“Padrinos mágicos”. Fueron esas dos palabras las que dijeron sus jefes a los funcionarios de la empresa estatal Corporación Venezolana de Minería (CVM), dependiente del Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico, cuando les presentaron una nueva empresa productora de oro que se erigía en el estado Bolívar, sur de Venezuela. Lo que la distinguía era que los dueños de la compañía tenían sus padrinos mágicos, y eran, por lo tanto, intocables; léase como “inmunes a fiscalizaciones”.
Esa empresa, Corporación Berakah, C.A., acaba de ser noticia en agosto de 2023. Fundada en 2017, con oficina en Upata, capital ganadera y agrícola del municipio Piar de esa región del país, se convirtió en la primera compañía minera en emitir papeles comerciales en la Bolsa de Valores de Caracas (BVC). Su dueño, Julio Ernesto Mendoza Delgado, había logrado con ello visibilizar más su emprendimiento ante potenciales inversionistas, aunque ya la publicidad oficial había hecho lo propio.
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Desde su fundación, los órganos propagandísticos del Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico y de la CVM han dado a Corporación Berakah un trato cuando menos preferencial en sus reseñas, destacando las proyecciones de producción de lingotes de oro, nombrándola como empresa aliada y publicitando labores altruistas, como entregas de medicinas en ambulatorios del sur de Bolívar.
Pero en la historia de Berakah, tanto como lingotes, hay baches. Por ejemplo: una lista de empresas cuyas sedes, registradas a nombre de Mendoza, no existen; inversiones millonarias en dólares en tiempos en que esa moneda era criminalizada por el gobierno de Nicolás Maduro; y el favor gubernamental que ha tenido desde sus primeros tiempos, todo eso sin contar entuertos técnicos que precisan fuentes consultadas por Armando.info.
Por Marcos David Valverde
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