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Análisis de entorno: sin electricidad, no habrá crecimiento

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Poco a poco el gobierno va tomando consciencia de que no basta con flexibilizar el tramo transaccional de la economía para estar bien y comenzar a crecer. Porque darle mayor profundidad a la economía, incorporando valor agregado industrial y de servicios, tiene un límite…mejor dicho, dos límites.

El primer limite es la electricidad, y el segundo, el recurso humano calificado, porque son los componentes básicos del PIB de cualquier país. Sin electricidad no hay PIB…y sin RRHH calificados, pues tampoco.

Para el primero, las noticias de esta semana revelan que hay una licencia aprobada por la OFAC para la empresa Siemens con el gobierno de Venezuela, que hasta el momento no aparece en la página de la OFAC bajo “recent actions”, por lo que tendería a poner en entredicho la afirmación; más que nada porque la fuente que lo menciona, ya lo hizo otras veces en forma fantasiosa, sobre Chevron, dando por hecho situaciones que nunca fueron ciertas…más que nada porque no eran materialmente posibles. Pero dejemos de lado si es cierto o no, o si es posible o no. Lo relevante es sacar a la opinión pública, y entre ellos al gobierno, la necesidad de trabajar sobre el sector eléctrico venezolano.

Para el segundo, que aún no es noticia -aunque debería serlo- la emigración se llevó nuestro bono demográfico, con énfasis en los jóvenes mejor calificados profesional y técnicamente, dejándonos sin la posibilidad de expansión económica. Es cierto que en los casos puntuales en los que se llegó a reactivar algún negocio, se consiguió que alguno que otro emigrante, regresara al país bajo el ambiente festivo de “Venezuela ya se arregló” y se incorporara a la burbuja -dicen que no mayor al 5% de la población- de los que pueden vivir con cierta normalidad. Claro que rodeados de un cordón de pobreza que impacta en la sensibilidad de cualquiera cuando se los ve deambulando sin rumbo por las calles de Caracas y comiendo de la basura. Pero lo cierto es que en algún momento deberemos importar RRHH, ya sea de los retornantes (poco probable), o de los países de Europa del este que están viviendo conflictos armados con perfiles catastróficos.

Ya conociendo las dos limitantes críticas, quiero concentrarme en el primero, la electricidad, que es la que está en las noticias. La electricidad que se consume en nuestra Venezuela deprimida no supera los 11.000 MW de generación, la cual proviene esencialmente de las plantas hidroeléctricas del Guri. Luego se transporta por el sistema interconectado en líneas de muy alta capacidad, 765kW, que se van bajando a 400 kW, y luego a las redes de sub transmisión y distribución de 230kW y 115kW. Vamos a asumir que nuestros cuellos de botella están en la distribución y en el transporte, por lo que una reparación mayor de turbinas, si bien es bienvenida, no representarían una solución práctica, porque la causa de los apagones a los largo y ancho del país, se deben al transporte y la distribución.

También es cierto que reponer generación térmica cercana a los centros de carga, descomprime al transporte mayorista y permite que ciertas zonas geográficas puedan ser alimentadas con menor riesgo de apagones. Lo importante es tomar consciencia de que la infraestructura eléctrica es crítica para poder fantasear con crecer.

Reparando y dando algún nivel de mantenimiento aquí o allá, no soluciona el problema de fondo. El diseño de nuestro sistema eléctrico fue preparado para un país con una talla cinco veces más grande que el que tenemos ahora; y es difícil ajustar y arreglarlo, y que quede bien. Son muchas tallas de diferencia, y hay que rediseñarlo y hacerle reigeniería, reversa primero para saber con qué piezas útiles contamos, y hacia adelante después para construir en base al nuevo diseño. Lo que tenemos hoy en día es muy costoso, antiguo y poco práctico. Hay que pensar desde cero y comenzar con una nueva arquitectura, donde volquemos las lecciones aprendidas.

