La ausencia de resultados desagregados de los comicios del 28 de julio en Venezuela que confirmen la victoria de Nicolás Maduro, como anunciaron las autoridades electorales, ha derivado en una crisis diplomática con siete países de la región, cuyas relaciones se rompieron por decisión del chavismo.
No es la primera vez que Venezuela enfrenta una crisis similar. En 2018, también tras las presidenciales en las que la oposición no participó, numerosos países cuestionaron la legitimidad de Maduro, dudas que se acentuaron en 2019 cuando el entonces presidente del Parlamento, el antichavista Juan Guaidó, juró como presidente interino, con el apoyo de medio centenar de países.
Pero la figura de Guaidó se fue diluyendo en el tiempo al no conseguir lo prometido: «cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres».
Al incumplimiento del opositor se sumaron los giros a la izquierda en algunos países de Latinoamérica, que decidieron restablecer relaciones y reconocer a Maduro, entre ellos Colombia y Brasil, con el triunfo de Gustavo Petro y el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva, respectivamente.
Esto le sirvió a Venezuela para ir superando, aunque no del todo, las tensas relaciones diplomáticas con varias naciones, así como con la Unión Europea, pero tras los comicios del 28 de julio la situación vuelve a tornarse tensa.
Expulsiones y suspensiones de vuelos
Después de las elecciones, el gobierno venezolano anunció el retiro del personal diplomático de las embajadas de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay, que no reconocieron el resultado anunciado por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
La ruptura con Panamá llevó aparejada la suspensión de vuelos comerciales, que servían a los venezolanos como conexión hacia otros países sin ruta directa.
La última crisis con el país centroamericano, posteriormente superada, fue en 2019 cuando el gobierno del entonces presidente panameño, Juan Carlos Varela (2014-2019), retiró las credenciales a Jorge Durán, embajador venezolano, y a más de una decena de diplomáticos de la nación petrolera.
El conflicto fue superado posteriormente con Laurentino Cortizo al frente del Ejecutivo panameño, que presidió de 2019 a 2024.
Situación similar ocurre ahora con Perú, país con el que Venezuela volvió a romper relaciones, luego de que Lima reconociera al opositor Edmundo González Urrutia como el ganador de las presidenciales.
Desde 2017, Venezuela y Perú mantenían distancia diplomática, lo que se acentuó con el reconocimiento de Guaidó, pero con la llegada de Pedro Castillo a la Presidencia de este último país en 2021, retomaron relaciones.
El gobierno de Maduro también anunció la suspensión «temporal» de vuelos desde y hacia República Dominicana, país que también expresó sus inquietudes por los resultados de las presidenciales.
Panamá y República Dominicana son países frecuentemente usados para hacer conexiones aéreas ante la baja oferta de vuelos directos desde y hacia Venezuela.
«Amigos» en la distancia del chavismo
Lula y Petro son considerados los aliados más cercanos de Maduro en la región, por lo que en medio de la crisis actual asumieron el papel de mediadores, junto -en menor medida- con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
La postura de Colombia, según recientes declaraciones de su canciller, Luis Gilberto Murillo, es la de tender puentes para lograr «soluciones de fondo» en Venezuela, mientras que, igual que Brasil, insiste en la necesidad de que se publiquen los resultados electorales desagregados que confirmen la victoria de Maduro.
A pesar de la «validación» del resultado por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en el que la mayoría de sus magistrados son afines al chavismo, Lula y Petro creen que solo la divulgación de los resultados dará «credibilidad» al proceso.
Para el mandatario brasileño, el TSJ no es el organismo adecuado para dirimir este asunto, por lo que -dijo- no reconoce la victoria de Maduro, lo que hasta el momento solo ha recibido el silencio de Caracas.
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