que la cultura de la democracia está en construcción constante porque va a variar dependiendo del contexto, e implica entender el poder como un tema de relacionalidad, de cómo se relaciona con la gente, con las propuestas de un Estado y cómo presiona para llegar a acuerdos.
“Las sociedades medianamente más organizadas o más modernas han logrado una relacionalidad sana del conjunto social con las instituciones que permiten gobernabilidad. Entonces, por eso la mirada al poder acá no es solamente quién manda y quién obedece, sino en cómo se construyen relaciones y acuerdos sociales en torno a lo que se concibe por poder”, agrega Contreras.
Política: dos visiones
Al tratar con los grupos focales en cada estado observaron que hay resistencia a hablar de política. Así, la percepción sobre este concepto se dividió entre la visión positiva y la visión negativa que tienen las personas en las comunidades.
La visión positiva está más vinculada con el ejercicio del poder para dar soluciones. También manifestaron que se entiende como la posibilidad de establecer relaciones ganar-ganar a través de la mediación, diálogos y acuerdos.
“Es muy curioso aquí cómo se ha satanizado durante años al que quiere negociar y acordar políticamente condiciones de gobernabilidad. Y la gente sigue valorando eso como lo más positivo de la política. Cuando la política se ejerce desde la óptica de las personas con las que trabajamos, pensando en la posibilidad de mediar, de dialogar y de establecer acuerdos, la gente la valora y la acepta como algo que le puede ayudar”, observó Contreras.
Otra visión positiva de la política es el establecimiento de posibilidades. Es decir, la política sigue siendo captada para un número importante de personas como la posibilidad de algo.
En cuanto a la visión negativa de la política, los resultados arrojaron percepciones de “que es un espacio para la trampa, que se genera desconfianza y que es una actividad sucia”.
Otra visión negativa de la política tiene que ver con una percepción de que se ejerce solamente por grupos partidistas y, por tanto, desconectada de las mayorías.
“La gente rechaza el término política porque entiende muchas veces que lo que se plantea allí no está en sintonía con su propia realidad, está desconectada de las grandes mayorías. Asimismo, la gente rechaza el término política cuando lo ve como productor de conflictos. Hay una sensación de fondo de que quien representa el ejercicio de la política ha profundizado conflictos en mérito en la línea contraria de establecer posibilidades, y eso la gente lo rechaza abiertamente. Creo que es un dato importante por tener en cuenta en un momento preelectoral en Venezuela”, agregó Contreras.
Percepción de democracia en las comunidades
Sobre la percepción de democracia, en cuanto a los rasgos positivos, el estudio arrojó que la gente lo asume como libertad, posibilidades de elegir, participación y pluralidad. También tiene una vinculación con garantía de derechos, propende al bienestar común y puede generar convivencia.
Allí se percibe el contraste entre la visión negativa de la política como generadora de conflicto, mientras que la democracia se ve como un espacio para la convivencia.
“Es decir, que si la política se ejerce de forma democrática para muchos de los participantes de esto, va a ser positiva porque genera convivencia. Ahí sigue habiendo un llamado de atención claro de lo que nos están planteando las comunidades”, destacó Contreras.
Otra percepción positiva del concepto de democracia está asociado a la visión de que hay la posibilidad de justicia, además de ser valorada como el mejor sistema de gobierno.
Las debilidades de la democracia, percibida por las comunidades que formaron parte del estudio, tienen que ver con el rechazo a que la democracia se confunda con asistencialismo y subsidio, o que solamente signifique partidización de las decisiones. Es decir, privilegiar a alguien a recibir ciertos beneficios, o a ser parte del engranaje del gobierno, solo por pertenecer a un partido.
Por otra parte, Contreras destacó el malestar que existe debido a que asocian la democracia con un espacio abierto para la corrupción, debido a la falta de eficaces controles administrativos.
En cuanto a los actores políticos, un dato curioso es que las personas que formaron parte de los grupos focales se percibían a sí mismas como actores políticos, es decir, son conscientes de su papel.
“Quiere decir que está creciendo una conciencia de que el actor político no es solo el candidato, sino del rol político que tiene la ciudadanía. Y eso es un dato muy, muy importante. Habla de que el ciudadano y la ciudadanía pueden ser actores políticos porque hay una responsabilidad que da sentido de cohesión y de pertenencia”, detalló el politólogo.
El gobierno, como actor político, se percibe como un ente dispuesto a imponer un proyecto que cada vez tiene menos sintonía con las personas.
Cabe destacar que el estudio no diferenció a las personas como simpatizantes de oficialismo u oposición. Por lo que en general los dirigentes políticos son identificados como promotores del conflicto.
