Sin nuevas señales debe entenderse que el nuevo gobierno de Estados Unidos está en un proceso de acomodamiento para ir creando el marco jurídico y referencial en base al cual comenzar a emprender una nueva etapa para la cual creó expectativas importantes… y que la experiencia dice que no necesariamente van a cumplir en su totalidad.
Lo cual es razonable porque cualquier gobierno democrático del mundo al tener un tiempo limitado, y con una cierta racionalidad, sabe que debe establecer prioridades y que el tiempo no dará para cumplir todas las que se propuso.
Ya cuando Trump fue elegido presidente por primera vez y revisando resúmenes de los libros que exponían su perfil de personalidad, se podía notar que la herramienta más importante de su accionar personal y empresario era la amenaza en sí misma, sin que fuera necesario cumplirla.
Porque el poder de la amenaza, en sí misma, ya desalentaba a la otra o las otras partes, y no era necesario llegar a cumplirlas. Durante su gobierno anterior esa fue la estrategia permanente habiendo logrado resultados limitados, pero no habiendo tenido que cumplir ninguna de sus amenazas.
A lo mejor decir ninguna es un poco extremo, pero en realidad se refiere a amenazas de cumplimiento fácil y sin daños… ninguna guerra o ninguna invasión. Aunque sí, por ejemplo, dar de baja a Qasem Soleimani, el más peligroso de los generales de la guardia iraní.
Las amenazas gruesas para este nuevo periodo tienen que ver con la recuperación del Canal de Panamá, con la incorporación de Canadá como parte de los Estados Unidos, con la compra de Groenlandia, y con el cambio de nombre al Golfo de México. Además de la oferta de terminar la guerra entre Rusia y Ucrania en 24 horas.
Ya solo con la amenaza, Panamá ha ordenado auditorías a las empresas chinas que operan en el canal para asegurarse que no están incumpliendo el pacto de neutralidad que coloca a Panamá bajo el paraguas defensivo del Pentágono; pacto este que de no ser administrado juiciosamente puede convertirse en un instrumento permanente de intervención por el derecho que tiene Estados Unidos a intervenir en Panamá, en cualquier lugar, y no solamente en el área del canal.
Porque en realidad el canal lleva en sí mismo características estratégicas para la defensa de los Estados Unidos que traspasó la administración a Panamá, pero sujeto a condiciones que no se revirtieran en contra de la seguridad de los Estados Unidos.
Considerando que la palabra seguridad o las amenazas emergentes son discrecionales en su entendimiento y en su alcance, porque el hecho de que sea cierto el supuesto de que el canal está recibiendo una influencia muy fuerte de China, y China haber sido proclamada en los últimos años como la amenaza más importante hacia los Estados Unidos, puede dar pie a considerar que la neutralidad del canal está siendo afectada y que debe ser recuperado.
Esa sería la interpretación limitada y acotada de los acuerdos Torrijos-Carter y las enmiendas asociadas, porque en la acepción más amplia sería asumir el control de Panamá como nación y todo lo anterior cumpliendo con normas de legalidad de ejecución forzada. Es debido a eso que la sola amenaza ya está produciendo los resultados y que siguiendo el mismo patrón de comportamiento tal vez Trump no se vería obligado a cumplirla porque Panamá haría los ajustes para volver a ponerse a derecho. Más que respuestas grandilocuentes del presidente de Panamá, sería importante que revise sus papeles y blanquee la verdadera situación.
Las amenazas y la explicación del caso del canal, son elementos referenciales para indicar que por parte de Trump no hay declaraciones vacías, sino que todas responden a una lógica geopolítica que lleva a que EE UU debe aumentar su presencia en el Ártico por ser la zona estratégica de mayor vulnerabilidad para su defensa interior. Así que ya saben… estos dos años siguientes, antes de las elecciones de medio término en EE UU, deben dar pasos decisivos para blindar su zona de influencia.
