VENEZUELA

Coronavirus: una fuerza especial combate la pandemia de noticias falsas en Venezuela

por Avatar Europa Press

«Nunca pensé que la rapidez y la calidad de la información pudieran ser tan vitales», dice una responsable de la Información Pública en la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas en Caracas.

Venezuela, con más de 2.000 casos de coronavirus, es uno de los países de América Latina que mejor está capeando la pandemia, según los datos oficiales. Pese a ello, ha sumado una nueva dificultad a las muchas a las que se enfrentan los venezolanos en su día a día, una oleada de noticias falsas que se propaga más rápido que el virus.

Gema Cortés, que se ocupa de la Información Pública en la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) en Caracas, destaca que, si bien no ha sido fácil, las autoridades venezolanas han logrado mantener bajas las tasas de infección, gracias a su rápida reacción al cerrar fronteras y por declarar una cuarentena nacional, así como por el apoyo humanitario.

Cortés dice que un desafío inesperado en el contexto venezolano ha sido la proliferación de noticias falsas y rumores relacionados con la pandemia, que a menudo se propagan más rápidamente que el propio virus.

En Venezuela, comenta, «Internet es un salvavidas para los ciudadanos, y el uso de los medios de comunicación y las redes sociales es fundamental para obtener información objetiva y fiable, pero también puede ser una fuente de lo contrario».

En este sentido, cuenta que se han difundido mensajes por Whatsapp en los que se decía: «Quédate en casa, Naciones Unidas te traerá comida». En respuesta, hubo gente que se puso en contacto con la ONU con la esperanza de recibir algo de comida. «Se emitió rápidamente un comunicado de prensa negando la información», señala.

No ha sido el único caso. «Otros mensajes falsos atribuidos incorrectamente a la ONU recomendaban que la gente bebiera agua caliente o utilizara desinfectantes para combatir el coronavirus, añade.

Cortés reconoce que nunca pensó que la rapidez y la calidad de la información pudieran ser tan vitales, ayudando a la gente a tomar las decisiones correctas para asegurar su salud y bienestar en medio de la incertidumbre y el miedo relacionados con la pandemia.

Fuerza de Choque

Así las cosas, se creó la Fuerza de Tareas de Comunicaciones covid-19, que integra a todas las agencias de la ONU que trabajan en Venezuela, para combatir este aluvión de desinformación.

Cortés, «un orgulloso miembro de este equipo ‘ad hoc'», explica que su trabajo consiste en reaccionar rápidamente a las ‘fake news‘ «compartiendo masivamente información correcta para ayudar a la población a combatir la pandemia y disipar los rumores y la desinformación que han llegado con la oleada de noticias falsas».

Para ello, colabora con los principales agentes locales, como periodistas, personas influyentes y radios comunitarias. Pone a su disposición productos de información que no solo contienen información pertinente y actualizada sobre la pandemia, sino también mensajes de esperanza y solidaridad.

La responsable de comunicación destaca que, como resultado, la gente ha comenzado a confiar en Naciones Unidas como una fuente de información clave y fiable, incluidos los medios de comunicación, que la usan como una de sus principales fuentes de datos fiables.

Cortés lo pudo comprobar al participar en una campaña de sensibilización de covid-19 casa por casa en Cuaricao, un barrio de casas de ladrillo rojo y estaño encaramado en las colinas que rodean Caracas. «Me uní a los médicos y enfermeras que trabajan en primera línea y escuché de primera mano acerca de los logros humanitarios», recuerda.

Una nueva comunicación

La nueva coyuntura, en la que los grupos de comunicación, las reuniones de coordinación y las actividades diarias han entrado en el reino de lo virtual, por el confinamiento y, en el caso venezolano, por la escasez de combustible, que limita la movilidad, han suscitado a Cortés una reflexión.

«A veces siento que cuanto más nos comunicamos a distancia, a través de una miríada de plataformas en línea, menos efectiva se vuelve la comunicación», plantea apuntando que «la mala conexión a Internet hace que sea difícil ser escuchado y oír a los demás» y «la sobrecarga de información y noticias puede ser abrumadora e imposible de procesar».

Por ello, cree que cuando finalmente se levanten las restricciones de bloqueo realmente se debería repensar cómo las redes sociales y el teletrabajo han impactado las vidas de las personas y qué lecciones se pueden sacar.

«La risa para manejar la desgracia»

Cortés, que lleva 10 meses en Venezuela, confiesa que una de las cosas que más le sorprende del país es que, más allá de las dificultades, muchos venezolanos siguen caminando por la vida e insisten en una actitud agradable.

Cuando llegó a Venezuela, sumida en una crisis humanitaria causada por una prolongada crisis económica y política, el acceso a los servicios y productos básicos, como alimentos y medicinas, ya era un desafío.

Sin embargo, resalta que la paciencia y el buen humor eran la fórmula para superar las largas colas para pagar en el supermercado, en un país donde el dinero efectivo local no funciona, debido a una inflación de casi 10.000% solo en 2019, de modo que las tarjetas de crédito, los pagos móviles y las criptodivisas son las únicas formas de pago.

Ahora, con la crisis sanitaria del covid-19, el confinamiento se suma a los cortes de electricidad, la escasez de agua y de combustible y a las largas colas para obtener servicios.

Pese a ello, muchos venezolanos a menudo todavía se las arreglan para mantener su humor, una actitud que admite que a veces contrasta con la suya, preocupada por sus familiares y amigos en Madrid e intentando encontrar algún tipo de equilibrio entre el trabajo y la vida privada en momentos en los que la carga de trabajo se ha disparado.

«Tener amigos cercanos y familiares que han pasado por la enfermedad con varios grados de severidad y resultado, mientras estoy tan lejos de casa, me hace sentir desdichada«, declara. Y por eso, añade, «la forma en que aparentemente usan la risa para manejar la desgracia es lo que más me gusta de los venezolanos».