Más allá del nuevo diseño, tiene mucho peso la transición, desde lo actual hacia lo nuevo; más que nada porque no se puede perder ni un electrón en el camino y hay que asegurarse que el servicio no se interrumpa.

Les propongo considerar los siguientes temas:

Revisar la ley eléctrica permitiendo la máxima flexibilidad posible en cuanto a los esquemas de propiedad y actores relevantes, así como para la diferenciación de los diferentes tipos de mercado

Crear las reglas de acceso al sistema de generadores, transportistas y distribuidores, así como de grandes y medianos clientes y usuarios

Revisar el rol del ministerio para concentrarlo en el manejo de la política pública y separarlo formalmente de la gestión

Transformar la estructura accionaria de Corpoelec convirtiéndola en una holding con apertura a la inversión privada, nacional e internacional

Crear la empresa de administración y gestión de los grandes operadores

Separar al país en distritos eléctricos, por factores de homogeneidad, donde se integren generación regional, transmisión en baja y distribución mayorista

Permitir el desarrollo de cooperativas eléctricas locales a partir de la distribución retail y la generación local

Re definir la matriz de energías primarias

Encapsular la generación del Caroní como un proveedor de última instancia, privilegiando, en el despacho, la operación de los distritos eléctricos

Crear la empresa nacional de transmisión troncal con el proyecto de anillar la red

Desarrollar el criterio de plantas térmicas cercanas a los centros de carga

Especializar la sub transmisión en industrial pesado, industrial, comercial y residencial

Cuando leía lo de Siemens me vino a la mente la industria eléctrica de Irán que maneja esencialmente tecnología Siemens de patentes libres.

Los temas críticos que habían ido postergando, poco a poco van alcanzando sus niveles orgánicos, porque la realidad con sus limitaciones son el mejor marcador de las posibilidades de crecer. Por ejemplo, en el tema petrolero, más allá de que se puedan conseguir o no las licencias por parte de la OFAC, para flexibilizar algunos tramos del negocio, solo podrán convertirse en acciones concretas, si hay claridad en las restricciones, y las verdaderas posibilidades de sortearlas.

Para EEUU, la AN del 2020 no tiene validez y solo reconoce la del 2015; por consiguiente ni la ley antibloqueo ni la de zonas económica especiales tiene validez, y tampoco la tendría una eventual modificación a la ley de hidrocarburos para dar mayor participación accionaria a cualquiera de las grandes que pudieran estar interesadas en el caso Venezuela.

O sea que cualquier posibilidad debería estar enmarcada en la legislación y normas aprobadas por la AN de 2015. De allí se desprende que cualquier actividad que esas empresas pudieran desarrollar, quedaría bajo la gerencia y control de PDVSA y de su marco usual de actuación; con los riesgos y consecuencias para la auditoría interna de la empresa extranjera.

Tendrían que generar mecanismos compensatorios especiales de control para asegurarse de no quedar atrapados en el riesgo reputacional negativo que pudieran representar los procesos internos de control de PDVSA. Lo cual es extensivo a cualquier empresa internacional que quiera operar con el gobierno de Venezuela y las entidades relacionadas, identificadas en las sanciones.

El petróleo seguirá siendo importante en el mundo, y también en Venezuela, por un tiempo más; más que nada porque la sustitución por energías limpias, a la larga tienen un basamento de energías no limpias; porque la electricidad tiene por detrás al gasoil y las demás, tienen productos de la minería que, por más ecológica que sea, siempre tendrá fósiles por detrás.

El crecimiento de la economía venezolana, la economía empresaria, no estará asociada al petróleo, porque, debido a las restricciones mencionadas, y por las características elitistas que ha tomado en Venezuela por estar en manos del estado; entonces la economía privada debe buscar caminos independientes de los recursos estratégicos, a menos que se llegara a una desestatización tal, que se abriera al mercado privado, y el estado se mantuviera como regulador sectorial y como colector de impuestos y regalías.