Lo anterior nos lleva a poner en la misma perspectiva el caso de Venezuela que ya, desde enero de 2015, está declarada para ellos como “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad interior de EE UU”, por lo que rápidamente debe hacer que deje de ser una amenaza.
Porque en realidad, Venezuela siempre fue un aliado incondicional, y solo con las ideas extremistas del chavismo es que comenzaron con las agresiones, los insultos y descalificaciones (p.ej. “aquí aun huele a azufre” refiriéndose al presidente Bush o el desaire del evento en Mar del Plata), que nunca respondieron.
Porque poner de enemigo a los americanos era el lugar común de los izquierdistas latinoamericanos; tal vez en otros países pudo haber resultado más fácil. Porque Venezuela fue “civilizada” por las petroleras norteamericanas que hicieron que nuestra cultura fuera esencialmente “gringa”. Y eso quedó demostrado cuando luego de 25 años de tratar de denostarlos, el chavismo no pudo evitar que nuestra moneda fuera el dólar y que el deseo de los migrantes que salieron por millones huyendo del chavismo, fuera EE UU la primera opción, así después hubieran tenido que elegir lo que pudieran.
Hasta que a esos gringos se les acabó la paciencia con el gobierno de Maduro, por el peligro que significaba introducir en la región por la puerta de Venezuela, a fuerzas que nunca hubieran podido entrar en la Latinoamérica, como militares rusos e iraníes, puerta franca para Hezbolá, y zona de alivio para las FARC y el ELN. Sin contar con que las dos refinerías más grandes están en manos de Irán, y que tienen conjuntamente una fábrica de drones, además del ensamblado de fusiles Kalashnikov AK47, el arma usual en las fuerzas del terrorismo mundial.
Porque queda claro que, con un cambio de gobierno, esas fuerzas terroristas quedarán sin el sustento del gobierno chavista y tendrán que retirarse, porque el único valor que encuentran estando allí es el de refugio y pie en la puerta de Latinoamérica.
Bueno, los anteriores parecieran argumentos suficientes como para justificar la necesidad de buscar la salida del chavismo. Pero, además, está el tema del narco y del Cartel de los Soles, que promueven el lavado de dinero, el comercio de armas y la trata de personas… todas actividades complementarias, asociadas al narcotráfico.
Otra referencia importante es que durante la Segunda Guerra Mundial, última gran guerra, Venezuela fue el proveedor confiable de combustible para las fuerzas aliadas. Y como ahora estamos entrando en algo similar -aunque con un perfil más híbrido- es importante para ellos ayudar a recuperar la producción petrolera venezolana, que fue destruida en manos del chavismo… y que, así como está, no le sirve a nadie… ni siquiera a los venezolanos, porque lo poco que ingresa por ese concepto, o bien se lo roban (según declaró Maduro, solo Tareck el Aisami se llevó 26 mil millones de dólares), o bien lo usan para reprimir y sobornar. De allí que, en EEU U, a la producción de Chevron la reconocen como petróleo de sangre.
Edmundo González participó en evento previo a la investidura de Trump.Foto EFE/ Octavio Guzmán
Volviendo al tema de la amenaza como herramienta de los americanos, es posible que con el chavismo no les funcione, porque ya lo vivieron y superaron en el primer gobierno de Trump. Para que ahora las amenazas funcionen van a tener que venir acompañadas de hechos concretos muy fuertes de presión, para darles una cierta credibilidad. Esta vez, al chavismo no lo van a correr con amenazas… algo duro van a tener que hacer…
No hay que perder de vista el ángulo del narcotráfico, tema por el cual ofrecen 25 millones de dólares por la captura de Maduro y otros 25 millones por Diosdado Cabello. En unos pocos días el secretario de Estado Marco Rubio debe presentarle a Trump la lista con la designación de carteles y otras organizaciones como organizaciones terroristas extranjeras y terroristas globales”. Si en esa lista apareciera el Cartel de los Soles, junto a los que ya se esperan que estén, CJNG y Sinaloa, entonces se abriría un flanco nuevo en la presión sobre el chavismo.
