El sociólogo Amalio Belmonte considera que para discutir el presupuesto de la Universidad Central de Venezuela con el gobierno de Nicolás Maduro y plantearle los proyectos para hacer de ella una de las principales universidades del mundo no es necesario vestirse de rojo ni compartir intereses ideológicos. Por el contrario, recuerda que es una obligación del Estado proveer condiciones para evitar la deserción y procurar la preservación de las instalaciones de este recinto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Belmonte actualmente ocupa los cargos de secretario y de vicerrector administrativo de la UCV y ahora, a sus 78 años de edad, aspira llegar al rectorado. El profesor, que ha centrado sus conocimientos en el sistema político y en la educación superior venezolana, reconoce la capacidad y los logros que han alcanzado las autoridades universitarias a pesar de las dificultades.
Y se mostró seguro de que pueden llegar más lejos. «Tenemos cosas del pasado que nos afianzan como institución, un presente que vive, que está activo, y un futuro auspicioso. Creo además en la imaginación transformada en idea y en acción. Es parte de lo que nos permite pensar que es importante y adecuado optar por la posibilidad de ser rector de la Universidad Central de Venezuela».
Belmonte egresó en 1974 de la Universidad Central de Venezuela. Es investigador, magíster scientiarum en Ciencias Políticas e Historia Contemporánea de Venezuela y también culminó el posgrado de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en esa casa de estudios.
Los comicios en la UCV están previstos para el próximo 26 de mayo.
El investigador forma parte del gobierno universitario desde el año 2008 por el limbo jurídico en el que el Tribunal Supremo de Justicia sumergió a las universidades autónomas, que se opusieron a la intervención en su reglamento electoral y en sus decisiones internas. Pero, para destrancar el juego, las autoridades académicas finalmente consideraron y ajustaron algunas estipulaciones del máximo tribunal sin abandonar su autonomía.
—¿Por qué tomó la decisión de postularse como candidato al Rectorado de la Universidad Central de Venezuela? ¿Siente que eso es lo que quiere la comunidad ucevista?
—Voy a responder como diría un político venezolano, que no se nombra para no crear discrepancias: si usted es candidato, tiene que demostrar que quiere serlo. Yo quiero ser candidato, no es que sienta que hay algo prominente detrás de mí ni que personas acudieron presurosas, no; es una convicción individual que uno somete a consideración de los amigos, de los posibles aliados y lo presenta a la comunidad. Es una decisión de carácter personal y tuve la oportunidad de concertar un equipo que me acompaña en esta fórmula y que tiene dos años trabajando en actividades relacionadas con la vida universitaria. Entonces, somos un equipo consolidado que acompaña esta aspiración y eso es muy importante, un candidato que está convencido de ser candidato y un equipo que tiene la misma convicción. Quiero ser candidato porque creo en la capacidad de la universidad, los logros alcanzados en medio de dificultades, y porque creemos además que esta universidad no ha sobrevivido, sigue viviendo. Hay una suerte de adrenalina académica que hace que la universidad sea un proceso en curso, con dificultades en muchas ocasiones, pero que nos permite tener esperanza activa, no contemplativa. Esa esperanza activa que pondremos nosotros tiene que ver con sueños, pero también con proposiciones, con iniciativas y con todo aquello que conduzca a transformar en hechos lo que estamos proponiendo. Tenemos la posibilidad de que la comunidad universitaria de la UCV nos ayude, apostamos por eso, porque tenemos cosas del pasado que nos afianzan como institución, un presente que vive, que está activo, y un futuro auspicioso. Creo, además, en la imaginación transformada en idea y en acción. Es parte de lo que nos permite a nosotros pensar que es importante y adecuado optar por la posibilidad de ser rector de la Universidad Central de Venezuela.
—Como vicerrector y parte del gobierno universitario saliente, y además de su amplia experiencia universitaria, ¿qué ha hecho por la UCV?
