Sentada en el sofá de su prima, Lucía recibe en sus manos un gran paquete con mucha emoción. Susurra un tímido gracias y abre la caja. Está contenta. También aliviada. En el paquete no hay maquillaje ni ropa, lo que cualquier otra adolescente desearía, hay al menos 12 paquetes de toallas sanitarias que sus primas juntaron para obsequiarle. Lucía, que ahora luce unos ojos llorosos y una sonrisa avergonzada, es una de las millones de niñas, adolescentes y mujeres que viven en pobreza menstrual en Venezuela.
La gestión menstrual adecuada es un aspecto fundamental en la salud y el bienestar de las mujeres en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, en medio de la crisis que enfrenta Venezuela, se ha convertido en un desafío significativo que afecta negativamente la vida de muchas de las venezolanas en edad reproductiva.
Es el caso de Lucía, que a los 16 años de edad ve su vida limitada cuando tiene la menstruación por falta de productos de higiene menstrual. En su casa, donde su padre es el único proveedor de una familia de ocho integrantes, la alimentación es la prioridad. Tanto Lucía como sus tres hermanas pequeñas y su madre deben recurrir a alternativas caseras, entre ellas trapos y cartones, para contener el flujo durante esos tres a cinco días al mes. Tampoco salen de la humilde casa en la que viven en una zona rural del estado Miranda, a casi dos horas del pueblo más cercano, por miedo a mancharse en público.
Según Global Citizen, la falta de acceso a productos sanitarios, baños en mal estado o mal distribuidos, una gestión de desechos precaria y una limitada educación sobre gestión menstrual son características claras de los casos de pobreza menstrual.
¿Qué es la pobreza menstrual?
La pobreza menstrual indica que no hay garantías por parte del Estado y cualquier otra estructura socioeconómica para que las mujeres puedan tener unas condiciones adecuadas para vivir su menstruación, de acuerdo con Verónica Colina, coordinadora de Redes, Activismos y Formación de Cepaz.
El concepto está estrechamente relacionado con la pobreza multidimensional. Es decir, en la mitad de los hogares venezolanos (51,9%) que viven en pobreza multidimensional, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2023, hay pobreza menstrual debido a los bajos ingresos, carencias en los servicios básicos y deterioro de la educación. Además, la mitad de esos hogares no percibe ingresos suficientes para cubrir la canasta alimentaria, lo cual los pone en una situación de pobreza extrema.
El informe Ser Mujer en Venezuela: Diagnóstico comunitario y propuestas para la acción humanitaria, publicado en 2022 por la Alianza Con Ellas, reveló que 25% de las mujeres venezolanas no tiene acceso a productos de higiene menstrual, es decir, una de cada cuatro no tiene acceso a esto pese a que 5 de cada 10 mujeres, niñas y adolescentes de las comunidades populares encuestadas, tienen una duración del período menstrual de entre tres y cinco días.
Pero la pobreza menstrual va más allá de la falta de acceso a productos de higiene, también incluye las dificultades para acceder al servicio de agua. Según el Informe de Seguimiento de la Emergencia Humanitaria Compleja 2023 de HumVenezuela, 69% de la población tiene restricciones serias de acceso al agua. Esto impacta de forma diferenciada a las menstruantes que no pueden llevar a cabo una correcta gestión de su higiene menstrual.
Ante esta situación, Cármen Herrera, directora de Programas y Proyectos de EmpoderaMe, destaca que si bien la pobreza menstrual en Venezuela afecta de manera diferenciada a las niñas, adolescentes y mujeres de zonas rurales, es una problemática que alcanza a todos los estratos sociales. «No importa que vivas en una buena zona y tengas las condiciones económicas para cubrir todas tus necesidades, si no tienes servicio de agua para transitar dignamente la menstruación, vives en pobreza menstrual. Lo mismo pasa en los lugares de trabajo, en escuelas, universidades y lugares de esparcimiento que no cuentan con un baño adecuado», dijo en entrevista con El Nacional.
