Los Agustinos Recoletos son una orden religiosa católica reconocida en el siglo XVII y formada por sacerdotes y hermanos.
“Herederos del legado de San Agustín”, como se describen, se rigen por su orden de vida: seguir a Cristo casto, pobre y obediente.
La red solidaria de la orden agrupa muchas iniciativas a escala internacional, las más relevantes son las acciones solidarias a través de Agustinos Recoletos Corazones Solidarios.
Arcores, como se conoce por sus siglas, afronta las necesidades de los 22 países en los que tiene presencia: Filipinas, China, Taiwán, Australia, Venezuela, México, Costa Rica, Perú, Colombia, Guatemala, Panamá, República Dominicana, Argentina, Brasil, Kenia, Ecuador, Cuba, Estados Unidos, Sierra Leona, Reino Unido, Italia y España. En el caso de Venezuela, se enfoca en tres áreas que se han visto afectadas por la crisis humanitaria: salud, alimentación y educación.
En materia educativa, Arcores brinda apoyo con apadrinamientos y asignación de becas escolares. Con asistencia médica a través de dos centros de atención con los que cuenta en el país acobija el sector salud, uno con sede en la parroquia La Pastora, en Caracas, y otro en San Onofre, en Zulia. Allí se les presta asistencia que va desde medicina general hasta odontológica.
También a los pacientes se les suministran los medicamentos que tengan disponibles los centros de salud.
En el área de alimentación benefician a alrededor de 1.000 personas diariamente a través de jornadas de ollas solidarias.
Desde hace dos años, Arcores Venezuela cuenta con acreditación legal para operar como red de apoyo en el país. Nació como una iniciativa para agrupar respuestas para todas las necesidades y en virtud de la profundización de la crisis nacional. A partir de ello ha afianzado su apoyo hacia las personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad.
Arcores, una labor magistral
Las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, con sede en Venezuela, Los Teques, y en Colombia, parte de esta red solidaria, realizan importantes labores sociales.
Uno de los casos más recientes y sobresalientes es el de Esteban, un bebé que con tres meses de edad, fue adoptado por las monjas de la Casa Hogar Beata Madre San María de San José.
“Esteban fue un niño que llegó en estado de desnutrición. Con problemas gástricos porque no comía y estuvo a punto de morir”, explicó Harold La Cruz, periodista de Arcores Venezuela.
Por la situación demográfica y social que hay en las cercanías de la casa hogar, el Instituto de Protección al Niño, sabiendo el buen cuidado que las hermanas prestan en el lugar cuando consiguen niños en estado de abandono, desnutrición o maltrato, les ceden el derecho a las hermanas de cuidarlos. Los centros educativos también funcionan como una especie de casa hogar.
“Las Agustinas Recoletas tienen colegios que funcionan también como casa hogar. Hay niñas que permanecen internas y otras que van a sus casas. Allí se les abastece con alimentos o incluso se les ayuda con los pagos de profesores. En otros centros, como el caso de La Pastora, alrededor de 70 niños son beneficiados con tareas dirigidas e incluso uniformes”, dijo.
Explicó que también en materia educativa, en otros centros en el interior del país, los niños del programa de becas son beneficiados con comedores en los que reciben alimentación (desayuno y almuerzo).
Financiamiento
La Cruz señaló que al ser una red internacional trabajan de forma autónoma, pero no solos. No cuentan con financiamiento gubernamental. Los fondos se obtienen mediante donaciones en todo el mundo.
“Una donación recibida en España o Estados Unidos, por ejemplo, también beneficia a Venezuela y los otros 21 países. De este modo, la red puede sostenerse internacionalmente, en especial en los países cuya circunstancias no le permita autosostenerse, como es el caso de Venezuela”, agregó.
En Venezuela la red recibe donaciones a través de transferencias internacionales, su página web o colaboraciones en los diferentes centros de ayuda.
“Moviendo corazones y transformando vidas” es el eslogan que Arcores Venezuela potencia para seguir sembrando esperanza en las poblaciones venezolanas más vulnerables. Su voluntariado beneficia desde hace dos años a una importante población del país.