—Lo más importante que nos ha correspondido a las autoridades que estamos aún en ejercicio es que hemos defendido a la institución, hemos mantenido los principios que la rigen y, además, sus atribuciones, como la capacidad para seleccionar sus estudiantes, la autonomía universitaria y lo más importante, en este momento que estamos hablando de elecciones, es que hemos podido concertar a la comunidad interna con los factores externos para tener un reglamento que, si bien es provisorio, es un reglamento que le permite una salida democrática a la institución. Porque la institución ha estado obligada a no convocar a elecciones por una decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Entonces nos correspondió estar al frente de la institución más allá del lapso previsto, enfrentar todo ese esfuerzo, concertarnos con otros sectores de la UCV para defenderla, creo que es un logro importante que no solo lo he hecho yo, sino los decanos, la comunidad ucevista, el resto de las universidades y, en general, todos aquellos que se identifican con los derechos de la universidad. Nosotros hemos estado aquí haciendo un esfuerzo colosal para que la institución siga existiendo, para que cumpla 300 años con nobleza, con dignidad y con futuro. Y yo creo que ese es un mérito que, si bien es cierto no nos transforma en héroes, en todo caso dice que hemos estado constantemente al frente de la institución. En muchas instituciones ha habido intervenciones, medidas inadecuadas por parte del gobierno nacional, y aquí se ha intentado. Ciertamente hemos tenido algunas amenazas de carácter judicial, otras de carácter político y nosotros las hemos enfrentado con los términos correctos con los que tenía que hacerlo la Academia.
—Hay personas que creen que las autoridades de la UCV cedieron ante el TSJ al permitir la realización de las elecciones bajo sus condiciones.
—Quien se plantee proposiciones desafiando el orden establecido en toda su expresión, es decir, que la universidad desacate decisiones de un TSJ que, por mucho que lo cuestionemos, tiene legitimidad, está allí y tiene capacidad para actuar, hubiese sido una irresponsabilidad de las autoridades, del Consejo Universitario y de todo aquel que actúe en la universidad. Es una irresponsabilidad pedir que se desafíe, como así fue aconsejado, la decisión de la Sala Constitucional y que convoquemos a elecciones como hicimos en el 2012 —cuando nos correspondió y la Sala Electoral nos multó y suspendió y nos obligó a mantenernos hasta ahora—, desde una perspectiva que ponga en peligro a la institución. Nosotros hemos sido, por supuesto, el discurso duro, agresivo, desafiante y de dicterios contra el TSJ y eso pareciera presentarnos como una suerte de héroe que no se rinde, que pareciera no ceder. Pero, en este caso, hay un contexto concreto en el que había que buscar una salida razonable, donde no se sacrificó absolutamente nada porque lo que tiene el reglamento como elemento nuevo es que incorporó a otros sectores de la comunidad universitaria, pero le dio privilegio a los sectores académicos. Es decir, que la decisión final, la proporción que tienen los sectores académicos en el universo electoral que va a designar a las autoridades tiene que ver con el día a día de la universidad, que es un poco la investigación, la docencia y todo aquello que se reduce al artículo 109 de la Constitución.
—¿No podían seguir en resistencia?
—Hacerlo de otra manera es prolongar una situación de indefinición, de ansiedad, de exilio interno de la comunidad, de apatía, de indiferencia, de falta de esperanzas. Prolongar eso habría sido, de verdad, una irresponsabilidad de nuestra parte. Hubo un acuerdo que permite una salida honorable a la institución, podemos discutir si lo correcto era desafiar a toda la institución y someterla a una inhabilitación, a una multa y que el gobierno nacional decidiera quién rige a la universidad. Eso hubiera sido una irresponsabilidad de parte nuestra. Claro, un gesto muy romántico, que se agota en un día. Los gestos en la política se agotan en un día y a lo mejor pasan a la historia como gesto, pero no como futuro, no como capacidad para actuar y defender la institución. Desde ese punto de vista, el acuerdo al que se llegó es honorable y la institución funciona en un contexto difícil, complicado, no solamente nosotros sino el resto del país.
—¿Confía en que el chavismo permitirá una elección con normalidad?
