VENEZUELA

Análisis de entorno: Estado versus mercado, la pulseada permanente

por Avatar Benjamín Tripier

Las restricciones a las que han sometido las sanciones al gobierno, han impulsado un repliegue cada vez más evidente del Estado chavista, tal como lo conocimos, y lo ha ido llevando a que cada vez haya más libertad económica, y a limitar los controles solo a aquellas medidas que ya forman parte del nuevo credo económico bolivariano.

Las sanciones de Estados Unidos no parece que se vayan a flexibilizar (y menos a levantar) por ahora, por lo que hay que considerarlas una restricción dada para nuestra ecuación económica, las cuales, al afectar al sector público y sus funcionarios, solo impactan al privado por el ya conocido overcompliance de bancos y proveedores, con el cual también nos hemos acostumbrado a convivir y sobrellevar.

Mucha de la liberalidad está ocurriendo “de hecho” y aún no “de derecho”, moviendo nuestra filosofía hacia el derecho consuetudinario: las cosas pasan porque funcionan, y no porque están normadas. Lo cual genera unas dosis de incertidumbre que ralentiza el desarrollo de esta nueva economía que se está levantando desde los escombros de lo que, hasta hace no mucho, supo ser la tercera economía de América Latina, con una envidiable infraestructura energética… con electricidad suficiente para exportarla a Colombia por Cuestecita-Cuatricentenario y por San Mateo-Corozo, y a Brasil por las Claritas en la vía de Santa Elena de Uairén.

Lo cierto es que al permitir que el sector privado se haga cargo de la economía, toda la resiliencia comenzó a convertirse en resultados positivos… magros al principio, pero creciendo de a poco… utilizando la resiliencia como plataforma, y el optimismo informado como motor habilitante.

Y el Estado chavista, participando tímidamente, aflojando ciertos mecanismos de control que son los que nos llevaron a convertirnos en la economía número 11, detrás de Panamá y Guatemala, y más cerca de Cuba o Haití. Y lo de tímidamente, tal vez debería ser reemplazado por temeroso (porque de tímido, en realidad, tiene poco), porque comienza a navegar en un territorio para el cual no tiene mapas (para la versión original tenía al Plan de la Patria) ni navegantes conocedores de la economía de mercado.

Los funcionarios podrán leer sobre eso, pero no está en su ADN económico, y difícilmente puedan continuar si no comienzan una verdadera transición, permitiendo que los que sí saben de mercado, se incorporen en la formulación de políticas públicas. Eso es algo que ocurrirá… paulatinamente, pero ocurrirá; los cambios se van produciendo lentamente, y como les decía más arriba, lo hacen de hecho, y se van internalizando y asimilando en la economía.

Aquí habría que incorporar a la política como factor habilitante de lo que nos pasa y de lo que no nos pasa. Hubo una presión político económica inédita en la primera etapa del chavismo, con y sin Chávez, que resultó en afectar profundamente las bases de nuestra economía, y que nos aisló del mundo con el que interactuábamos, para arrastrarnos a esa especie de submundo de lo que los americanos llaman “los parias de esta tierra”.

Ahora, en la etapa de lo que he llamado el “neo chavismo” -que es la que estamos viviendo actualmente- se ha requerido de un poder político casi sin precedentes, para que, con muy poco apoyo popular, poder aumentar más de un millón de veces el precio de la gasolina, permitir la libre circulación del dólar, levantar los controles de precios, facilitar la importación, salir de una híper inflación de más de 1.000 puntos, prácticamente unificar el tipo de cambio, e impulsar el mercado de capitales, entre otras cosas.

Por eso, a esta etapa política la denomino, la de la consolidación del chavismo; porque logró acomodarse entre los parias, mantener a raya a los Estados Unidos, y prácticamente anular a la oposición, que hoy en día es meramente referencial; porque no tiene poder o influencia fronteras adentro. Y no hay fuerza democrática institucional a la vista que haga suponer que, en el pico de su poder, vaya a ceder un gobierno que les tomó al menos 26 años construir y consolidar.