Mientras tanto, desde el chavismo siguen operando como si no estuviera pasando nada y continúan con planes (que en 25 años nunca se han cumplido) en lo económico, con los motores y la privatización, llamando a elecciones y movilizando a las fuerzas militares en maniobras para demostrar un poder militar que los que conocemos la verdadera situación, sabemos que el esfuerzo desplegado en las maniobras, les carcome la capacidad de respuesta en un caso real.
De todos modos, están basados en información del G2 cubano que les dice que es poco probable que los ataquen militarmente bajo bandera, por eso es que hacen lo que hacen… si llegara a haber algo militar, seguramente no sería bajo bandera y sería a través de un caza recompensa.
Porque el ejercicio de seguir como si no pasara nada, no cambia la realidad de que sí siguen pasando cosas, y esta vez, con grandes y profundas fracturas internas, todo indica que no podrán salirse con la suya. Es que la revolución ya se agotó, y cada vez les cuesta más mantenerse en el poder.
El tema de los rehenes extranjeros está generando análisis y movimientos exploratorios para tratar de rescatarlos… y ahí hay otra opción de algo armado. Lo cierto es que internamente también hay pensamientos de rescate de los prisioneros políticos que mantienen y que allí también hay otra fuente de conflicto.
Por primera vez pareciera que Latinoamérica está en el radar de la Casa Blanca, y que tendremos un rol especial que nos generará mayor riqueza y bienestar, comenzando con un tratado de libre comercio para la región, liderado por Javier Milei de Argentina.
Porque lo que sí parece un hecho es que el Brasil de Lula quedará fuera de toda relación con EE UU, y mucho mas después de haberle impedido a Bolsonaro asistir a la toma de posesión de Trump. Además de ser muy anti Estados Unidos en los Brics y de ser la cabeza del Foro de sao Paulo, el centro de extrema izquierda más importante de la región… bueno… Lula, para él, es un enemigo.
Y el caso de la Colombia de Petro, tiene algo de parecido con lo de Lula, pero con menos importancia… pero definitivamente Colombia también se quedó afuera del juego que EE UU tiene planteado para Latinoamérica.
Los invitados a la asunción, Milei y González Urrutia (también estuvo Noboa de Ecuador) ya comienzan con puntos a favor, sabiendo que cuentan con el respaldo del país más poderoso del planeta, y que los proyectos que tienen en cartera los tendrán en cuenta.
Javier Milei. Foto: EFE/ EPA/ SHAWN THEW
Recomendación
- Al gobierno: que en el tiempo que les queda, y dentro del plan de privatizaciones (que debería incluir a Pdvsa), trabajen en el due dilligence como para tener un panorama real de cada empresa. Porque solo el nuevo gobierno contará con la legitimidad y credibilidad como para emprender un proceso a gran escala. También deben tomar consciencia de que muchas de las empresas en manos del estado, todas quebradas en libros, ya están atrasadas tecnológicamente, y que, con un marco de inseguridad jurídica por la falta de reconocimiento a la legalidad del gobierno de Maduro, no llegarán muy lejos. Hay que ser realistas.
- A la dirigencia opositora: que arbitre los medios internos como para producir los movimientos de calle que, junto con las presiones externas, puedan llegar a que el chavismo entienda que su tiempo terminó y que ha llegado el momento de retirarse. Y deben manejar los tiempos y las acciones para estar alineados y en sincronía con el gobierno de Trump, que es el principal aliado que tiene Venezuela.
- A la dirigencia empresarial: que, en algún momento, más pronto que tarde, van a tener que oponer resistencia, porque siguen presentándose en público y atendiendo propuestas y planes, que saben que no tienen futuro, por la ilegitimidad del gobierno. Y según puede verse, cada vez están más cerca Fedeindustria y Fedecámaras, actuando como si ambas fueran lo mismo, ambas apoyando y alineadas al poder del chavismo, y todo lo que eso significa.
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