—Ninguna elección en Venezuela está libre de tener vulnerabilidades y esta no es una excepción, pero, en todo caso, he hablado de un acuerdo razonable. Los sectores oficialistas tienen candidatos a rector, que es el profesor Miguel Alfonzo, le estoy haciendo cuña gratis. El Conejo Nacional de Universidades designó al ministro del momento, en este caso Tibisay Lucena, para que discutiera con las universidades el reglamento respectivo que va a servir de soporte a las elecciones. Eso fue discutido conforme a lo establecido por la Sala Constitucional, que contemplaba casi una elección de alcaldes y gobernadores, que todos los que trabajan en la comunidad universitaria tienen los mismos derechos políticos para las elecciones. Es decir, el 1×1. Si hubiese sido así, las elecciones las decidirían los egresados, porque todos los egresados tienen derecho al voto de acuerdo con la sentencia de la Corte; si tú eres de la UCV tienes derecho a votar con la misma ponderación que un profesor, y todos los sectores, miembros administrativos y obreros, también tienen el mismo derecho. ¿Qué hicimos nosotros? Sin caer en actitudes elitistas ni clasistas ni mucho menos, porque la universidad no ha sido así ni es así, pensamos en que era razonable darle participación a otros sectores, eso lo hicimos, no como lo establece la sentencia sino con lo que se llegó en las discusiones razonables.
—¿Eso da seguridad?
—En buena medida, pero no es una seguridad absoluta, que no la tiene nada en Venezuela. Tenemos cierta precariedad institucional, que se ha visto en otros eventos de esta naturaleza. Ahora, no tener esperanzas y transformar las esperanzas en inactividad porque de pronto viene alguien y lo va a impedir, a torpedear y a impugnar creo que también es parálisis, falta de iniciativa. ¿Que tiene riesgos? La vida es así, en la vida hay que correr riesgos. ¿El riesgo es gigante? No sabemos su dimensión, pero, en todo caso, está cerca un ambiente electoral que es indetenible, se ha creado mucha participación, esperanza, muchos sueños en muchas partes de la universidad, en términos poéticos; el sueño de tener unas autoridades electas democráticamente, sin que haya una intermediación distinta a la participación interna, a la propia comunidad, discutir proyectos y modelos, es muy importante. Eso es un factor que le da fortaleza a la posibilidad de que podamos concluir este proceso de la mejor manera posible. Podemos jurar sobre todas las religiones posibles que no va a pasar nada y eso no es así, puede ocurrir algún factor, pero nosotros apostamos por que no ocurra y trabajamos para que no sea así. Hemos hecho acuerdos necesarios y razonables para que este proceso continúe como se ha venido desarrollando hasta ahora.
—¿De qué forma planea defender la autonomía?
—Si la comunidad elige a unas autoridades, ya tiene un soporte importante, no solamente el soporte de la comunidad interna. Es que la UCV, al igual que todas las universidades autónomas, es una impronta que tiene un espacio en el país, el país está muy atento a estas elecciones y nos acompaña en esto. Tuvimos una reunión con la directiva de Fedecámaras, que está interesada por este proceso, también muchos de nuestros decanos de Maracay han tenido relaciones con las federaciones de ganaderos y productores agrícola de Aragua y Lara preocupados por la universidad, llegando a acuerdos para ver cómo en el futuro podemos construirnos juntos. Esto ha provocado un conjunto de relaciones que la universidad tiene que cultivar, y ahora con mayor fuerza. Tenemos una presencia en el país, pero esa presencia tiene que ser mucho más ostensible, más visible, eso es un mecanismo de protección para el futuro. Y el propósito de la misión y la misión de la universidad, que hace que tenga dolientes en Venezuela y fuera del país que están atentos a su alma mater, también son una garantía. No nos preserva totalmente de alguna acción, pero es una fortaleza muy importante que hay que articular con mayor fuerza y capacidad y por allí va el camino que nosotros pretendemos emprender.