Lo anterior es para anticipar que el chavismo tiene el poder suficiente como para impulsar más cambios, pero no está muy claro en cómo hacerlo, por un lado, y en las consecuencias políticas, que esas decisiones les pudieran acarrear.

Mientras tanto, y para poner en perspectiva lo anterior, recomenzó una ofensiva generalizada desde el gobierno de Estados Unidos para impulsar un cambio de gobierno en Venezuela; y dicen que sería por vías democráticas; aunque hay rumores de que el otro camino, el de la invasión, también está sobre la mesa; aunque lo considero poco probable, y en lo personal no lo creo ni lo deseo; pero hay redes hablando de eso.

Siempre asumiendo que el grupo “progresista” del gobierno de Biden aboga por levantamiento o flexibilización de sanciones no tiene mucha fuerza, y que cualquier decisión en ese sentido podría incidir negativamente en las posibilidades políticas de Biden y de los demócratas. La campaña en contra del chavismo en EEUU es sólida y profunda en el ánimo de los estadounidenses, aunque hay que estar claros, que, para el pueblo en general, que a veces no sabe ni siquiera dónde queda Venezuela, es un tema de baja importancia. Además, todo indica que para Biden y para los demócratas hay otras batallas más importantes por las cuales asumir riesgos políticos.

El aumento desmesurado de los precios en artículos de consumo básico está llevando el problema económico a nivel social. Lo que queda de la clase media se ve obligada a sacrificar los estándares de consumo que la caracterizaban, y está comenzando a perder atributos culturales como la casa o el carro, los cuales tiene que vender para mantener un nivel de sustento vital.

La alternativa es descender de segmento y sumarse al nivel más alto de lo que se conoce como pobreza. Y por más que la matriz comunicacional trata de atribuírselo a las sanciones, las encuestas muestran que la responsabilidad se la atribuyen al gobierno.

No obstante, hay que resaltar que, si bien los niveles de rechazo son muy altos, en el caso de Maduro han comenzado a mejorar los indicadores positivos, los cuales, si bien aún permanecen muy bajos –alrededor de 25%- han ido mejorando con la explicación de que está intentando hacer cambios para mejorar la calidad de vida. Que hasta el momento lo va logrando solo para una minoría; pero se trata de la minoría capaz de generar fuentes de empleo para el resto de la sociedad. Es un movimiento muy débil aun, pero la sociedad le reconoce la intención.

No obstante, hay que estar atentos al tema social porque las capas más bajas de la pirámide socioeconómica se están agrandando y lo están pasando muy mal; y allí podría haber una fuente de malestar y protesta que pudiera salirse de las manos. Principalmente por que los encargados de desarticular las protestas y reprimirlas cuando llega el caso, pertenecen a esas mismas clases que están protestando. Allí hay una alerta que debe ser tomada en cuenta.

Es muy grande la cantidad de gente que está fuera del ámbito de protección de la RSEX, por lo cual quedan prácticamente en manos del gobierno que se ha debilitado mucho en la arquitectura de ayudas, y en la manera de alimentar esas ayudas. La sociedad parece tranquila, pero no lo está…

El tema del mercado de valores está avanzando lentamente pese a que es el ámbito adecuado para el proceso de transferencia al sector privado de las empresas en manos del estado. Estas dos empresas, Cantv y Banco de Venezuela, con su 5% y 10%, respectivamente, inicial cada una, son un primer paso para una política no escrita, pero que redundará en más empresas públicas en manos privadas. Ya de hecho, el viernes pasado la Vicepresidente Ejecutiva anunció la salida al mercado de los emprendimientos conjuntos de Pdvsa, y Maduro, unos meses atrás había anticipado la salida al mercado de empresas de la CVG.

Porque en realidad, si no hubo reacción adversa con los cambios que ya produjo, no hay indicios de que los vaya a haber con los que falta por desarrollar, tal como la decisión estratégica de pasar a manos privadas toda actividad empresarial que esté en manos del estado…incluyendo al sector eléctrico y al petrolero.

