En diciembre del 2007, el fallecido presidente Hugo Chávez sufrió su primera derrota electoral. A pesar de tener una alta popularidad, los votantes rechazaron un referéndum que le habría permitido postularse para la reelección indefinidamente.
En un reportaje publicado por la agencia Reuters se conoció que luego de este revés, Chávez recurrió a uno de sus mentores: Fidel Castro, quien le aconsejó garantizar el control absoluto de los militares. Sin embargo, más fácil era decirlo que hacerlo.
Si el ex mandatario venezolano daba los pasos correctos, podría aguantar tanto tiempo como Castro. Después de todo, las fuerzas armadas de Cuba han controlado todo durante décadas, desde la seguridad hasta sectores clave de la economía.
Los acuerdos
En los meses siguientes, La Habana tuvo un vasto acceso al sector militar de Venezuela y amplia libertad para espiarlo y reformarlo.
Las tropas fueron sometidas a una estricta vigilancia a través de un servicio de inteligencia, ahora conocido como la Dirección General de Contrainteligencia Militar. Se instauraron el miedo y la paranoia y se aplastó a la disidencia.
En unos documentos a los que tuvo acceso Reuters, se señala que los acuerdos firmados en mayo de 2008, permitieron a las fuerzas armadas de Cuba:
- Entrenamiento de soldados en Venezuela.
- Revisión y reestructuración de partes del Ejército venezolano.
- Preparación de agentes de inteligencia venezolanos en La Habana.
- Cambio de la misión del servicio de inteligencia de espiar a rivales extranjeros a la de vigilar a los propios soldados, oficiales e incluso comandantes de alto rango.
Todos estos acuerdos han demostrado ser cruciales para la supervivencia de Maduro como presidente, dicen expertos en seguridad, personas familiarizadas con el gobierno y políticos de la oposición.
La Dgcim
La transformación de la Dgcim ha sido particularmente efectiva. Raúl Salazar, ex ministro de Defensa de Chávez, afirmó que la misión más importante que tenía el organismo era neutralizar aquello que afectara la democracia.
“Ahora, bajo el mando de Cuba, el gobierno lo utiliza para mantenerse en el poder”, indicó.
Una vez que Cuba comenzó a capacitar a su personal, los agentes fueron introducidos en la Dgcim, a menudo vestidos con uniforme negro, dentro de las barracas. Allí, compilarían informes sobre los miembros percibidos como alborotadores e informarían sobre cualquier señal de deslealtad.
También comenzaron a interceptar los teléfonos de los oficiales, incluidos los de los comandantes militares de alto rango, para alertar sobre posibles conspiraciones.
A partir de su reorganización, las filas de la Dgcim han aumentado, desde unos pocos cientos de agentes al principio del mandato del fallecido mandatario Chávez hasta al menos 1.500 ahora.
Pero las súplicas de la oposición por un alzamiento militar no han sido escuchadas. “Hemos fallado”, dijo un alto funcionario opositor involucrado en los intentos de negociar con líderes militares. “No tenemos nada para ofrecerles, para convencerlos”.
El golpe
En abril de 2002 los líderes conservadores de la oposición se unieron a jefes militares, incluidos altos funcionarios de la Dirección de Inteligencia Militar, y detuvieron a Hugo Chávez. Pero el golpe naufragó en dos días, luego de un levantamiento popular masivo a su favor.
De vuelta en el poder, y con el respaldo de Castro, Chávez puso a cubanos dentro de su círculo íntimo para reforzar la seguridad, según sus ex asesores y varios ex oficiales militares. Luego comenzó una purga del servicio de inteligencia y de otros altos rangos de los militares.
Nombró como subdirector a Hugo Carvajal, un teniente coronel que se había unido al movimiento golpista de Chávez en 1992.
Carvajal comenzó a modernizar la DIM. Afirmó que el Banco Central de Venezuela envió millones de dólares en efectivo para nuevas tecnologías, equipos de vigilancia y una base de datos a fin de centralizar la inteligencia.
El militar dirigió el servicio de contrainteligencia durante casi una década. Ahora, fuera del cargo, ha sido sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por presuntamente ayudar a la guerrilla colombiana. En abril fue arrestado en España y permanece detenido por presunto tráfico de drogas.
Influencia cubana
Los términos del primer acuerdo establecen que el ministerio cubano supervisaría una reestructuración de la DIM y asesoraría la creación de “nuevos órganos” dentro del servicio.
La DIM también enviaría grupos de 40 oficiales a La Habana para entrenamiento en espionaje hasta por tres meses.
Venezuela mandaría las hojas de vida de candidatos para que Cuba los examinara. Los cursos incluyeron: cómo manejar “colaboradores secretos”, cómo realizar investigaciones criminales y cómo seleccionar nuevos agentes de inteligencia.
La mayor parte del entrenamiento se realizó en la Escuela Militar Superior Comandante Arides Estévez Sánchez, en el oeste de La Habana. En la academia, los instructores cubanos dijeron a los agentes de la DIM que su misión en adelante sería infiltrarse y controlar al Ejército.
El segundo acuerdo creó un comité conocido como el Grupo de Coordinación y Enlace de la República de Cuba o Gruce. Estaría compuesto por ocho especialistas militares, enviaría asesores cubanos a Venezuela para inspeccionar unidades militares y entrenar soldados.
En 2011, Chávez cambió el nombre de la DIM para incluir el término “contrainteligencia”, lo que reflejaba su nueva misión de frustrar cualquier sabotaje surgido desde adentro.
Recién salidos del entrenamiento cubano, los nuevos agentes comenzaron a infiltrarse en los cuarteles. Algunos fingieron ser soldados regulares. Otros se pusieron sus uniformes y solían alentar a los soldados a que informaran unos sobre otros. Llegaron a ser conocidos como “Los hombres de negro”.
La era posChávez
Luego de la muerte de Chávez y la elección de Maduro como su sucesor, los precios del petróleo se desplomaron.
El hambre y la escasez golpearon incluso a las fuerzas armadas, a medida que un número creciente de tropas buscaba desertar, la Dgcim se volvió más agresiva.
Pero un caso desató la indignación nacional, forzando a la Dgcim a reconocer los abusos. Rafael Acosta, de 50 años de edad y capitán de corbeta de la Armada, murió bajo custodia el 29 de junio, ocho días después de que los agentes lo arrestaron.