—Decía que la UCV ha vivido. ¿Cómo enfrentará los grandes problemas, como el deterioro de las instalaciones, la deserción de los profesores por bajos salarios y condiciones, y la inseguridad?
—Tenemos que estar dispuestos a llegar a acuerdos con todas las instituciones externas a la universidad que tienen que ver con la vida universitaria. Eso nos hace vincularnos, por un lado, con Fedecámaras, la Conferencia Episcopal Venezolana, sectores privados y con nuestra comunidad extendida, pero también nos obliga a una relación distinta con el gobierno, no para entregar principios sino porque entendemos que, en parte, eso nos conduce a la cuestión presupuestaria. Seguir planteando, y yo tengo la foto en mi casa, Sociología y Antropología presentes, hay un compañero mío de un lado y yo de otro sosteniendo la pancarta desde que era estudiante: ¡presupuesto ya! Se ha hecho como endémico ese factor en la universidad, quizá el doctor Francisco De Venanzi tuvo el presupuesto que solicitó en aquella época, en el año 59, desde allí en adelante ha sido una lucha constante por el presupuesto. En este momento, que se ha agudizado la deficiencia presupuestaria, nosotros pensamos que es muy razonable y factible que podamos diseñar otras fuentes de financiamientos. ¿Cómo hacer esas fuentes de financiamiento? ¿Es una suerte de utopía? No. Hay que internacionalizar la universidad, posicionarla en los centros académicos mundiales.
—Y eso, ¿cómo se logra?
—Tenemos que hacer lo que hacen algunas facultades, algunas cátedras: todos los desarrollos de sus investigaciones los comparten con sus homólogos en otras partes del mundo, hacerlo política de la universidad. La UCV tiene que abrirse y llegar a acuerdos institucionales con las comunidades externas académicas, con los organismos multilaterales y con los sectores privados e internacionales dedicados a la educación y aprovechar que tiene una comunidad extendida por todas partes del mundo; tiene profesores, egresados y además tiene personas que ya están vinculadas con investigaciones en el exterior. Eso permite ingresos para los profesores que comparten investigación con sus pares en otras partes del mundo, eso permite utilizar organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco de Desarrollo de América Latina, las Naciones Unidas, otros organismos académicos y universidades. Para eso hay que hacer como hacen en la Universidad de Valencia, en España, que tiene un Vicerrectorado; tomaremos de allí la idea de internacionalización académica, nosotros no vamos a crear un vicerrectorado porque tenemos mecanismos e instituciones internas que pueden llevarlo a cabo. Es afianzar la presencia de la universidad en ese mundo académico inmenso, que investiga, y para ello hace falta tener la capacidad para llegar a acuerdos y tener una plataforma tecnológica adecuada de la que no disponemos. Y, como se lo hemos dicho al gobierno, nosotros queremos bailar con los gigantes, que significa bailar con los centros de investigación del mundo, que no solamente están en Europa, están en Estados Unidos, en la India, incluso en China. La Universidad de Buenos Aires (Argentina) tiene una cancillería interna, nosotros no vamos a imitarlo, pero podemos tomar de allí la experiencia. ¿Qué hace ese canciller de la universidad? Se vincula con cada embajada que tiene actividades académicas importantes y eso le permite lograr ingresos para los profesores, los trabajadores y empleados vinculados con esas investigaciones y becas académicas para los estudiantes. En la medida en que la institución utilice su capacidad de consolidar, investigar y generar conocimientos, que son muchísimas pero que no son muy visibles, podemos obtener otra fuente de ingresos distintas al presupuesto ley, por el cual hay que seguir luchando, pero que es insuficiente y va a ser siempre insuficiente. Hay que continuar en la lucha por un presupuesto adecuado, pero ya sabemos que no es suficiente y sería poco responsable no plantearse alternativas diferentes. El propio ministerio lo ha dicho y hemos pedido que no nos pongan trabas para los acuerdos internacionales porque muchos pasan por el gobierno. Ellos dicen en el plan que tiene el ministerio que las universidades tienen que procurar otros ingresos, está bien, pero no con Irán, con Bielorrusia ni con Cuba. Podemos establecer relaciones si existe algún interés nuestro, lo vamos a hacer bailando con los gigantes del mundo y construyendo el espacio universitario de América Latina, así como reforzar, a partir de los doctorados y de los posgrados nuestros, los vínculos con nuestros pares en América Latina para construir ese espacio y fortalecerlo. Es una tarea compleja en cuanto a cómo se puede negociar.