O sea, si el estado empresario, tal como lo conocemos se replegara a tal punto que permitiera que la economía práctica, a sus tres niveles, quedara en manos privadas, no solo no se sentirían las sanciones, sino que posiblemente el país sí podría emprender un camino de crecimiento.

Pero lo anterior es solo una expresión de deseo; porque la realidad es que el estado está muy presente; y se convenció de que el encaje de 73% es justo y necesario y no hará mayores cambios; que administrará el deslizamiento del tipo de cambio cambiando el patrón de intervención, tratando de evitar que busque –como está ocurriendo en este momento- sus valores de equilibrio, los cuales, desde hace tiempo, venimos diciendo que está entre Bs 10 y Bs 15.

No está claro si en esta escalada alcanzará esos valores, o si lograran ponerle un freno como lo hicieron entre octubre de 2021 y mayo de 2022. Luce difícil, pues se verán en la cuasi obligación de emitir bolívares para las fiestas, que comenzarán en el mes de octubre (Maduro dixit). Lo cierto es que, mas pronto que tarde alcanzará su equilibrio, el cual, con la evolución de las variables podría estar por encima de los parámetros que les había mencionado más arriba.

En otro orden de ideas, es muy difícil de entender en Venezuela que, estando el kirchnerismo en el poder en Argentina, la justicia pueda estar procesando a Cristina Kirchner, con una probabilidad importante de condenarla. O que, pese a la oposición del gobierno, la justicia retenga el avión iraní, y lo entregue a la justicia de EEUU.

En Latinoamérica tenemos desde falta absoluta de democracia, pasando por democracias imperfectas, hasta llegar a modelos que deberían ser copiados. Lo cierto es que, aspiracionalmente, la manera en la que los latinoamericanos nos concebimos a nosotros mismos, es en democracia, alternando gobernantes y partidos…y cuando eso no ocurre, nos preocupamos, y cuando realmente funciona, pues nos asombramos.

Con sus idas y venidas, la democracia argentina se ha ido fortaleciendo tras una época, ya lejana, de interrupciones golpistas militares, y ahora luchan por mantener los equilibrios entre poderes, como uno de los principios básicos de una democracia. Hay un mínimo de democracia cuando hay independencia de poderes, cuando hay alternabilidad presidencial y cuando los organismos de control funcionan. Sin eso, pues podrán llamarla como quieran, pero democracia no es. Y nada de esos eufemismos de que es una democracia a nuestra medida…hay no hay términos medios: o es, o no es.

Lo que si deberíamos pensar en Latinoamérica es trasladarnos a un sistema de representación parlamentaria que le dé más estabilidad en la relación de fuerzas. Porque en el caso de Venezuela, la gran coalición hoy llamada PSUV, es en realidad un grupo de partidos donde si bien responden a una línea disciplinaria única, su pensamiento es diverso, y lo será aún más. Cómo es posible que coexistan el Plan de la Patria con el liberalismo económico dolarizado.

Recomendación

Al gobierno: Que confirme formalmente el sentido de dirección, para dar señales firmes al entorno. Porque la sintonía fina que usa para administrar la resistencia interna al neo chavismo, insume un tiempo precioso que podría echar por tierra las mejoras y los avances. Porque el gobierno tiene el poder político como para dar el golpe de timón que nos enrumbe sin dudas por el camino que tímidamente, estamos transitando, que es la economía de mercado

A la dirigencia opositora: Que haga una revisión estratégica y refresque su sentido de dirección; porque todos los días se presentan estímulos que van cambiando el entorno político (o que deberían cambiarlo), y ellos mantienen el rumbo sin cambios. Y eso no es razonable: tienen que refrescar la estrategia y adaptarla

A la dirigencia empresarial: Que profundice la utilización del mercado de capitales, como mecanismo de reacomodo y reorganización patrimonial, a través de las finanzas corporativas. Fusiones, adquisiciones, OPA´s y debt equity swaps. Por ahí está el camino para optimizar nuestra capacidad instalada, y los costos y gastos asociados a su utilización relativa

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