La pobreza menstrual también incluye la parte educativa. 63% de las mujeres, niñas y adolescentes con edades comprendidas entre los 9 y 49 años de edad obtienen información sobre higiene menstrual del aprendizaje transmitido por la familia; sin embargo, 50% de las mujeres de 50 a 59 años no tiene información y nunca han recibido orientación médica sobre el tema, de acuerdo con el informe La salud de las mujeres en Venezuela: crisis del sistema sanitario y covid-19, publicado en 2021 por Avesa.
La falta de conocimiento perpetúa los tabúes y estigmas que giran en torno a la menstruación, que en algunos casos pueden llegar inclusos a ser motivo de discriminación de las personas menstruantes.
Esta realidad de muchas mujeres y personas menstruantes en Venezuela, sobre todo en pueblos y comunidades populares, afecta sus actividades durante el período, genera inseguridades y hace que sean más propensas a infecciones. En la encuesta realizada en 2023 por la Alianza Con Ellas, conformada por un grupo de ONG venezolanas, se observó que muchas niñas y jóvenes optan por no asistir a clases y esto reduce las posibilidades que puedan tener en su futuro, ampliando las brechas de género para ellas.
Una de las prioridades del plan de Acción de Género de la Unicef (2018-2022) era promover el acceso a la información e insumos para la menstruación, con el fin de empoderar a niñas, adolescentes y mujeres.
Productos de higiene menstrual no son prioridad
Tener dificultades en el acceso a artículos menstruales es, por lo menos, perjudicial para la vida y la salud. Cuando las familias tienen a más de una persona menstruante en casa, el presupuesto destinado para alimentos y medicinas desplaza la compra de artículos de higiene menstrual, improvisando métodos baratos y muchas veces dañinos.
Los datos de los diagnósticos comunitarios reseñados en el informe Ser Mujer en Venezuela de 2022 señalan que una de cada cuatro mujeres no cuentan nunca o solo algunas veces con toallas desechables sanitarias para la higiene menstrual. La cifra empeora cuando se trata de toallas sanitarias reusables, tampones o copas menstruales, con tres de cada cinco mujeres que en promedio no tienen nunca o solo algunas veces estos insumos en casa. Suelen ser vistos como artículos de lujo porque siempre se da prioridad a la alimentación y otros gastos, lo que impacta directamente en las mujeres y vulnera sus derechos humanos.
En Venezuela, la principal razón por la que las mujeres no pueden acceder a los productos de gestión menstrual es el bajo poder adquisitivo. El salario mínimo mensual se ubica desde hace años en 130 bolívares, el equivalente a 3,7 dólares tomando en cuenta la tasa oficial del Banco Central de Venezuela.
Cuando hablamos de toallas sanitarias, usadas por más de 90% de las venezolanas según datos de 2021 de Avesa, en el mercado venezolano hay una gran cantidad de marcas cuyos costos pueden ir desde los 0,79 centavos de dólar hasta los 3,2 dólares en sus presentaciones de entre 8 y 10 unidades. Hay que tomar en cuenta que para la mayoría de las personas menstruantes un solo paquete no es suficiente para cubrir los días de flujo.
En consecuencia, una mujer debe ganar al menos 3 sueldos mínimos para cubrir sus necesidades menstruales, eso sin contar los hogares que están compuestos por más de una mujer y aquellos donde toda la carga familiar recae en madres solteras.
Otras alternativas como la caja de tampones de ocho unidades tiene un costo que varía entre los 4 y 8 dólares, dependiendo del tamaño. Mientras que la copa menstrual, cuya duración es de entre 5 y 10 años, tiene precios que van desde los 6 a los 20 dólares.
Entre las opciones menos populares y con menos oferta en el mercado se encuentra la panty menstrual reutilizable, que tiene un costo de alrededor de 15 dólares por unidad, y las toallas sanitarias de tela reutilizables con precio de unos 10 dólares.
