Bad Bunny, ¿chavista? La pregunta brotó el reciente 10 de septiembre en su natal Puerto Rico y en otras partes del mundo donde el artista, cuyo nombre de pila es Benito Martínez Ocasio, se ha hecho popular. Entonces, la exsubsecretaria general del Partido Popular Democrático (PPD, tradicional defensor del estatus de la isla como Estado Libre Asociado a Estados Unidos) y actual candidata a Senadora, Nina Valedón Santiago, solicitó a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) investigar al cantante por una supuesta inversión conjunta de dos millones de dólares con “individuos asociados al régimen de Nicolás Maduro”.
“No podemos permitir que el dinero proveniente de regímenes opresivos y corruptos influya en nuestra sociedad. En Puerto Rico, contrario a Venezuela, todos tenemos libertad de expresión”, declaró Valedón ese día.
Aunque las autoridades del PPD desautorizaron casi de inmediato la iniciativa de Valedón, que amenazaba con restarle más votos de los que podría atraer, la alusión a una posible conexión entre el astro global del reguetón y el régimen de Caracas obligó a exhumar de los archivos hemerográficos un reportaje de la revista Billboard, publicado en abril de 2023. La nota revelaba que la productora discográfica Rimas Entertainment, desde la que Bad Bunny saltó a la fama, fue fundada -y entonces todavía lo tenía como accionista- por Rafael Jiménez Dan, un exoficial del Ejército venezolano que se desempeñó como viceministro del Interior en gabinetes del fallecido Hugo Chávez.
La noticia era vieja. Pero Nina Valedón Santiago la desempolvó con apremio ante el temor, compartido con otros sectores conservadores de la isla, de que el próximo 5 de noviembre, en simultáneo con las votaciones presidenciales de Estados Unidos, Puerto Rico elija su primer gobernador abiertamente independentista. Se trata de Juan Dalmau, el carismático líder del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), al que los estudios de opinión adjudican una inesperada intención de voto. Apenas unos días antes de la denuncia de Valedón, Bad Bunny instó a los jóvenes boricuas a registrarse para votar, y pareció insinuar su endoso a la candidatura de Dalmau, quien, por su parte, ha visitado Venezuela para eventos vinculados al apoyo que el chavismo gobernante brinda a la causa independentista de Puerto Rico.
Si esa rebelión electoral en el verdadero patio trasero de Estados Unidos llegara a consumarse el próximo noviembre, Rafael Jiménez Dan será parte involuntaria de su historia.
Jiménez Dan, hoy de 58 años de edad, fue el tercero de la Promoción de 1987, General de Brigada Tomás Montilla Padrón, de la Academia Militar de Venezuela. Quien lo precedió en el segundo puesto de la cohorte fue Diosdado Cabello, tradicionalmente considerado también el número dos del régimen, para el que hoy actúa como ministro de Interior y Justicia. Otro montillero, como se llaman entre sí los egresados ese año de la Casa de los Sueños Azules, Jesse Chacón, el número 13 de la promoción, fue quien nombró a Jiménez Dan como viceministro cuando aquel era el titular de la cartera del Interior.
Así que, aunque Jiménez abandonó la disciplina castrense en los 90 -la década en que Cabello y Chacón darían las intentonas golpistas en febrero y noviembre de 1992- para iniciar una carrera empresarial, llegó con esas recomendaciones castrenses al gobierno de la autodenominada Revolución Bolivariana en 2005. Salió en 2007 del alto gobierno y llegó a Miami tras el fallecimiento de Chávez en marzo de 2013.
A Florida arribó Jiménez Dan cuando ya completaba su metamorfosis, desde la marcialidad de los cuarteles hasta convertirse en uno de los promotores pioneros del género que despuntaba entonces en las carteleras musicales de todo el planeta: el reguetón. Creó una promotora llamada Rimas Entertainment, a la que luego se incorporaría el representante puertorriqueño de artistas, Noah Assad, y de allí vendría el éxito: no solo Bad Bunny, sino también Ozuna, Juan Luis Guerra, Eladio Carrión y la venezolana Corina Smith, entre muchos otros, pasaron a formar parte del catálogo de la compañía.
De modo que a Jiménez Dan no le fue mal. El año pasado circuló el rumor de que Sony Music Group, a través de uno de sus sellos, The Orchard, se disponía a pagar entre 250 millones a 300 millones de dólares por la participación del venezolano en Rimas. Si su salida se completó, igual siguió con un portafolio de otras empresas de música y publishing, así como con propiedades inmobiliarias en los condados de Broward y Miami Dade.
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Por Marcos David Valverde
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