—¿Eso le parece suficiente para frenar la deserción docente?
—Por eso digo que en la medida en la que obtengamos ingresos —con la capacidad, los logros y las investigaciones que estamos llevando a cabo— podemos mejorar las condiciones de los profesores, de los estudiantes y de los trabajadores vinculados con esas investigaciones. Esas no hay que inventarlas, esas existen. Hace poco, en el caso de Maracay, los dos candidatos a decano fueron invitados, uno por la cámara de producción agropecuaria y otro por la ganadera y le dijeron que necesitan hacer un acuerdo con la universidad, que las investigaciones los ayuden en el objetivo de la empresa y procurar ingresos para ello. Vamos a solicitar la restitución de lo que era inicialmente la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, concebida inicialmente para proveer de recursos a la institución, que establecía que 1% de los impuestos del sector privado iba a las universidades para la investigación y, además, eso permitía aumentar el sueldo de los profesores, un sueldo complementario. No creemos que cause perjuicio que un profesor obtenga ingresos adicionales al sueldo base, con investigaciones financiadas por otros agentes. Eso permitiría repercutir en las condiciones de trabajo y sobre eso hemos trabajado mucho y tenemos experiencias muy completas y planes de acción, las facultades de Ingeniería, de Arquitectura, de Veterinaria, Farmacia, Odontología y Medicina tienen acuerdos de esa naturaleza. Lo que tenemos que hacer es replicarlo y hacer una política extensa. Eso nos permitiría tener ingresos para investigar, que es la misión básica de la universidad; por supuesto, es un reto porque obliga a los profesores, ya que tienen los recursos, la disponibilidad de carácter técnico y financiero, a acentuar mucho más el esfuerzo, que es para lo que estamos acá. Pero sin esos recursos es imposible que ese profesor cumpla con las actividades de docencia y de investigación.
—En un contexto como el de Venezuela, ¿cómo incentivar a los estudiantes para que no abandonen la universidad? ¿Qué propone para los becados?
—Las becas son, cuando mucho, de cinco dólares. Nosotros pensamos que las becas tienen que modificarse, tienen que ser de carácter académico y si logramos desarrollar todos los planes que tenemos que desarrollar, el estudiante podrá servir como asistente de investigación, como pasante, que el servicio comunitario —y lo discutimos con Fedecámaras— sea también una manera de obtener no solamente los méritos académicos, sino un ingresos en forma de beca. Hay organismos internacionales y nacionales que tienen un conjunto de becas para la institución, lo hemos conversado para que no solamente provengan del sector público, sino del sector privado, y están a disposición para que mejoremos las condiciones de los estudiantes para que prosigan los estudios. También están los servicios de comedor, que ahora funciona pero solo con el almuerzo, y de transporte.
—¿Qué ha ocurrido con el transporte?
—El transporte que tenemos debe de tener 60 años de obsolescencia, más o menos. Cada vez que sale una unidad creo que hay como una invocación religiosa porque tiene mucho tiempo, que tiene limitaciones mecánicas. El gobierno tiene un planteamiento y le hemos dicho que lo lleve a cabo. Es la ruta estudiantil en la que, de acuerdo con lo que hemos oído de los ministros, se haría una especie de distribución por toda la ciudad de Caracas de todos los universitarios de la Universidad Bolivariana, de la UCV, en la administración publica. Es un planteamiento que pareciera adecuado y nosotros vamos a insistir que ese proyecto se transforme en realidad, que si el gobierno no quiere entregar una flota a cada universidad, que construya la ruta estudiantil, que la haga de verdad, unas unidades que se encarguen de distribuir por todas las instituciones universitarias, con la racionalidad debida, a los estudiantes de educación superior. Porque que nos doten de un parque automotor creo que es peregrino planteárselo, no creo que el gobierno esté dispuesto a eso, aquí había rutas que no pueden llevarse a cabo, a los estudiantes que están fuera de Caracas es difícil que podamos trasladarlos y además tenemos que desarrollar investigaciones que requieren el traslado de los estudiantes hacia esos sitios, no hay como hacerlo, entonces hay que discutirlo con el Ejecutivo. Es una de las discusiones más importantes.
