VENEZUELA

Análisis de entorno: La esperanza como motor de crecimiento

por Avatar Benjamín Tripier

El pensamiento estratégico que debería primar en el ambiente empresario venezolano es “esto es lo que hay”; no lo que hubo, ni lo que debería haber, sino los recursos con los que realmente contamos; además de aquellos que, dada nuestra situación especial de aislamiento inducido, pudiéramos ser capaces de obtener.

En línea con lo anterior, la creatividad y la innovación, formal o informalmente, se han convertido en herramientas para sacarle el máximo posible a los recursos disponibles. Recursos humanos, de disponibilidad de planta, de acceso a insumos y materia prima, siempre en el marco restrictivo de acceso limitado a la electricidad y a los combustibles.

En ese marco hay que reconocer que el repliegue del gobierno en el campo económico ha permitido liberar las fuerzas productivas con un proceso orgánico de escepticismo que poco a poco va siendo sustituido y dando pie a la esperanza; la cual, a su vez, se ha convertido en el punto de palanca para fantasear con la recuperación de la confianza. Aún falta mucho para recuperarla, y hay intencionalidad y voluntad privada para hacerlo, pero tanto el modelo político como la credibilidad del marco jurídico, se convierten en los obstáculos más importantes.

Las dos medidas que sirvieron para arrancar el cambio fueron la eliminación de la Ley de Ilícitos Cambiarios y permitir que el sistema de precios de referencia alcance sus propios niveles… ambas medidas combinadas lograron que en general la economía alcanzara unos primeros equilibrios y nos sacaran de la hiperinflación.

Pero claro… la tarea aún no está completa… faltan medidas que muestren que las anteriores no fueron movimientos políticos defensivos, y que pueden ser utilizadas como punto de apoyo para la construcción del futuro… nuestro futuro hoy, es la suma de cortos plazos, todos de no más de 90 días. Y así, es difícil darle fondo las cosas.

Ahora, entrando en el tema del título de este trabajo, la esperanza es un estado mental optimista que se basa en la expectativa de resultados positivos con respecto a los eventos y circunstancias en la vida de uno, o en el mundo en general. Las expectativas son las previsiones que los distintos agentes realizan sobre la magnitud que, en el futuro, tendrán las variables económicas que son relevantes a la hora de prever el rumbo que tomará nuestra economía, y el impacto directo en nuestras condiciones de vida.

En el proceso predictivo no se consideran solo datos de periodos anteriores, sino que se incluye el posible comportamiento futuro, que se deriva de anuncios de políticas y el comportamiento de los mercados, tanto a nivel nacional como internacional.

La esperanza, si bien se apoya en ideas, creencias   y preconceptos, tiene también lo que llamo la habilidad hidráulica de abrirse paso en los espacios limitados, con solo una pequeña pendiente o una abertura.

Cada persona que abandona el país, o que por quedarse cae en depresión es una víctima potencial de la desesperanza, a la cual le costará encontrar la esperanza sin pasar primero por el escepticismo.

Tenemos que convencernos de que la pobreza –los pobres- no son una estadística, sino que son personas unitarias, con sus propios problemas y preocupaciones, con sueños, aspiraciones y proyectos; y que, si bien son fácilmente agrupables por ciertos factores de homogeneidad, eso no les quita la individualidad.

Por lo que las soluciones, si bien desde el gobierno se ven como subsidios y programas sociales; y desde la empresa como proyectos de RSEX, en realidad, y dado el estado del arte de la tecnología (big data, crowdsourcing), debería existir la posibilidad de configurar soluciones individuales que hagan que la gente, en este caso los pobres, no se perciban como objetos de inventario commoditizables, sino que tienen algún valor individual para aportar a la sociedad y dejar de ser esa “masa” de gente que no se sabe qué hacer con ellos.

Los pobres son personas y no números en una estadística.

Pasando al tema económico, la apertura de la frontera con Colombia es tal vez el hecho resaltante capaz de romper la inercia de negocios dentro de nuestra burbuja de aislamiento. Es como una válvula de descompresión que permitirá una mayor formalización de nuestra actividad económica ya ganada por la informalidad; tanto en el flujo de bienes y servicios, como en los medios de pago que se usan: el peso colombiano en la frontera, y el dólar americano en el resto del país.

Desde hace tiempo vengo promoviendo el mismo tipo de liberalización que tenemos en el resto del país, para que sea aplicado en la frontera económica con Colombia.

Las opciones son: o permiten que allí pase lo mismo que en el resto de las aduanas y haya una fluida circulación, o se inclinan por las restricciones.

Si se eligieran las restricciones se estaría consolidando el comercio informal, ahora con una restricción menos, lo que tal vez podría abaratar el costo del comercio; porque unas de las primas de ilegalidad, las trochas, ya no sería necesaria, porque podrían circular por los puentes oficiales.

