Las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela avanzaron este año. Y algo que llamó la atención de este escenario es que las conversaciones se hicieron, en su mayoría, sin intermediarios.
Así pues, tanto la Casa Blanca, comandada por Joe Biden y Nicolás Maduro y su séquito, prepararon acuerdos que llevaron a la devolución de un aliado del segundo. En consecuencia, a la liberación de estadounidenses detenidos en Caracas.
El 2023, entonces, para ambos países, estuvo plagado de canjes de detenidos, tensiones, reanudación de negociaciones directas, reuniones confidenciales y compromisos cuyos alcances se van revelando con el paso del tiempo, de acuerdo con analistas consultados por el diario especializado Voz de América.
Entre acuerdos y desacuerdos
Las relaciones diplomáticas de ambos gobiernos estuvieron interrumpidas desde 2019, pero alcanzaron un punto cumbre en sus acuerdos el pasado miércoles 20 de diciembre. Ese día, Washington liberó al empresario colombiano Alex Saab, defendido como un enviado diplomático. Por su parte, Maduro excarceló a 10 estadounidenses detenidos en Venezuela y a al menos 21 opositores en ese país.
Ante esto, Joe Biden afirmó que estaba “asegurando” que el gobierno venezolano cumpliera con sus compromisos sobre la hoja de ruta electoral acordada con la oposición para tener elecciones presidenciales “competitivas» en 2024. Para Nicolás Maduro, por su parte, el paso fue considerado como una «victoria».
Anteriormente, las posturas entre las administraciones de EE UU y Venezuela pasaron por la exigencia de la flexibilización de sanciones económicas y de respeto a la soberanía, desde Caracas. En Washington, por su parte, por la demanda de garantías para elecciones libres, celo por los derechos humanos y la liberación de ciudadanos venezolanos y norteamericanos detenidos “injustamente”.
Esa, sin embargo, no fue la única negociación que daría de qué hablar. En octubre, antes de la primaria presidencial opositora, el gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria del antichavismo firmaron en Barbados acuerdos políticos y electorales.
La respuesta del país norteamericano fue directa: flexibilizar sus sanciones económicas contra el sector petrolero y gasífero de Venezuela durante 6 meses como incentivo de ese pacto. Mientras tanto, se advertirían plazos para que Caracas cumpliera con su palabra en asuntos como la liberación de presos políticos y la rehabilitación electoral de candidatos de la oposición. Tendrían hasta el 30 de noviembre para la ejecución de ambos compromisos.
A finales del mes pasado, Maduro señaló que las inhabilitaciones de dirigentes opositores, que les impiden ser candidatos ni ejercer cargos públicos, serían revisadas a través de un proceso en el Tribunal Supremo de Justicia.
EE UU y Venezuela, juego de intereses
Los intereses de las dos naciones eran “muy opuestos” en cuanto a la situación política interna de Venezuela. A pesar de eso, no obstante, hubo “avances” que permitieron “una relación de mayor comunicación” y acuerdos entre Caracas y Washington durante 2023. Así lo apunta Carolina Jiménez, analista de asuntos regionales y presidenta del centro de pensamiento Washington Office for Latin America (WOLA), citada por Voz de América.
No siempre esas conversaciones ocurrieron públicamente. Tampoco las discusiones previas a los acuerdos de Barbados se conocieron públicamente sino hasta el momento de su firma con testigos de la comunidad internacional.
Entre los acuerdos, destacó el acuerdo de que en el primer semestre del año se reanudaran vuelos directos de deportación de venezolanos desde Estados Unidos a Caracas. Según el Departamento de Seguridad Nacional, casi 13.000 venezolanos han sido removidos de territorio estadounidense o regresados a su país desde mayo.
Asimismo, días después de la cita en el Caribe, se conocieron extraoficialmente las liberaciones de 6 opositores detenidos; entre ellos el exdiputado Juan Requesens. Todo esto, antes de la excarcelación de Saab, el grupo de estadounidenses y de presos políticos en Venezuela que se reveló a finales de diciembre.
¿Estrategias eficaces?
El experto en relaciones internacionales Félix Arellano, citado en VOA, señala que las relaciones con Estados Unidos siguen siendo “uno de los temas más desafiantes y complejos” de la política exterior durante este siglo.
La estrategia de descalificar a Estados Unidos ha sido “permanente” de parte de algunos voceros venezolanos. Esto, a pesar de que el gobierno de Maduro ha cumplido “su gran sueño”, según el analista: conversar sin intermediarios con la Casa Blanca.
Desde 2019, Estados Unidos había optado por negociaciones indirectas y dar respaldo al llamado gobierno interino del líder opositor Juan Guaidó; que cesó hace 1 año por decisión de la mayoría del liderazgo opositor.
“Empezamos a oír sobre conversaciones sin ninguna transparencia, muy típico de Miraflores; sorprendente en el caso de Estados Unidos, donde hay una libertad de expresión y una prensa muy acuciosa”, dijo Arellano a la Voz de América.
«El deterioro en las condiciones de la negociación hace visualizar un año 2024 muy difícil en la relación con Estados Unidos”.
A pesar de la firma de Barbados, los resultados de las negociaciones han sido intermitentes debido a lo que Arellano denomina “el autoritarismo interno” de Venezuela; un poder que persigue recibir “un cheque en blanco”, sin sanciones, “a cambio de nada”.
Futuro poco prometedor para Venezuela
Carolina Jiménez destaca que, al mismo tiempo, persisten negociaciones “mucho más directas sobre temas de interés para ambos países”, como la migración y el comercio. El experto opina que esto marcará la relación binacional el próximo año.
En el caso estadounidense, anticipa un “control mucho más rígido” del partido republicano sobre Biden y su política exterior, entre otros puntos.
“Cualquier concesión con Venezuela va a tener una mirada muy estricta, muy rigurosa”; bajo el argumento de que Caracas esté incumpliendo “la reciprocidad” de la negociación.
Nicolás Maduro hizo votos a finales de noviembre para que Washington levantara todas sus sanciones a Venezuela. De esta manera, iniciaría «una nueva era de relaciones de respeto y de colaboración al máximo nivel”.
No obstante, Arellano concluye con una visual de 2024 “muy difícil” para la relación de Estados Unidos y Venezuela. Todo esto, debido al aumento del número de presos políticos, una hoja de ruta democrática “cada día más obstaculizada” y ataques a posibles observadores electorales, como la Unión Europea.
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