Si bien es cierto que la esperanza es el gran motor de la supervivencia, es importante tener claras las bases que la sostienen. Desde hace meses nuestra economía –y la esperanzas asociadas- vive alimentada de informaciones y rumores que tienen visos de realismo y que generan un conjunto de acciones orientadas, en unos casos a anticipar decisiones, y en otros a posponerlas. Y cuando terminas dándote cuenta de que la información que circulaba, ni siquiera era posible que ocurriera, entonces aterrizas en que siempre, algo de dinero perdiste, por no verificar las fuentes.
Los tres puntos de referencia internacional que hoy tiene Venezuela están relacionados con Colombia, EE UU e Irán; cada uno por diferentes razones, pero todos atados por el mismo patrón de aislamiento que nos caracteriza. Porque con Irán logramos apoyo en lo petrolero, con EEUU estamos atados a su poder, y con Colombia, atados (y a veces desatados) por la vecindad.
Y de los tres, EE UU es el que tiene el poder de permitir y no permitir, casi cualquier cosa; mientras los otros dos son válvulas de descompresión, que a veces funcionan y a veces no.
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Esperanza… con los pies sobre la tierra
Para entender la relación con EE UU, y poner los pies sobre la tierra, debe ponerse en primer plano, y como una restricción dura que supera cualquier relato, que para ellos somos “una amenaza inusual y extraordinaria” contra la seguridad interna de EE UU; y que además tenemos unos rehenes americanos que ahora, últimamente, están claramente tipificados por una orden ejecutiva específica de Biden.
Mientras esos dos elementos estén vigentes, toda conversación o acercamiento, siempre tendrá como objetivo, liberar a los rehenes primero, y conjurar la amenaza inusual, después. No hay que perder de vista que no se trata de un tema del poder ejecutivo de EE UU, sino de una política de estado, apoyada por los dos partidos, que trasciende presidentes.
Es interesante como Europa en su conjunto, por una cuestión de principios, y por la historia, decidió enfrentar la falta de combustible, sometiéndose a penurias, con tal de no apoyar la brutal invasión de los rusos a Ucrania, que es percibida como solo el principio de una embestida más fuerte, tratando de correr las fronteras de Rusia a las que, en el pasado, definieron la cortina de hierro.
Ahora, imagínense a EE UU vulnerando las dos anclas que les mencioné más arriba, por unos pocos barriles de petróleo que pudiera proveer Venezuela, y que para colmo no son estables por los temas de falta de energía y de mantenimiento en nuestro país. Porque podrá producirse algo de petróleo, pero convertirlo en gasoil, ya requiere de la infraestructura de refinación y electricidad, que están deterioradas e inestables.
Lo del petróleo con EE UU, entonces, sería un subproducto de los temas ancla: democracia para lo de la “amenaza inusual…”, y liberación de los rehenes.
La esperanza como política de Estado tiene la dificultad de que a medida que se van cayendo las zanahorias que la representan, deben ir siendo reemplazadas por otras, todo de acuerdo a una realidad cambiante y conflictiva. Desde los trascendidos y rumores infundados sobre Chevrón y Siemens, que la lectura esperanzadora convierte en posibles (aunque nunca terminen de ocurrir), hasta los empresarios optimistas, pasando por el “Venezuela ya se arregló”, pareciera que están de acuerdo en esconder debajo de la alfombra los niveles brutales de pobreza que, según la UCAB, superan 90%, con casi 80% de indigencia.
Solo cuando en la ecuación hagamos visibles todas las variables, podremos hacer que la esperanza sea un camino, y no una quimera.
Lo social se está convirtiendo en un plomo en ala de nuestras posibilidades. La descompensación de la matriz de RR HH disponibles, versus necesidades a ser satisfechas, nos está llevando a que la población activa que permanece en el país, no tiene las habilidades (y a veces ni la edad) para cubrir las necesidades de un posible crecimiento. Si como dice la ONU, casi 7 millones de personas han emigrado en los últimos años, el gran peso de esa emigración está en lo que nos enorgullecía, que era el bono demográfico.