En el tiempo previo al cierre de la relación, el comercio bilateral había alcanzado los 8 mil millones de dólares. Pero claro… era otra economía y hasta otro perfil de país. Esta nueva Venezuela es mucho más pequeña y con necesidades de importación de las de siempre, y de las nuevas, producto del aislamiento inducido por las sanciones.

Nuestro perfil de país, el anterior y el actual, por diseño, estaba casi forzado a una balanza comercial no petrolera deficitaria, porque nuestra exportación principal era (y en cierto modo sigue siendo) el petróleo, y con esos ingresos importábamos todas las necesidades tanto de productos terminados como de insumos, maquinarias y equipos.

El nuevo perfil económico es postpetrolero, y aunque durante un tiempo el estado seguirá financiándose con el petróleo, el sector privado deberá encontrar su sustento fuera del campo petrolero.

Hay que estar atentos a los nuevos flujos de negocio, por dónde pasan y quiénes los están administrando. A diferencia del pasado donde por exceso de dinero no se le dio importancia la rentabilidad marginal o al mantenimiento, en esta etapa, quien emprenda un negocio, ya sea “enchufado” o no, deberá saber del negocio en que se involucre; porque ya no habrá un estado que salga a su rescate; principalmente porque el dinero que hoy se usa, sale del bolsillo de un privado; más allá de ese dinero lo hizo de buena o de mala forma…a ninguno le gusta perderlo. Estamos condenados a hacer las cosas bien.

En lo internacional, la guerra en Europa está cada vez más cerca de realmente convertirse en una verdadera guerra. Putin hizo amenazas nucleares, y EE UU se las respondió más fuerte. El Nordstream en el Báltico sufrió daños que, según Alemania, lo inhabilitarán en forma permanente… se acabó el gas ruso para Alemania, y para Europa. Todo indica que esto, lejos de terminar, seguirá ampliándose.

Es de imaginarse que Putin sabe lo que está haciendo, porque sigue internándose en un campo para el cual ningún país está preparado, y, menos que menos, haberlo planificado: que es el de haber sido convertido en un verdadero paria internacional, rechazado y repudiado por sus vecinos más importantes que son los europeos.

Y que nadie diga que no, que los verdaderos vecinos son los chinos, porque desde la época de Mao ya se habían cortado las vías estructurales de suministro de energía desde Rusia. Tan es así, que China cambió los sitios de refinerías y plantas térmicas desde el norte, hacia la costa… reemplazó el suministro de Rusia por tierra, por el suministro internacional por mar, en las costas.

Los referendos que intentó Rusia no tienen más validez que para ellos mismos, porque el resto del mundo (chinos incluidos) respetan la soberanía de Ucrania, incluyendo a Crimea como parte consustancial de su territorio. Y mientras haya territorios ucranianos ocupados por los rusos, no habrá negociación, y el resto de Europa no cederá. Muy simple… si le admiten esto a Rusia, el futuro de Europa oriental se pone complicado.

Los recursos de Rusia están llegando al límite, mientras los de la OTAN, todavía no han entrado en escena. Cuanto más se estira el conflicto en el tiempo, menos chance tiene Rusia de sostener la estructura con la que comenzó el conflicto el 24 de febrero de este año.

Todo indica que Putin se encontrará con una presión interna que podría costarle caro, y que, si se lanzara una operación militar desde la OTAN, pues no podría detenerla. Está jugando con fuego, porque por ahora el conflicto está en una parte acotada de su frontera europea; pero si se agrandara, los frentes serían tan amplios que pudieran incluir hasta Kamchatka.

El abandono de las inversiones petroleras en Venezuela por parte de las empresas rusas, no es sino el síntoma de que ya no pueden mantener posiciones de ningún tipo fuera de los límites cercanos a sus fronteras. El mundo se les está estrechando y pronto no podrán salir…ya Lavrov tuvo que hacer todo un periplo esquivando espacios aéreos prohibidos para ellos, para llegar a la ONU en NYC.

Y pronto se convertirán en tóxicos para relacionarse con cualquier país… por fin van a entender qué es lo que significa tener verdadero poder. Si ellos sancionan a alguien, pues no le mueve el amperímetro a nadie… y eso es extensivo a los chinos cuyo poder e influencia también es limitado. Ahora…si quien sanciona es EE UU, la situación es muuuuy diferente… bueno… ahora ya saben.

En esta parte del mundo debemos pensar con pragmatismo y, en lo posible, desideologizar las decisiones… porque una equivocación nos puede salir más caro que lo que le está saliendo a Rusia en este momento. Y nosotros, aquí en Venezuela, somos mucho más vulnerables, y no tenemos mucho que ganar a cambio. Más bien tenemos todas las de perder.

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