“Se cree que los dirigentes políticos de oposición y de gobierno no son capaces, o porque no leen la necesidad, porque no les interesa, o porque no pueden dar respuesta a las necesidades reales de la gente”.
¿Por qué es importante participar?
La participación política es vista como una acción que genera sentido de pertenencia.
“¿Cuál puede ser la interpretación de esa expresión? Votamos, pero no nos engañamos. Votamos porque creemos en el ejercicio y el valor que tiene eso, pero sabemos que no es lo único para lograr ese cambio que están buscando. Es decir, no se desconoce la dificultad. Las personas están bastante claras de la necesidad de participar”, apunta Contreras.
A su vez sienten que participar es una posibilidad de convertir su expresión en un elemento decisorio.
Melanie Pocaterra, coordinadora de Investigación de la Fundación Centro Gumilla, se refirió al tema de las instituciones vinculadas con la participación ciudadana.
“Aquí se reconoce la existencia y la importancia de las instituciones, sí entienden y no son ingenuos o no eran ingenuos en el momento que conversaban con nosotros de los problemas que se tienen en todo el tema institucional”, expuso.
Y gregó: “Lo más interesante para nosotros es que consideran importante que deben funcionar, no que se deben eliminar, sino que las instituciones hay que volver a ayudarlas a que vuelvan a cumplir su función”.
Uno de los testimonios decía que para que haya democracia hay que salvar las instituciones, y que sin eso no se puede rescatar la relación del ciudadano con las instituciones.
Acerca de otro eje temático del estudio denominado “Vivir en Venezuela”, Pocaterra explicó que se basó en cómo la gente entendía los temas abordados y su relación con el contexto venezolano.
“Esas sesiones se convirtieron en que las personas se desahogaban y nos explicaban lo que era la política y lo que era vivir en Venezuela en estos términos. Sin duda alguna, cuando comenzamos hicieron silencios, habían temas que tocábamos, inmediatamente todo el mundo hacía silencio. Y cuando empezaba a avanzar la conversación te decían que tenían un cartel en la casa en el que está prohibido hablar de política. Era cómo entendían que el tema político les podía generar conflicto y eso en la traducción del momento, cuando conversábamos, es que ese conflicto desgasta y que ya el vivir en Venezuela era suficientemente desgastante como para meter en la dinámica el tener que ponernos a discutir sobre política”, explicó Pocaterra.
Precisó que hay una lectura muy emocional, llena de duelos y con muchas heridas por diferentes anécdotas.
No obstante, rescatan de este estudio que aunque había decepción, apatía por las ilusiones que se generan en momentos electorales, también se percibió una esperanza.
“El discurso era no situarse como vencidos, sino situarse con mirar todo lo que hemos logrado. O sea, a pesar de todo lo malo que te he contado, de que no funcionan las instituciones, que yo siento que es corrupto, que no tengo a quién pedir la ayuda, que no sé cómo funciona, nosotros lo logramos y la comunidad funciona, y en tal caso que están dando comida a los chamos, y en la otra se está educando, y aquí los profesores seguimos. Es decir, querían sentir que había esperanza, y por eso había todavía energía para sentir y tener ese deseo de cambio”, detalló Pocaterra.
Para las comunidades no solamente hay un deseo de cambio, sino que lo entienden desde el punto de vista de su participación. Además destacaban la importancia de la reconciliación como una forma de llegar a acuerdos, encontrar puntos en común para generar encuentros distintos. Sin embargo, hay claridad en que se trata de un camino difícil, ya que es un proceso.
Conclusiones de la visión en las comunidades
Las conclusiones de este estudio del Centro Gumilla arrojan que, en cuanto a la política, no es pertinente hablar de la necesidad de repolitización y que hay una evidente necesidad de que se saneen los canales de representación política. Igualmente existe una demanda clara de mejorar los canales de participación y exige el accionar de los representantes políticos.
Por otra parte, existe preocupación por la desconexión entre el término política y aquello que las comunidades entienden por noción y lo que ellos luego entienden por democracia.
En cuanto a la democracia, es valorada como la mejor forma de gobierno porque administra y genera convivencia. Asimismo la gente sigue percibiendo la democracia en dos extremos, la añoranza del pasado y la esperanza de un futuro distinto.
Se percibió que el cuestionamiento hacia los actores políticos no es solamente por su corrupción o por su mal manejo de las cuotas de poder, sino porque han dejado de ser referentes. Y al dejar de ser referentes, la construcción de las relaciones en torno a la idea política y democrática cambia.
Las instituciones se perciben entre la burocracia y la ineficiencia porque están puestas al servicio de un proyecto político. No obstante, también las valoran como parte fundamental de la configuración de una sociedad democratizada.
Y en cuanto a la reconciliación, se abraza la idea de un proceso de largo plazo que requiere transformaciones.