Además de los productos de recolección de la menstruación, las mujeres requieren de otros artículos de higiene para cuidar su salud íntima como papel sanitario, con un costo de entre 1 y 5 dólares; jabón en barra, con precios desde los 0,20 centavos de dólar; o jabón íntimo, cuyos costos pueden ir desde 3 hasta 20 dólares.
El informe La encrucijada de la salud: entre comida o medicamentos, publicado por Acción Solidaria en junio de 2022, destacó que al menos 21% de las personas que aún menstrúan, es decir, 2 de cada 10, han sustituido los productos de higiene menstrual por opciones caseras.
Muchas mujeres usan compresas de tela, gasa y algodón, papel higiénico o trozos de papel blanco y parte de pañales desechables como alternativa a los productos comerciales de higiene menstrual. En casos más extremos, especialmente en zonas rurales, elaboran compresas con cartones de huevo, paquetes de harina pan con cartón, bolsas o sacos de diversos productos, hojas de árboles, entre otras opciones.
«En mi casa hacemos toallas usando trapos y los sacos de alimentos para las gallinas. No me gusta. Me irrita y me da comezón. Es incómodo. Cuando mis primas nos regalan toallas sanitarias estamos mucho más tranquilas. Hasta el ambiente en la casa cambia», comentaba Lucía.
86% de las mujeres tiene miedo/vergüenza de mancharse por sentirse inseguras con alternativas caseras, de acuerdo con encuestas de la ONG Meals 4 Hope en estados del país.
De acuerdo con Avesa, los lavados con yodopovidona, sábila, bicarbonato, hojas de manzanilla o jabón azul en panela para lavar textiles, son las alternativas comunes para el aseo durante la menstruación.
«He agotado casi todos los trapos limpios de mi casa. A veces agarro una camisa que puede absorber. Los primeros días siempre son los más abundantes, por eso intento que la tela sea lo más gruesa que se pueda», decía una mujer de 27 años de edad en un testimonio reseñado por en el informe Las más jóvenes, las más vulneradas 2023 de la Red de Mujeres Constructoras de Paz.
Servicio de agua deficiente
La falta de servicios públicos tan esenciales como el agua afectan de manera desproporcionada a las personas que usualmente menstrúan cada 28 días como parte natural del ciclo, porque no permite lavar las manos, limpiar la sangre acumulada o tomar la cantidad de duchas adecuadas. Además de ser incómodo, no contar con agua impide que muchas mujeres puedan desechar o reemplazar adecuadamente los artículos para recolectar la menstruación, como es el caso de la copa menstrual, que debe ser vaciada y lavada adecuadamente antes de volver a usarlas.
El informe La encrucijada de la salud: entre comida o medicamentos 2022 de Acción solidaria indicó que 47% de las personas encuestadas que aún menstrúan indicaron recibir el servicio de agua de forma continúa.
Por otro lado, casi 6 de cada 10 personas menstruantes encuestadas consideraron que la calidad del agua que reciben no es óptima para mantener una adecuada higiene menstrual, lo que incrementa las posibilidades de contraer infecciones. «Estos datos son reflejo de la crisis de servicios públicos que vive el país, y que en este caso tiene un impacto diferenciado en las mujeres y hombres trans menstruantes, que no pueden mantener una adecuada higiene menstrual», alertó el informe.
No solamente es difícil manejar los costos de toallas, tampones y copas, también hay que hacer frente a los racionamientos y las interrupciones en el suministro de agua en los hogares venezolanos, cuyas alternativas van desde la compra de botellones y el pago de camiones cisterna, lo que representa un costo adicional para quienes tienen la posibilidad de pagar ese servicio.
Esta es una situación que no solo afecta a las mujeres en sus hogares. La falta de agua generalizada impide que las personas menstruantes tengan una adecuada higiene en sus lugares de trabajo, estudio o esparcimiento, por lo que muchas optan por no asistir a estos sitios los días que tienen el período.