Les hablaba del nuevo credo económico bolivariano, que incluye la restricción al crédito bancario, confinando a la banca a un rol más de servicios financieros que de intermediación. No hay indicios de que el súper encaje se vaya a alivianar, excepto por los ajustes coyunturales que nunca superan 10%, y luego se reabsorben.

El financiamiento a la actividad económica, especialmente en esta etapa de reactivación paulatina, y aun con mucha desconfianza, está originándose principalmente en aportes del accionista, a través de la importación tanto de inventarios y partes, como de algunos equipos de planta y transporte.

La siguiente fuente se origina en el flujo de caja operativo de las propias empresas, y recién allí aparece el crédito bancario tradicional, muy acotado y concentrado en una cartera privilegiada que prácticamente no tiene morosidad.

Pero claro, ante la necesidad de crecer, y en la conciencia de que las fuentes mencionadas son limitadas y limitantes, comienzan a estimularse otras, como la bolsa de valores, con la emisión de papeles comerciales que van creciendo, y la banca off shore que va cubriendo los espacios.

Lo cierto es que nuestro ecosistema económico se va adaptando y reacomodando a las circunstancias, y encontrando vías para su desarrollo. Como en los sistemas hidráulicos, cualquier mínimo desnivel, es aprovechado como flujo.

Cuanto más mercado y menos estado haya, más rápidamente podremos ir recuperando los niveles de actividad que puedan comenzar a absorber la gigantesca masa de pobres, que ahora también comienza a estar integrada por familias que pertenecían a la clase media, y están perdiendo los atributos que los caracterizaba.

Porque no se trata de crecer por crecer, sino para reconstruir el tejido social económico, a través de las pymes y los emprendedores, que se constituyen en los engranajes que vinculan a la gente con el trabajo, al trabajo con los bienes y servicios, y a estos últimos, nuevamente con la gente; esta vez en su rol de consumidores. Ese circuito virtuoso está cortado y hay que reconstituirlo.

Para lo que queda del año no debemos esperar grandes cambios, sino más bien poner en práctica y dinamizar las estructuras que se han ido creando, con un dólar alcanzando sus niveles de equilibrio, cercano a los Bs 8 por dólar; aunque hay que reconocer que un dólar atrasado como ahora, abarata las importaciones y sirve como un freno más a la presión inflacionaria estructural que nos caracteriza (Cost-push inflation), donde siempre la oferta de bienes y servicios es inferior a las posibilidades de la demanda; esto resultante de la recesión continua y muy baja utilización de la capacidad instalada de planta, que venimos arrastrando, y que el pequeño rebote de la economía de este año, no será suficiente para cambiar la tendencia.

Nuestra sociedad está reorganizándose, esta vez sin ingresos petroleros constantes, y con los pies sobre la tierra. Cada vez más conscientes de que la pobreza es un plomo en el ala de nuestras posibilidades para resurgir. Pues en nuestros mejores momentos económicos, no nos dimos cuenta de su importancia, y finalmente terminó arrastrándonos al abismo. Eso no nos puede volver a pasar.

Por cada punto del PIB que cualitativa y cuantitativamente recuperemos, deberemos bajar al menos un cuarto de punto de pobreza. Nuestra recuperación debe ser armónica.

Y tal vez, el concepto clave para nuestra recuperación sea “construcción de confianza”, lo cual es difícil de asimilar, porque hay un pasado, con los mismos actores, que iba en un sentido opuesto al actual. Y ahora habría que confiar en que el nuevo sentido es el verdadero. Más que nada, porque tiene lógica y responde al sentido común.

No hay que perder de vista el aspecto monetario pues hoy hay un cono de oscuridad en gran parte de nuestra liquidez que es en dólares y pesos colombianos, y no en bolívares.

El gobierno está moviendo las piezas en el rumbo adecuado, pero lo está haciendo descoordinado y con mucha lentitud. Porque si bien los tiempos políticos son perfectos, los económicos son otros; son diferentes y no son perfectos…lo que sí requieren, es rapidez, certidumbre y un horizonte de planificación, que aún no tenemos. Mucho discurso, muchas fantasías, y pocas realidades.

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