Tal vez del lado opositor debería lograrse una disciplina interna que haga que las críticas cruzadas entre tendencias, se mantuvieran encapsuladas, y solo dejaran trascender lo que les suma de cara al chavismo, y de cara a sus propias bases, porque eso es lo que ha practicado el chavismo con mucho éxito. Ellos tienen profundas diferencias internas, pero una verticalidad a toda prueba.
Con lo anterior no quiero decir que los imiten, sino que sean conscientes del riesgo reputacional involucrado, y del impacto que esas peleas internas, que se hacen públicas, tienen sobre la credibilidad de las bases hacia sus dirigentes… la cual, por cierto, está muy golpeada.
A principios de 2016 hubo un conato de unidad, pero ciertas actitudes extremistas, como bajar los retratos de Chávez en forma despectiva, no calaron muy bien en todo el arco opositor, y comenzó la división. Posteriormente, luego de las marchas y presiones de 2017, regresó la unidad con los pronunciamientos de Trump y el nombramiento de Guaidó. Y hubo una férrea disciplina comunicacional, que duró hasta los eventos del puente de Altamira en mayo de 2019, momento a partir del cual, cada dirigente de primera, segunda o hasta tercera línea se sintió con el peso como para ocupar el espacio que quedó abierto cuando se abortó el intento de desestabilización.
Y en vez de reconocer como grupo que se había fallado, decidieron que era mejor echarle la culpa de todo a Guaidó y comenzar, cada quien, a sentir que él sí podía arreglar el país; gente que ni siquiera medía en encuestas o con muy bajo reconocimiento nacional, creyó que, ante el vacío, podía ocupar espacios. Y eso, sigue hasta hoy con más aspirantes a la presidencia que los que las bases, potenciales votantes, puedan reconocer o procesar.
Normalmente, la organización que se reconoce de hecho, tiene más legitimidad que aquella resultante solo del derecho… en este caso, la resultante de las primarias. Porque ante la falta de una organización formal, la misma sociedad, la interna y la del exterior, percibe que hay ciertos líderes, y que el resto son agentes más inclinados a la continuidad del estatus quo, que al cambio o la renovación.
Curiosamente pareciera que las críticas y las peleas internas de la oposición, están alcanzando niveles altos de pérdida de perspectiva, haciendo ver que la terrible situación país que vivimos con una economía del tamaño de Guatemala (eso era hace un tiempo… hoy debemos ser más pequeños), también tiene como responsables a los opositores.
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Y no hay nada más lejos de la verdad, porque el poder casi absoluto que ejerce el chavismo dentro del país, hace que no haya espacio como para la crítica o la oposición, no como nombre sino como acción. De hecho, con solo seguir los medios, se notará que hay un muy bajo nivel de críticas al gobierno; o por lo menos no el nivel de crítica que se esperaría después de tantos años de retroceso progresivo y acelerado, que está a la vista de cualquier observador casual y no especializado.
Un mínimo sentido de la responsabilidad política del lado opositor debería considerar seriamente que posicionarse uno mismo denostando de los otros potenciales candidatos, como mínimo deja un sabor amargo y aleja a ese aspirante de la simpatía de cualquier votante. Porque para el sentido común, continuar en la vía que vamos donde se ataca más a Guaidó que a Maduro, solo puede conducir a más abstención. Y a aumentar la brecha entre la dirigencia y las bases.
Porque no hay que perder de vista que EE UU es el aliado principal que tiene la oposición, y que tendrá que acompañar a cualquier gobierno que implique un cambio. Eso es importante porque buscar cortarse por su cuenta y chocar en, por ejemplo, el reconocimiento a Guaidó, no solo es hacerle el juego al chavismo gobernante, sino también perder el único anclaje que tiene la oposición con el resto del mundo.
