Antonio Ledezma ha vivido varias etapas en la política. Ha sido alcalde, gobernador, candidato presidencial y preso político de Nicolás Maduro. Ahora, desde su exilio en Madrid, ha decidido contar cómo ha sido su vida personal durante su carrera, y por ello en su nuevo libro habla de su amistad con el expresidente Carlos Andrés Pérez.
Además, la intención de Ledezma es que los jóvenes conozcan la historia de Venezuela. En su nuevo libro, Carlos Andrés: el presidente que murió dos veces, muestra una cara del expresidente que pocos conocen. Y es que Ledezma reconoce que el exmandatario fue una figura polémica. Sin embargo, sostiene que el presidente Pérez le dio a Venezuela momentos de estabilidad y crecimiento.
Carlos Andrés: el presidente que murió dos veces
Más que un hombre polémico, Ledezma describe al presidente Pérez como un hombre con visión de futuro. Defiende algunas políticas que fueron criticadas en su momento, pues a su juicio se entiende que fueron medidas para la modernidad del país. Entre esas decisiones, Ledezma señala la nacionalización petróleo y el hierro, la fundación del Sistema de Orquestas o algunas políticas sociales para ayudar a las familias venezolanas.
«Líderes como Carlos Andrés generan pasiones porque toman posiciones. Carlos Andrés se definía a la hora de analizar cualquier situación política, social o económica del país y mundo. Por eso generaba polémica. Un hombre reformista, desarrollista, modernizador por supuesto que generaba controversia. Todos los hombres estadistas visionarios generan polémica», señala Ledezma.
De allí su insistencia porque se conozca a un Carlos Andrés Pérez que enfrentó dificultades políticas, pero que con sus virtudes y defectos sirvió al país con un compromiso por llevar a Venezuela al desarrollo. De esa época, Ledezma recuerda sus mejores años en la política. Estuvo al lado del presidente como gobernador y como miembro de su equipo. Aprendió a ejercer la política por vocación y es lo que quiere transmitir a los jóvenes porque considera que debe nacer una nueva generación que ejerza el servicio público con valores y principios.
—El expresidente Carlos Andrés Pérez era un hombre que ha despertado todo tipo de pasiones en Venezuela. ¿Cómo quisiera usted que se recuerde a CAP?
—Líderes como Carlos Andrés generan pasiones porque toman posiciones. Tengo una anécdota. Estando el presidente preso en La Ahumada, me llama y me dice que quiere presentarme a alguien. Cuando llego era Gabriel García Márquez. Todo eso fue un debate entre García Márquez y el presidente. Carlos Andrés le reprochaba que lo había dejado solo en el trabajo de convencer o seducir a Fidel Castro para que tomara la senda de la democracia. Eso fue polémico. La propuesta del Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho generó polémica. Cuando creó el Sistema de Orquestas también fue polémico como cuando eliminó Recadi. Así como cuando cambió las ayudas sociales indirectas por subsidios directos. Por eso fue un líder polémico.
—También tomó decisiones que para algunos fueron acertadas a favor de la democracia, pero que posteriormente influyeron en el fin de su carrera política. ¿Usted considera que hizo lo correcto?
—Lo que hizo fue respetar los valores de una democracia. Un demócrata cabal es el que respeta la separación de poderes, y Carlos Andrés respetó la separación de poderes. El primer capítulo del libro se llama: «La profecía de David». Se llama así porque cuando se debate la designación del contralor y del fiscal general de la República, estando en La Casona, y se proponen varios nombres para el cargo de fiscal. Por ejemplo, se habló de Rafael Pérez Perdomo cuando surge el nombre de Ramón Escovar Salom; el doctor Morales Bello pide la palabra y pidió que constara en acta que se oponía la propuesta porque Escovar Salom estaba predispuesto contra CAP y haría todo para llevarlo a la cárcel. Lo recuerdo y todavía se me espeluca la piel porque lo que está en este libro no son inventos míos. Hay actas que por primera vez se revelan a la opinión pública. Carlos Andrés Pérez es el primero que habla de una renovación de la Corte Suprema de Justicia en la que había amigos suyos. Consideraba que así como se estaba renovando el país, era necesario que se abriera un compás en la renovación del sistema judicial. Pensó de buena fe. No es que era ingenuo, sino que pensó de buena fe y resulta que los actores políticos terminaron controlando la Corte Suprema y fueron contra Carlos Andrés Pérez. No es que CAP haya sido un tonto, lo que fue es un hombre íntegro que creía en la separación de poderes. El presidente decía que en una democracia era preferible el exceso de la oposición que el abuso del poder.