Debemos hacer un esfuerzo desde la empresa privada (y también personalmente aquellas personas que puedan hacerlo) para incorporar cada uno a la gente que pueda, ya sea capacitándola, ya sea ayudándola; y en el caso de los menores, asegurándonos que asistan a la escuela… que estudien.
Podemos llegar a perder toda una generación si no actuamos coordinadamente entre todas las fundaciones, asociaciones y ONG que hoy, gracias a Dios, trabajan en forma denodada y desinteresada por el bienestar de los demás.
La Responsabilidad Social Empresarial Extendida –RSEX- pudiera ser una respuesta, si cada unidad de producción, por pequeña que sea, y en el sector al que pertenezca, pudiera asumir una metodología común de establecer áreas de influencia, y asumir un mecanismo de aproximación a las comunidades que rodean a cada una.
Lo económico
Pasando a lo económico, la corrida cambiaria de la semana pasada, con un deslizamiento importante del dólar oficial y del paralelo, no fue una crisis, pero si fue una alerta de que hay distorsiones de fondo que pueden hacer que hasta el más común de los problemas pueda resultar en la desestabilización de todo el sistema.
El deslizamiento del valor del dólar del último mes significó la subida de un escalón más en el camino que lleva de devaluación indetenible. Hubo una meseta de varios meses –entre octubre 2021 y mayo 2022- por debajo de cinco bolívares por dólar, que se logró con una inyección semanal importante de dólares por parte del BCV, pero sabiendo que se estaba controlando/reteniendo una presión inflacionaria muy fuerte; además de los elementos intrínsecos de la moneda ancla, que es el dólar americano, como la inflación en EE UU, y la escasez del billete usado de baja denominación, cuya provisión al mercado depende de factores exógenos y fuera de control.
Porque si bien la cotización y disponibilidad de dólares son importantes en la construcción de la inflación por el lado monetario, no hay que olvidar que por las condiciones estructurales que limitan la posibilidad de aumentar la producción, el lado de la oferta tiene una influencia decisiva como generador de la inflación de precios; la cual volvería a las dimensiones de varios miles de puntos de inflación al año, si no se hubiera derogado la ley de ilícitos cambiarios, y se hubiera permitido, informalmente, la libre circulación del dólar en nuestra economía (“una válvula de escape que yo la veo como positiva” Maduro dixit).
Él dólar, entonces, alcanzó un nuevo piso en el entorno de los ocho bolívares, con presión orgánica hacia los nueve bolívares por dólar… o sea que se mantendrá, como una meseta con pendiente positiva, en la parte baja de esa banda por un tiempo, hasta que un nuevo disparador, generalmente inyección grande de bolívares por parte del Estado, lo impulse a un siguiente escalón.
El anuncio presidencial sobre que la Navidad arranca en octubre, normalmente va acompañado de una inyección de bolívares, los cuales, al no estar respaldados por reservas, ni por actividad económica, presionarán directamente sobre el valor de dos inventarios escasos: los bienes y servicios, y los billetes de dólar. Y saltaremos al siguiente escalón, antes de que termine el año, el cual, dependiendo de la disponibilidad de los dos inventarios mencionados, podría superar los 10 bolívares por dólar.
Isabel II
Hablando del fallecimiento de la Reina de Inglaterra. La seriedad y el prestigio que en forma sostenida ha tenido Isabel II, han sido el soporte de la continuidad de la monarquía británica y de haber mantenido unida a la Commonwhealth.
Mantenerse durante 70 años en el tope de aceptación y popularidad personal es algo envidiable en un líder de estos tiempos. Y eso, tal vez sea, porque no era un líder de estos tiempos…
25% del pueblo inglés que es republicano y no monárquico, tendrá su oportunidad de volver a la carga… hasta ahora no pudieron, porque el perfil de Isabel II era tan fuerte, que hasta ellos la admiraban. Mantuvo la estabilidad institucional en los mejores y los peores momentos.