Frente a estas condiciones irregulares de acceso al agua potable, 4 de cada 10 mujeres, niñas y adolescentes encuestadas por Avesa en comunidades populares indicaron que solo algunas veces o nunca tienen suficiente agua potable para realizar la higiene menstrual de forma óptima.
Tabúes, estigma y discriminación
Lucía se sonroja cuando escucha a sus primas hablar del ciclo menstrual, flujos y alternativas para la recolección de la menstruación. Permanece callada, con una sonrisa tímida, pero con una mirada curiosa. Para ella y otras miles de niñas y adolescentes venezolanas hablar de menstruación es un tema que sigue siendo tabú debido a la cantidad de estigmas y supersticiones que giran en torno a este proceso biológico natural de las mujeres.
No puedo lavarme el pelo, mojarme los pies, tener relaciones sexuales, comer cambur o aguacate, afeitarme las axilas, barrer o pasar coleto, cargar peso, comer mango con sal, comer ácidos, correr, jugar, son solo algunas de las creencias con las que llegan al menos 79% de las mujeres y niñas que asisten a los talleres sobre educación sexual que imparte la OGN Meals 4 Hope.
«Esto refleja la creencia de que la menstruación es percibida como un síntoma que imposibilita a las mujeres», comenta a El Nacional Carolina de Oteyza, presidenta y fundadora de esa organización, que aunque está dedicada principalmente a los problemas alimenticios que padecen muchos sectores de la población venezolana, también ha sacado adelante en los últimos años el proyecto Estela, enfocado en la entrega de toallas sanitarias de tela en las zonas más vulnerables.
Los estigmas y tabúes relacionados con la menstruación dificultan la conversación. 45% de los encuestados, hombres y mujeres, por Acción Solidaria para su informe de 2022 asocian la menstruación con palabras de connotación negativa como asquerosa, fatal, gasto, depresión, dolor y sangrado. «Estas ideas fortalecen y perpetúan el tabú en torno a los temas asociados a la menstruación y que es necesario abordar para poder formular los cambios que la sociedad requiere sobre este particular», alertó entonces la ONG.
Es un hecho que en muchos hogares venezolanos no se habla sobre la menstruación. A las niñas que se atreven a preguntar muchas veces se les juzga bajo la creencia de que su interés sobre el tema tiene que ver con el inicio de la vida sexual. A las jóvenes se les enseña desde pequeñas que es un tema por el que deben transitar en silencio y que no pueden hablar de ello especialmente delante de los hombres. Las creencias religiosas según las cuales la menstruación también es percibida como algo negativo influyen en la falta de una educación adecuada sobre el asunto.
«Es preocupante la situación en la que se encuentra la educación sexual integral en el país. En la mayoría de instituciones no se da la materia y en donde sí, lo hacen desde información desactualizada y cargada de prejuicios. El tabú es normal cuando no hay información y es muy peligroso. Para contrarrestar los prejuicios sobre la menstruación es necesario también informar a los varones. La menstruación no es sucia, no nos vuelve histéricas ni nos hace inservibles. Es un proceso del cuerpo que afecta de forma diferenciada, por eso no debemos ser objeto de burlas o ataque», señaló el Colectivo Uquira en entrevista con El Nacional.
Mientras tanto, muchas niñas siguen padeciendo las consecuencias del desconocimiento. «Mi papá me dice que debo quedarme en mi cuarto porque eso es un asco», «Lloro cuando se me pasa», «Se burlan en la escuela por mancharme, esos días me quedo en la casa», «En muchas ocasiones se me ha pasado y me da pena, me siento sucia», «No quiero salir por temor a mancharme en la calle» son parte de los testimonios compartidos por Meals Hope.
La pobreza menstrual aumenta la brecha de género
La pobreza menstrual evidencia la brecha de género y perpetúa la pobreza multidimensional de las niñas, adolescentes y mujeres debido a que limita sus oportunidades porque no van a clases o faltan al trabajo durante los días de menstruación, además influye en su salud mental porque sienten vergüenza por un proceso biológico natural.