—Hubo diferencias entre los dos gobiernos de Carlos Andrés. ¿Cuáles considera usted que fueron las más importantes?
—La gran diferencia entre ambos gobiernos fue el tiempo. Carlos Andrés no cambió. Lo que cambió fue el mundo, el país. En este libro hay también una narrativa que permite apreciar que ambos gobiernos tuvieron cosas muy buenas. Las grandes inversiones se hicieron en el primer gobierno de Carlos Andrés. Se dice que dejó endeudada a Venezuela, y eso es mentira. Cuando CAP entrega el gobierno, los activos que tenía la nación eran infinitamente superiores al monto de las deudas, que tenía instituciones financieras del mundo porque Venezuela era un acreedor nato. Que en el segundo gobierno hubo cambios es verdad. El presidente se dio cuenta de que el mundo estaba cambiando y teníamos que pasar de la Venezuela rentista a la Venezuela de la economía del conocimiento, y de ahí a la diversificación de la economía. Mientras Chávez y Maduro destruyeron la industria petrolera y la minería -y a Carlos Andrés lo intentan tumbar por aumentar unos céntimos el precio de la gasolina- Carlos Andrés incrementó más de un millón de barriles en dos años. Cuando Carlos Andrés la tasa de desempleo era del seis por ciento, algo que comparaba con el resto del mundo, hoy en día más de cincuenta y seis por ciento de la economía activa depende de la economía informal. En el gobierno de CAP se estaba disminuyendo la pobreza, se controlaba la inflación, hoy en día la inflación es la más grande de América Latina, tenemos unos sueldos muy bajos. Por eso, el segundo gobierno de Carlos Andrés había puesto a Venezuela en la senda del crecimiento económico.
—Mucho se dijo de la situación económica del presidente Carlos Andrés Pérez. ¿Fue un hombre que murió con una riqueza?
—El presidente, por ejemplo, venía de manejar un negocio donde se movió una masa monetaria de más de cincuenta mil millones de dólares en el proceso de nacionalización de la industria petrolera, que como han dicho los expertos fue un proceso transparente. Cuando lo acusaban de corrupción, él decía que ni la tos ni el dinero se pueden ocultar. En el libro hay un capítulo que se llama «Mucha tos y sin dinero» y cuenta que un día lo llamo una Navidad y me atiende su compañera Cecilia y me advierte que no sabe si pueda hablar porque tenía una tos que no se le quitaba. Cuando me lo pasó, no pudo hablar; y cuando le digo a Cecilia que lo lleve al médico, me dice que tenían una deuda, y entre amigos hicimos una recolecta para mandarle dinero. Cuando muere en Miami, se hizo otra recolección y en el traslado, me tocó acompañar el féretro y todo eso lo pagamos entre amigos. No dejó bienes ni fortuna. Ahí está cómo viven las hijas y su familia. En este libro hay facetas que la gente debería conocer: por ejemplo, no tenía ritmo, pero le encantaba bailar; era un médico frustrado, era un trabajador intenso. Eso lo hizo un líder carismático. Un hombre sin rencores.
—Hay personajes en nuestra historia que hemos tratado con ingratitud. ¿Es el caso del expresidente?
—La historia, apresuradamente, lo está reivindicando. Hay quienes dicen que deben pasar varias generaciones para que un personaje sea reivindicado, y CAP, en el centenario de su natalicio, ha sido reivindicado. Carlos Andrés dejó una constelación de obras. Hay cosas que la gente no sabe, por ejemplo que inició el Teresa Carreño.
—Desde su visión como amigo, ¿cómo describiría a CAP?
—Fue un hombre solidario. Fue un hombre humanista muy sensible, que sentía angustia por las carencias de su pueblo, pero no especulaba con esas carencias, por el contrario trataba de ayudar a su progreso y por eso los programas como el Gran Mariscal de Ayacucho, por eso su política de impulsar el empleo y el fortalecimiento de los programas de capacitación. También fue visionario.
—No quiero irme sin hablar de la crisis actual. ¿Cree que es posible conquistar la libertad?
—Yo veo a Venezuela como un barco a la deriva sin timón. Desde el punto de vista político, el verdadero drama es la ausencia de una dirección que nos lleve a buen puerto y nos saque de esta ventolera. Por eso insisto de un liderazgo colectivo con hombres y mujeres que estén comprometidos con la libertad. Parece repetitivo decir que estamos infiltrados, penetrados y divididos, pero es necesario recalcarlo para que de una vez por toda tomemos conciencia de cuáles son los problemas y cuáles son las soluciones. La solución es que tengamos una dirección con gente que tenga valores y principios. Que sean capaces de sortear las dificultades.