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Análisis de entorno: El “cueste lo que cueste” les está explotando en la cara

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Por lo único que el 10 de enero es importante, es porque ese día, si Maduro se niega a entregar e insiste en retener el poder, es el día en el que él, arrastrando al chavismo en su totalidad, y a la izquierda latinoamericana con él, entrará, ya sin argumentos ni relatos, en la ilegitimidad y la ilegalidad. Y desde allí, una vez que haya cruzado esa línea, ya no habrá vuelta atrás… y su destino estará sellado.

En cambio, en el caso de Edmundo González, él ya es el presidente electo, legal y legítimamente, y a ese estatus, no hay quien pueda quitárselo… Y para él, pase lo que pase, el 10 de enero, será solo una formalidad… porque la presidencia ya le corresponderá, y su siguiente paso debe ser asumirla.

Este último domingo del 2024, a dos días de terminar el año, podemos decir que la inmensa mayoría de la sociedad venezolana no ha abandonado el “modo transición” en el que comenzó su inmersión progresiva y evolutiva el 22 de octubre del año 2023, con la contundente victoria de María Corina Machado en las elecciones primarias de la oposición.

Y que dieron como resultado natural la aplastante victoria electoral del 28 de julio, que sin duda dará lugar a un masivo apoyo popular a la toma de posesión de la presidencia de la República por parte del presidente electo Edmundo González Urrutia el próximo 10 de enero… O sea 12 días después de que esta columna dominical sea leída por ustedes.

Pero claro, es más fácil decirlo que hacerlo, porque del lado del chavismo -claro perdedor de las elecciones- no hay ninguna intención de entregar el poder, sino, todo lo contrario, de sostenerlo como ellos dicen “a cualquier costo”. Y ese cualquier costo que tenía un cierto valor al 28 de julio, se ha ido incrementando en la medida de la brutalidad con la que se han comportado con el pueblo de Venezuela. 

Porque por lo que se ve, no hay nada bueno para quienes impulsaron o se prestaron para ese juego macabro… y por cada día extra de retención ilegal del poder, el costo tenderá a crecer en forma exponencial… y no habrá ni olvido ni perdón.

Un pueblo -que antes supo ser chavista- y que, al no haber votado por ellos, se convirtió en un enemigo -y un blanco- al cual hay que destruir o echar del país… o ambas cosas como le pasó al teniente Ronald Ojeda que se fue del país y fue destruido-asesinado ya estando en la República de Chile.

Estamos arrancando el año 2025 con la casi certeza de que habrá una turbulencia política debido al choque de las bases populares en su “primavera venezolana”, para lograr que el chavismo abandone el poder; chocando contra las fuerzas de la barbarie, represión y muerte, qué es la cara oscura de la revolución, y que se manifestó en toda su brutalidad y salvajismo a partir del 28 de julio pasado… se sacaron la máscara y se mostraron tal cual siempre fueron, habiendo sido buenos en disimularlo y esconderlo todo lo que pudieron…

Ya cuando Chávez era también un presidente electo democráticamente, la sospecha que había, y que hacía que el tema no terminara de cerrar, era que un movimiento liderado por un teniente coronel golpista, a sangre y fuego (porque eso fue el 4F) en Latinoamérica, no iba a terminar bien… 

Dicho y hecho… están saliendo de la historia por la puerta de atrás, expulsados del corazón de un pueblo que se sintió traicionado, porque dejan un país destruido, como tierra arrasada, después de más de 25 años de corrupción, incompetencia y arbitrariedad apoyada en una fuerza militar que no estuvo a la altura de sus antecedentes… porque de ser libertadores, pasaron a ser opresores.

Ya a estas alturas resulta un eufemismo hablar de las divisiones internas en el chavismo las cuales, si bien son ciertas y profundas, una de las vertientes -la que hemos llamado los radicales- se ha terminado imponiendo con todo su peso sobre el resto del gobierno, del partido y de todos aquellos políticos, funcionarios, empresarios y analistas, que resultaron arropados y que a estas alturas ya no tienen mucho más para hacer que compartir el destino que se han ido labrando con sus acciones.

Borrando de esa manera las fronteras que unos meses atrás los identificaba como los “institucionales” dispuestos a entregar el poder, porque habían comprendido que el pueblo ya no los quiere, que las bases de los militares tampoco los quieren, que sus amigos han tomado distancia, y que las sanciones, todo indica que, en cualquier momento, también les van a cortar el flujo de ingresos.

Siempre he sostenido que el país que más influencia ha tenido, tiene y tendrá sobre Venezuela, durante mucho tiempo, es EE UU, que agotó su paciencia negociadora y caerá sobre el chavismo como un tsunami que los obligará (y ya ha empezado a ocurrir) a desbandarse y entrar en un sálvese quien pueda, para minimizar los daños personales, que sin duda van a sufrir todos aquellos que alentaron la revolución y que impulsaron y que se aprovecharon de la tristemente célebre frase de ”cueste lo que cueste”.