La oposición se volvió complaciente y se acostumbró a la coreografía en la cual, al final de cada acto, siempre Maduro continuaba en el poder, y los opositores… bueno… haciendo como que se oponían… sin éxito… y con temor a un posible éxito… como si no tuvieran vocación de poder.
Y si a lo anterior se le suma que el gobierno está produciendo cambios impensables en lo económico, quitándole lo disruptivo a la oposición… bueno… más le vale a la oposición que se organice de una manera diferente, porque así, basando todo en las primarias, pues no solo no conseguirán la unidad, sino que terminarán mas divididos.
Porque del lado opositor aún sigue haciendo falta la oferta de cambio… qué es lo que se haría diferente, qué es lo que pasaría si no se llegara a un acuerdo interno, y terminaran, con o sin primarias, con varios candidatos. O si no lograran una buena participación y el candidato surgido del proceso no tuviera la legitimidad de base; o si finalmente se desconfiara de los resultados, tanto de las primarias, como de la elección propiamente dicha. Hay como muchas incógnitas y preguntas que se hace el pueblo llano, el cual, con tantos problemas para sobrevivir, ya fue perdiendo interés en buscar las respuestas. De hecho, el escepticismo es la sensación más frecuente.
Aún hace falta un líder que irrumpa, y a quien lo no le importe ser presidente sino cambiar las cosas. Y sin que sea la solución, el único que está haciendo esa tarea, en contra del resto de los dirigentes opositores es Guaidó… el elegido y apoyado por EE UU.
En lo económico estamos viendo un nuevo deslizamiento del valor del dólar, paralelo y oficial, podría responder a una estrategia de búsqueda del valor de equilibrio, pese a que, al haber inyectado nuevamente dólares a la economía, muestra que tratan de contenerlo, pero no tanto; porque al mismo tiempo, los pagos de la tesorería, especialmente los bonos comprometidos, ponen una presión adicional sobre el dólar, porque no hay otras fuentes de refugio transitorio. Y ya cuando se gasten, pues lo harán en dólares directamente, momento en el cual ya se le perderá el rastro, pero nunca se venderán como para que se logre un efecto contrario con una oferta privada de dólares.
Un dólar atrasado es un dólar que facilita e impulsa las importaciones; un dólar devaluado, si bien pudiera significar un impulso a las exportaciones, en nuestro caso, con una infraestructura productiva deprimida y estancada, en realidad podría inducir a inflación de oferta, que es el componente más importante de la inflación total que tenemos. Es cierto que ya no es la hiper que supimos tener, que fue el resultado de los controles y restricciones (principalmente cambiarias); pero aún sigue fuera de control la relación entre la oferta y la demanda de bienes y servicios.
Hace no mucho tiempo podíamos anticipar que para finales de año el tipo de cambio podría estar alrededor de los 10 bolívares por dólar; pero observando el comportamiento de estos últimos días, y estando en claro que el estado, buscando mantener la paz social y llevar las fiestas en calma, pues tendrá que incorporar a la economía los otros tres tramos del bono comprometido a pagarse en cuatro partes. Cosa que no ayuda a la deteriorada economía personal del venezolano promedio.
Mirando fuera de Venezuela, la segunda vuelta de las elecciones en Brasil pudiera presentar aristas diferentes a la primera vuelta, porque los minoritarios que no llegan a 10% no tienen el liderazgo ni la homogeneidad como para trasladar sus votos a quien ellos apoyen. El perfil de campaña cambia tanto que Lula tuvo que declararse en contra del aborto, cuando siempre había sido abortista. Lo que ocurre es que la distorsión de la izquierda los ha llevado a incorporar como característica estructural a los movimientos LGTBI, a los reclamos indígenas, a la identidad de género y al abortismo, lo cual choca de frente con las religiones cristianas, católica y evangélicas. Y eso, va a constituir el fiel de la balanza en la elección.
