VENEZUELA

Armando.info: Los mineros invaden Ikabarú a punta de “misiles”

por El Nacional El Nacional

En las orillas del río Ikabarú, una de las joyas hídricas en el municipio Gran Sabana, al sur de Venezuela, aún se ven lavadoras de diamantes abandonadas. Los conocedores de este afluente del río Caroní cuentan que allí quedaron luego de que el Plan Caura, un operativo militar para erradicar la minería ilegal, fuera desplegado en la selva venezolana en 2010. A simple vista, a lo largo del caudal, se observan un par de minas a cielo abierto y más de una decena de yacimientos abandonados. Pero la turbiedad del agua en este río serpenteante, aún rodeado por espesos bosques, es una señal de que los mineros no se han ido.

En una playa, un par de hombres ensamblan enormes piezas metálicas de color verde. El movimiento de vehículos pesados cargados de alimentos y gasolina es habitual, pero el traslado de plataformas ha sido la comidilla del pueblo. Después del punto de acople de la barcaza minera, otras tres enormes balsas funcionan de forma continua. Son operadas por guyaneses que han introducido enormes plataformas para dragar el lecho de los tributarios de la cuenca alta del río Caroní, el principal generador de hidroelectricidad en el país. Ya antes se han visto balsas de este tipo, que se usan regularmente en Brasil y Colombia, así como otras más rudimentarias en el Parque Nacional Canaima, pero es la primera vez que se documenta su actividad a gran escala en esta parte casi inaccesible del estado Bolívar.

Los llaman “misiles” por la fuerza con la que excavan el fondo del afluente. Pero en nada se parecen a los proyectiles autopropulsados con objetivos bélicos; más bien lucen como una casa flotante en medio del río que obliga al conductor de la embarcación a maniobrar para continuar el rumbo. Operan ilegalmente día y noche. Sus estructuras son tan amplias que además de los equipos pesados para golpear el lecho del río y succionar el material desprendido para tamizarlo en la superficie, tienen espacio para que hasta cinco operarios se muevan con facilidad y cuenten con área de descanso.

Por María de los Ángeles Ramírez (*)

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