—¿Cómo presentarán esas propuestas ante el gobierno?
—Para ello tendremos que ir armados de un plan concreto para llevarlo a cabo, así como con las becas. El transporte es mucho más difícil. El comedor ha sido reformado por la comisión presidencial y vamos a ver si se puede ofrecer un servicio mucho más eficiente que permita a los estudiantes disponer de un comedor constante, como era el de hace muchos años, y un servicio de transporte óptimo para que trasladarse no sea una limitación. Porque ¿qué es lo que ocurre? Las condiciones económicas de nuestro país han hecho más regresiva la educación. Solo pueden conseguir los estudios quien tenga la protección de los padres, que tengan recursos más allá de las poblaciones vulnerables, hay muchos estudiantes que no pueden continuar no porque no tengan talento sino porque no tienen cómo trasladarse, no tienen dónde comer, no pueden pagar una residencia. Es complicado, pero sobre eso tenemos planes para actuar y ahí obviamente está la relación y la discusión con el Ejecutivo, sin ningún juicio, no hay que vestirse de rojo para hablar con el gobierno, no hay que decir que somos un soporte ideológico del gobierno para eso, sino que hay que decir que esto es una obligación del gobierno y, en todo caso, debe el gobierno proveer las condiciones para que los estudiantes continúen. El gobierno ha dicho que tiene una deuda social con una parte del país, bueno, esa deuda social ha crecido, que se pongan a pagar esa deuda o atenuarla, pero tratando de cambiar de manera profunda las condiciones de los estudiantes o de sus estudios universitarios.
—La universidad tiene un problema de inseguridad, que también es central.
—Es bastante difícil porque la UCV está en un contexto donde predomina la inseguridad y el campus nuestro está ubicado en zonas que tienen muchas dificultades, tienen problemas de inseguridad y eso nos hace muy vulnerables. Aquí ha habido acuerdos que no se han continuado para que las instituciones del Ejecutivo nacional encargadas de la seguridad presten seguridad al exterior de la institución; apostaron fuera de la institución alcabalas necesarias para el control en un campo tan inmenso como el nuestro; el Jardín Botánico, por ejemplo, ya está protegido por el acuerdo que se hizo y no es que vamos a permitir que ahora reemplacen nuestra vigilancia por factores de seguridad del Estado, pero sí que haya una combinación de esfuerzos en este espacio tan enorme, igual que el campus de Maracay, que tiene 200 hectáreas. Por otra parte, hay que modificar la estructura interna del personal de vigilancia y elevar su capacidad para que cumpla el rol que está cumpliendo y hacerlo sentirse partícipe de una institución que también es suya. Hay algunas medidas más concretas, más específicas, que sería ocioso en este momento decirlas, que las está planteando nuestro vicerrector administrativo, pero tenemos conciencia de que uno de los problemas más grandes y difíciles que tiene la institución, además del presupuesto, de las condiciones de trabajo y de todo lo que tiene que ver con la seguridad social de los profesores, es la inseguridad y sobre eso tenemos planes concretos para poner seguridad en pequeños focos, como en el Hospital Universitario, en la entrada de las Tres Gracias; hay sitios bastante difíciles y sobre eso hay medidas pero no son suficientes. Sobre eso nosotros vamos a tener una discusión importante con los vigilantes, con los organismos de vigilancia, con los organismos internos, que tienen que concertar esfuerzos e intentar atenuar, mientras sea posible y lo permitan las circunstancias, trabajar ese problema tan importante para la comunidad académica y universitaria.
