1. Estas palabras de Antony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, pronunciadas el 13 de septiembre en la Universidad Johns Hopkins, es una lección magistral de pragmatismo político:
2. “Las democracias hermanas siempre serán nuestro primer puerto de escala, pero estamos decididos a trabajar con cualquier país, incluso con aquellos con los que discrepamos en cuestiones importantes, siempre que quieran cumplir con sus ciudadanos, contribuir a resolver los desafíos comunes y defender las normas internacionales que hemos construido juntos”.
3. Se refiere, por supuesto, a las relaciones con países cuya práctica “democrática” es cuestionable, y con gobiernos claramente tiránicos.
4. Lo dicho por Blinken no es nada nuevo para los Estados Unidos. Roosevelt se asoció con el tirano Stalin para derrotar al fascismo alemán, se asoció y armó a los tiranos talibanes para enfrentar y derrotar a la URSS, se asoció con el tirano Saddam Hussein para derrotar a los ayatolás de Irán, y Donald Trump se hizo amigo de Kim Jon-un, el tirano más asqueroso del planeta, buscando acuerdos nucleares de interés mundial.
5. Lección política: cuando se trata del interés de una nación y del mundo, hay que pasar por alto diferencias que podamos tener con todos aquellos que puedan ser nuestros aliados potenciales en una causa superior.
6. El foco consiste en unir fuerzas para lograr una victoria que beneficia a todos. Eso es alta política. Si occidente no se hubiese aliado con Stalin, hoy el idioma más universal no hubiese sido el inglés sino el alemán, y las democracias serían una excepción en el planeta.
7. Una lección útil para el gobierno y la oposición de Venezuela, y de manera especial para Acción Democrática (que cumple hoy 82 años) fracturada por grupos que dialogan amenamente con el gobierno pero son incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos para evitar el colapso histórico de un partido con una trayectoria formidable.