Una lectura comparativa a las redes sociales del Brasil muestra que en Facebook Lula tiene 5,1 millones de seguidores, mientras Bolsonaro tiene 14 millones, siendo Facebook más orientado a mediana edad. En Twitter, más comunicacional y de planteo de opiniones, Lula tiene 4,48 millones de seguidores, mientras Bolsonaro tiene 9 millones. En Instagram, la reina de las redes y la que, casi como Google, marca la existencia y la reputación de una persona, Lula tiene 7 millones, mientras Bolsonaro tiene 21,6 millones. Y en TikTok, la red incipiente, están más parejos con Lula 1,7 millones y Bolsonaro 2,6 millones.
Lo negativo, si ganara Lula, sería el regreso de la corrupción y la desconfianza en el gobierno, y que, como casi seguramente cambiarían la política económica exitosa de Bolsonaro, pues Brasil retrocedería. Y en nuestra Latinoamérica, si retrocede Brasil, retrocedemos todos. Bueno, tal vez Venezuela no tanto, porque estamos aislados como en una burbuja donde nada entra y nada sale.
La realidad de la guerra en Europa comienza a superar a las ficciones que veíamos en las películas. Estamos bajo amenaza de guerra nuclear táctica por parte de Rusia, y la OTAN arranca ejercicios nucleares en Bruselas. Es un juego de límites que, cuando uno lo veía en las películas, pues se ponía nervioso y se movía en el asiento… pero claro… era una película y sabíamos que no corríamos peligro, porque al final todo estaba bien.
Tristemente todo indica que el conflicto escalará aún más y que las armas atómicas tácticas pasarán a ser parte del arsenal de operaciones, y en vez de matar a cientos, como ahora, pues matarán a miles, o decenas de miles. Y la OTAN tendrá que intervenir porque sea o no Ucrania miembro de la OTAN, Rusia está vulnerando todas las zonas de seguridad que ellos tienen definidas.
Sin más, podemos anticipar que la guerra escalará, y que, miles de muertos después, terminará con la rendición incondicional de Rusia, con su desarme y desmilitarización, con su propio Nüremberg y el país dividido al menos en tres partes, donde China, tendrá la suya. Porque China terminará asociada a los aliados y reclamará su parte.
No hay que sacar del radar todo lo demás que está ocurriendo, especialmente las provocaciones de Corea del Norte, el delicado equilibrio del estrecho de Taiwán, y los movimientos reivindicativos en Irán. Así como las nuevas alianzas de Israel con sus vecinos, promovidas por EEUU, que le dan una mejor posición frente a su enemigo declarado, Irán, cuyo propósito de existencia es la destrucción de Israel.
Recomendación
- Al gobierno: que continúe despolitizando la economía, y le termine de quitar el perfil ideológico. Porque ya pudo comprobar que cuando sale la ideología, entra el mercado y termina de ordenar las piezas del rompecabezas empresarial. Pero claro… hace falta la voluntad política clara que marque el sentido de dirección; que, de una vez, terminen de pasar al sector privado las actividades empresarias en manos del estado.
- A la dirigencia opositora: que revisen su estrategia y su línea de tiempo. Porque si se adelantan las elecciones como parece que va a ocurrir, pues se producirá una desbandada y cada quien querrá hacer cosas por su cuenta. Lo cierto es que la rigidez burocrática con que se están manejando los opositores no auguran un gobierno flexible si llegaran a hacerse con el poder. Deben estar atentos porque cada vez escucho más gente desilusionada, más dirigentes que quieren ir por su cuenta.
- A la dirigencia empresarial: que impulse fuentes privadas de financiamiento extrabancario, apoyándose en el mercado de valores como plataforma flexible para adecuar los excedentes de algunos, con las necesidades de otros. El mercado de valores es como una plastilina que poco a poco va haciéndose más maleable y más fácil de adaptarse a las necesidades de las empresas. De las empresas serias con buena institucionalidad y gobernanza, con buen patrimonio, y con generación de flujo de caja sólido y estable en el tiempo.
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