La encuesta realizada el año pasado por la Red de Mujeres Constructoras de Paz, una de las líneas de trabajo del Instituto Prensa y Sociedad-Venezuela, reveló que más de un tercio de las mujeres consultadas reconoció que ellas mismas o algún familiar han tenido que ausentarse de sus actividades laborales o estudiantiles debido a la menstruación.
Estas ausencias tienen múltiples causas, siendo el dolor menstrual la razón principal para un alarmante 91% de las encuestadas. Sin embargo, también se destacan otros motivos significativos, como la falta de acceso a productos menstruales, que afecta a 30% de las encuestadas, y la falta de agua, que afecta a 25%.
Es importante destacar que, en este contexto, las mujeres más jóvenes y adolescentes son las más afectadas. De acuerdo con la encuesta, 47% de las mujeres de 18 a 24 años de edad afirmó haber faltado a sus actividades debido a la menstruación, en comparación con 33% de las mujeres de 25 a 35 años. Esta disparidad se puede explicar en parte por la falta de experiencia y recursos económicos de las mujeres más jóvenes, así como por una menor conciencia sobre las opciones de gestión menstrual disponibles, de acuerdo con el informe.
El Fondo de Población de Naciones Unidas también ha señalado que muchas personas menstruantes faltan a la escuela o el trabajo debido a que no cuentan con instalaciones sanitarias adecuadas para su higiene menstrual, lo que no solo les pone en riesgo de mancharse con el flujo, también pueden contraer infecciones.
En general, en Venezuela 3 de cada 10 mujeres, niñas y adolescentes reconocen que su rutina diaria se ha visto afectada por las dificultades para alcanzar una óptima higiene menstrual, según el informe La salud de las mujeres en Venezuela publicado por Avesa en 2021.
El bajo poder adquisitivo de gran parte de la población venezolana no permite que 30,6% de las mujeres pueda costear medicamentos para aliviar el dolor menstrual. Esto las lleva a acceder a recetas o alternativas caseras para aliviarlo (53,6%), tales como las bebidas de té o infusiones (35,7%), la aplicación de aceites o compresas calientes (10,7%) o los lavados/compresas con agua tibia (4,5%).
La falta de acceso a productos menstruales asequibles y la interrupción en los servicios de agua impactan de manera desproporcionada en las mujeres más jóvenes y adolescentes debido a su menor poder adquisitivo y a su falta de independencia económica, según datos recabados por la Red de Mujeres Constructoras de Paz.
Las jóvenes a menudo dependen de sus familias para adquirir productos menstruales, lo cual las deja vulnerables a las limitaciones económicas de sus hogares. Además, su falta de experiencia en la gestión menstrual puede hacer que afronten mayores dificultades para lidiar con el dolor y la incomodidad asociados con la menstruación en un entorno de recursos limitados. Todo esto aumenta las vulnerabilidades preexistentes y las lleva a usar mecanismos de supervivencia riesgosos, como el sexo transaccional, según el Fondo de Población de Naciones Unidas.
La salud de las mujeres en pobreza menstrual en riesgo
Hace unos años, una doctora del ambulatorio de un caserío en Mérida se comunicó con la organización Meal 4 Hope para solicitar apoyo para una niña que llegó al centro médico con una infección vaginal seria. Había utilizado bolsas de cemento usadas para contener el flujo de la menstruación. No era el primer caso. Más niñas estaban utilizando este método ante la falta de productos para la higiene menstrual. Es allí cuando nace el proyecto Estela, el cual proporciona los materiales adecuados para que las propias comunidades produzcan toallas sanitarias reutilizables, que luego son entregadas en talleres de formación para instruir sobre la educación sexual.
El uso de alternativas a los productos de higiene menstrual, así como el no contar con acceso a baños limpios y con servicio de agua puede provocar infecciones vaginales y otros problemas graves de salud.