Dios la tenga en la gloria.
Plebiscito
Cambiando de tema, el plebiscito chileno sobre la modificación de la constitución resultó en un contundente rechazo a la propuesta por 62,2% de consenso nacional, con una participación histórica de 80% de la gente inscrita que superó los 12 millones de votantes en un país de 19 millones.
Se están encaminando a un nuevo proceso constituyente, que podría, o bien leer la voluntad de los chilenos y eliminar los extremismos que esta tenía, o intentar (típico de las izquierdas latinoamericanas) forzar la voluntad del pueblo, pese a la claridad del mensaje. Lo que debería quedar claro es que “no es no” y mostrar lo que hasta ahora Chile había demostrado que es la madurez democrática que el resto de la región; con algunas excepciones, ha ido mostrando que es capaz la izquierda de aceptar los reveses. Y si fuera así, Chile volvería a ser referencia de democracia.
En el caso Colombia hay que estar atentos a la posición de Petro, cuya verdadera agenda aún no se adivina…se intuye, pero es difícil saber cuál será el recorrido. Los inesperados y sorprendentes comentarios que hizo sobre los resultados del plebiscito en Chile, más parecen un mensaje interno a Uribe, que a Pinochet, quien ya está fuera de la historia chilena, porque hasta la constitución que data de su época, no era de él, sino de la realidad política que caracterizaba a los chilenos en esa época, y que todo indica que se mantiene; no es Pinochet, sino que son los chilenos y su propio perfil antropológico y social.
Regresando a Petro, se encuentra, en relación a Venezuela, con la necesidad de reactivar esa frontera y bajar el nivel de amenaza que significa tener un enemigo cruzando el río; además de reactivar la economía regional, primero, y, poco a poco, y solo si es posible, reincorporar el mercado venezolano a la economía colombiana. Recordar que desde que Venezuela salió de la CAN, los colombianos se mudaron al Pacífico y orientaron su economía para ese lado; por consiguiente, pueden seguir viviendo sin nosotros; sería buenísimo para ellos que nos incorporemos, pero no tienen el apuro que deberíamos tener nosotros; así no lo demostremos, nosotros los necesitamos más a ellos que ellos a nosotros.
En fin. La relación con Colombia es aún impredecible pese al optimismo y la esperanza que una apertura está generando. Cuando ocurra –porque todo indica que sí ocurrirá- habrá que ver el cómo ocurrirá, porque en estos años, mientras estábamos enemistados, pasaron muchas cosas y esa frontera se informalizó de una manera rotunda y casi estructural. Habrá que ver si hay disposición de los grupos que hoy detentan el poder en la zona, de permitir que los negocios legales prosperen.
Recomendación
- Al gobierno: que, ha llegado el momento de revisar el enfoque político, y reorientarlo para alinearlo en la misma dirección del resto de la región; países que, sin sacrificar soberanía, no andan peleando y distanciándose de todo el mundo. Porque vamos perdiendo cada vez más espacio, y nuestras relaciones integrales están seriamente limitadas.
- A la dirigencia opositora: que entienda que, sin unidad activa y comprometida, no hay ninguna posibilidad de cambio, y sí una garantía de permanencia del estatus quo. Y con primarias, tal vez consigan un candidato (aunque lo dudo…siempre tendrán más de uno) pero no conseguirán ni líder, ni unidad. Las cosas están cambiando rápidamente, y la oposición no hace ajustes en su estrategia, cuando debería hacerlo. Eso se llama gerencia estratégica.
- A la dirigencia empresarial: que continúe en la línea de aproximación directa con el empresariado colombiano, estableciendo, a priori, las líneas básicas netamente de negocios, para ser sometidas posteriormente al gobierno. Lo ideal –muy poco probable- es que se despolitice al máximo posible la relación comercial y de inversión. Facilitando las propuestas y pensando en forma innovadora y disruptiva. ¿Es posible pensar en un mercado de capitales extendido e integrado?
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