Porque en vez de tanta soberbia sin sentido, deberían negociar su entrega con María Corina Machado, mientras puedan, porque sin duda será más benévola que los gringos que se la tienen jurada… En el nuevo equipo de gobierno de Donald Trump no hay un solo actor que no tenga la firme voluntad de sacarlos del poder y hacerlos pagar en forma inmisericorde… Por eso, con María Corina Machado y Edmundo González, tendrían más posibilidades… pero bueno… si esa es su elección, pues que se atengan a las consecuencias, que no serán buenas.

Por lo que debemos anticipar un período complejo de pérdida de gobernabilidad, que no solo cerrará los mercados, sino que se puede prever un vaciamiento institucional por abandono de las cabezas que, por ejemplo, impedirá que se reponga la luz cuando se corte, y nos adentraremos en un periodo anárquico que no durará mucho, pero durante el cual ellos aplicarán el concepto de «raspar la olla» dejando al país en escombros, lo cual puede incluir, como les vengo diciendo, que en su huida arrasen con los dólares privados en las bóvedas de los bancos.

El tenebroso escenario de los párrafos anteriores es fácilmente previsible tanto para los que están ocasionando los daños, como para los que tendrán la patriótica responsabilidad de repararlos una vez que haya cambiado el gobierno.

Trump narcotráfico

Donald Trump. Foto: AFP

Desde el punto de vista de Estados Unidos, las negociaciones terminaron, y en estos días se sentirá la mano fuerte del gobierno de Biden en su salida, así como el mazazo del gobierno de Trump en su llegada.

Porque los trascendidos en el entorno del gobierno norteamericano que entra, es que el énfasis se dé a la aplicación de las órdenes de captura por narcotráfico, terrorismo y lavado, sin por eso abandonar todo lo asociado a los derechos humanos, la corrupción, y a la restauración de la democracia. 

Porque, para el caso venezolano, cuando se habla de Estados Unidos, en realidad se está hablando de una coalición de países aliados liderada por los Estados Unidos, quienes tienen como mandato solucionar con urgencia la situación de Venezuela, y permitir que, lo antes posible, un nuevo gobierno legítimo y legal se haga cargo de la administración del país; y restaure poco a poco la confianza y credibilidad de las instituciones venezolanas que el chavismo se ocupó de bastardear y llevarlas a un nivel de destrucción que costará restaurar.

El año 2025 será el año del cambio de gobierno, porque el cambio conceptual en la mente y en el espíritu de los venezolanos ya ocurrió, y se manifestó el 28 de julio, por lo que, si bien el 10 de enero es una fecha constitucional que define formalmente el comienzo de la nueva etapa, el punto de inflexión con cambio de pendiente, ocurrió mucho antes y ya no tiene vuelta atrás.

Todo el peso del cambio está ahora en las manos del pueblo de Venezuela en su totalidad, ya no está más, como supo ser en el pasado, en las manos de los Capriles ni de los Henry Ramos de la vida, que fueron garantes de la “convivencia y permanencia” que les convenía a sus intereses. 

Y por más que traten de comprar en forma desesperada a estos personajes, ellos ya no tienen “vela en este entierro” y, pese a que lo están intentando, no podrán torcer el cambio alentando divisiones internas, sacando argumentos extemporáneos, o intentando socavar “desde adentro” la unidad que tanto costó, y que finalmente se logró; justamente porque ellos ya se quedaron afuera.

No obstante, hay que decir, que hay grupos políticos que no tienen votos ni bases populares, así como empresarios enchufados, que creen que aun la revolución puede salvarse, y que ellos seguirán haciendo de las suyas. Que son los que asistirán a la “toma de posesión” en el Palacio Federal y quedarán inmortalizados del lado oscuro de la historia, transmitiendo ese estigma a hijos y nietos portadores de apellido.

Esta última columna del año tiene como propósito dar un mensaje al querido pueblo de Venezuela para ayudar a renovar la fe, y colocar toda la energía en hacer que el cambio se concrete… porque el cambio depende de cada uno de nosotros, cada uno desde su propio espacio y haciendo lo que le toca… no esperemos soluciones milagrosas… pongamos nuestro esfuerzo y trabajo para hacer que las cosas ocurran… Como dicen los gringos: Make it happen.

Venezuela ya se despertó y eso no tiene vuelta atrás…

Recomendación de fin de año

  • Al gobierno: que entienda que el futuro también existe, y no será cómo quieren que sea, y, si lo saben leer bien y a tiempo, pueden ser parte de él. Como siempre, las decisiones son individuales, porque el futuro es individual.
  • A la dirigencia opositora: que mantenga la confianza, y siga creyendo en la visión de una Venezuela próspera y sin pobreza, y con esa guía, siga trabajando para hacerla realidad, porque el cambio es ahora… ya… y hay que comenzar a gobernar.
  • A la dirigencia empresarial: que se prepare para tsunami, y no pierda de vista el contexto, porque aún no es tarde para hacerse parte del cambio y evitar quedarse “pegados” en lo que la historia calificará como la etapa más oscura de la vida de Venezuela como nación.

 

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