El aparato reproductor femenino está conformado por genitales externos e internos: vulva, canal vaginal, útero, ovarios. Mientras que a nivel molecular, cuenta con una microbiota o microambiente vaginal y vulvar que es el responsable de que todo se mantenga sano. Entonces, usar productos no adecuados, que no sean limpios y que no estén especialmente diseñados para mantener estas bacterias buenas puede provocar infecciones.
Además, sin no hay una adecuada higiene, si se mantiene un ambiente húmedo y restos del endometrio o sangre menstrual constantemente en la vagina, puede provocar un cambio en el ph y el ambiente vaginal, lo que ocasiona que colonicen otros microorganismos como hongos y otras bacterias. También pueden producirse infecciones por parásitos e incluso los virus como el VPH o el herpes aprovecharse de este microambiente vaginal inadecuado. Así lo explicó a El Nacional la doctora Vannesa García, ginecóloga obstetra.
Para tener una adecuada salud menstrual, señala la especialista, es importante conocer el ciclo menstrual, que ocurre normalmente cada 24 a 28 días, con una duración de 2 a 8 días. En la actualidad, los recursos digitales pueden ser de gran ayuda porque permiten llevar calendarios exclusivos para predecir la fecha de la llegada de la menstruación.
Si se van a usar compresas o toallas sanitarias, estas deben ser de algodón y es necesario que se cambien cada tres a cuatro horas máximo. Mientras que la copa menstrual tiene que estar fabricada de silicón médico y vaciarse cada 6 a 12 horas.
La higiene debe ser externa, solo con agua, así como también con un jabón neutro o de higiene íntima. No se usan duchas vaginales ni se requiere de lavados internos en el canal vaginal. La ropa interior es clave: preferiblemente de algodón claro, no usar pantys tipo hilo y tampoco mantener el área húmeda.
Lavarse las manos antes y después de cambiarse el artículo de su preferencia (toallas sanitarias desechables o reciclables, tampones, copas menstruales), usar el material para la absorción menstrual de tu preferencia, envolver el producto ya utilizado en papel o en el mismo envoltorio que trae y desecharlo en una papelera con tapa y bolsa desechable, nunca en la poceta, son otras recomendaciones importantes.
García considera que en Venezuela los tabúes y el estigma en torno a la menstruación son un grave problema. «Este proceso biológico suele ser tomado como señal de que ‘ya dejó de ser señorita’, palabras obsoletas que clasifican de manera incorrecta a las jovencitas. Es mejor hablar de evolución, crecimiento, que conozcan los procesos biológicos: qué es la menstruación, por qué se produce, cuándo es la ovulación. Cosas en las que incluso las adultas fallan y desconocen. Hay que normalizar la menstruación y que no se peleen con ella, que vean que no es algo terrible. Sin embargo, hay que enseñar lo que es lo normal y lo que no para que estén atentas a cualquier señal del cuerpo que indique que se debe buscar asesoría médica. Esto debe enseñarse desde pequeñas para que crezcan como mujeres empáticas, solidarias y tengan el control de su salud y su cuerpo», manifestó.
Políticas públicas para disminuir la pobreza menstrual
Para combatir la pobreza menstrual es necesario implementar políticas públicas que garanticen el acceso a productos de higiene menstrual, se recupere la distribución de agua y el saneamiento de esta, y se impulsen programas de educación menstrual en las escuelas y comunidades.
Tomando en cuenta datos de informes elaborados por ONG venezolanas e información obtenida a través de entrevistas a defensores de los derechos humanos, El Nacional enumeró algunas de las políticas públicas claves para combatir la pobreza menstrual en el país.
Recuperación del servicio de agua
Para reducir considerablemente la pobreza menstrual en Venezuela es primordial la recuperación de los servicios públicos, principalmente que todos los hogares, lugares de trabajo y zonas de esparcimiento tengan acceso al agua en todo momento.
Debido a que es un problema que no se puede solucionar rápidamente debido al deterioro que presenta la red de distribución de agua del país, Cármen Herrera, directora de Programas y Proyectos de EmpoderaMe, considera que es necesario que el Estado permita mayor asistencia humanitaria en este aspecto, de forma que se pueda llevar ayuda a muchas más comunidades vulnerables.
Acceso a baños públicos adecuados
Para mejorar las condiciones de las personas menstruantes, señala Verónica Colina, coordinadora de Redes, Activismos y Formación de Cepaz, se debe garantizar que tengan acceso a baños públicos adecuados, con servicio de agua y el espacio ideal para realizar los procesos de higiene relacionados con la menstruación, bien sea cambiarse la toalla, el tampón o vaciar y lavar la copa menstrual.
Esas nuevas infraestructuras, con un diseño de baños amigables para la gestión digna de la menstruación, deberían priorizarse en instituciones educativas y espacios laborales, de acuerdo con el Colectivo Uquira.
Impuesto rosa
Internacionalmente se ha ido estableciendo el llamado impuesto rosa, que consiste en la eliminación de impuestos a los productos de higiene menstrual para que sean más asequibles para las niñas, adolescentes y mujeres.
Programa de educación menstrual y sexual para las escuelas
Incentivar programas de educación en los que se normalice la menstruación como un proceso biológico y natural, dejando a un lado la estigmatización y discriminación, producto de tabúes culturales es vital para combatir la pobreza menstrual en Venezuela.
«Las niñas, adolescentes y mujeres deben conocer cómo funciona su cuerpo para eliminar los tabúes, estigmas y discriminación en torno a este tema y las escuelas son el principal vínculo para lograr esto. En esto el Estado tiene una labor fundamental porque es necesario que sea una directriz, pero puede ser apoyado por las ONG», señaló Herrera.
Es importante que esta educación se haga de forma respetuosa para que los jóvenes se sientan cómodos. Es vital que se incluya también a los niños para que conozcan los procesos biológicos de sus madres, hermanas, parejas, amigas, compañeras y así puedan ser más comprensivos y empáticos con sus necesidades y vean el proceso como lo que es: algo natural, indicó Carolina de Oteyza de Meals 4 Hope.
Promover la educación en casa y comunidades
Es necesario que se sensibilice y se eduque a la sociedad en cuanto a la menstruación, pues en muchos hogares desde que las niñas son pequeñas se le da a este proceso biológico y natural una connotación negativa, cayendo en estereotipos de género que llevan a revictimizar a las mujeres.
«Como sociedad, también tenemos una responsabilidad ciudadana, por lo que es necesario promover cambios y no solo esperar por el Estado. Hay que concientizar sobre estos procesos, llevar a las niñas al ginecólogo, educar sobre los productos de higiene menstrual para que las niñas escojan libremente qué método usar», manifestó Verónica Colina, coordinadora de Redes, Activismos y Formación de Cepaz.
Informar, sensibilizar y normalizar la conversación sobre la menstruación.
«El estar bien informadas y desmontar nuestros propios prejuicios es el primer paso para apoyar a nuestras hijas, hermanas y nietas, además de apoyarlas y darles herramientas desde el amor y el cuidado», añadió el Colectivo Uquira.
Campañas informativas
Las campañas públicas, tanto impulsadas por el Estado como por los medios de comunicación, son necesarias para desestigmatizar el tema de la menstruación y promover la igualdad de género para que las mujeres no se vean en desventaja económica debido a su ciclo menstrual.
Si desde el Estado se tuviera conciencia del impacto diferenciado que conlleva la menstruación en mujeres, niñas y adolescentes y cómo esto está tan relacionado con la pobreza, hubiese un resultado más tangible. Es necesario que al momento de crear políticas públicas en pro de eliminar la pobreza se tomen en cuenta estas situaciones y así poder tener un impacto más significativo tanto en comunidades, como en la eliminación de la brecha de género en el país.
@ErikaHDelaR
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