—¿Le parece que Maduro está dispuesto a apoyar el crecimiento y desarrollo de la Universidad Central de Venezuela para que sus investigaciones y trabajos le otorguen mayor reconocimiento internacional?
—Más que Maduro, tiene que ver con el ministro y en este caso le toca a Sandra Oblitas. En el programa que tiene el ministerio dice en uno de sus ítems que se debe apoyar a las universidades en la obtención de ingresos distintos al presupuesto, esto ha sido política, y cuando Sandra Oblitas se encargó, volvió a leer lo que ya Tibisay Lucena había dicho. Nosotros tuvimos reuniones y les dijimos que vamos a presentar los planes concretos para bailar con los gigantes y buscar ingresos por vía de nuestras investigaciones, además, queremos que en una nueva Ley de Universidades quede establecida la internacionalización de la educación superior y también se reforme la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación. Eso aspiramos nosotros, pero mientras tanto el gobierno tiene que apoyar institucionalmente todos aquellos acuerdos que las universidades hagan para obtener ingresos adicionales, eso lo están haciendo las universidades privadas, no les ha sido fácil porque siempre hay algún requerimiento, alguna normativa, pero uno debe plantear las cosas. Creo que tenemos razones para que las ideas se transformen en programas, discutidos con el gobierno, porque hay que hacerlo con el gobierno; hay que discutir con todos los sectores, pero también con el gobierno, negarse a discutir con el gobierno no tiene sentido, está allí, tiene la presencia y el presupuesto de las universidades lo establece el Ejecutivo. Eso es un hecho evidente. Ahora, no creo que sea inútil discutir con el ministerio su propio programa, que dice y establece que las universidades tienen que hacer esfuerzos para diversificar su fuente de ingresos, eso está establecido en el programa, ya a Tibisay Lucena le habíamos dicho que queríamos bailar con los gigantes, que queremos desarrollar investigaciones con las facultades de Ciencia y de Ingeniería. Esperamos continuar desarrollándolo con la actual ministra, confiamos en que eso va a ser aceptado, forma parte de las políticas del gobierno y tiene que ser consecuente con esas políticas. No le estamos pidiendo nada nuevo con respecto a los planes que ellos tienen; hay otros planes que el gobierno plantea con los cuales no tenemos acuerdo alguno, nos han insistido mucho sobre ética socialista; una nueva universidad que tenga pertinencia política, no, esta universidad tiene que ser impertinente políticamente, como siempre lo ha sido. Lo que tiene que tener es pertinencia académica y consustancial con los problemas del país. Un gobierno inteligente hace acuerdos con las instituciones, entre el sector privado, el sector público y las universidades para tener mayores ingresos y aliviar un poco la carga presupuestaria que le corresponde, eso no lo exime de cumplir sus responsabilidades pero, en todo caso, es un planteamiento que hacemos basados en los propios planes que el gobierno ha diseñado como política del Ministerio para la Educación Universitaria.
—¿Cómo observa el interés repentino que ha tenido el gobierno por la UCV y la recuperación de sus espacios?
—El gobierno está cumpliendo con un deber.
—Se dice que lo que ha hecho es maquillaje.
—Yo esa expresión no la voy a utilizar. Hay intervenciones que son bastante profundas, por ejemplo, es imposible recuperar el Aula Magna con maquillaje; es imposible recuperar toda la infraestructura con maquillaje, es imposible la recuperación que se ha hecho en la Facultad de Ingeniería con maquillaje. Ese término no lo voy a utilizar, hay intervenciones importantes, otras menos importantes, hay intervenciones que están pospuestas, que son las obras de arte, y eso requiere de especialistas, de una inversión bastante copiosa, por decirlo de una manera poco descriptiva, y esos recursos los tiene el Ejecutivo nacional. Además de ello, la propia Unesco establece obligaciones al Ejecutivo, en el sentido de que tenemos que preservar un Patrimonio Mundial de la Humanidad, el gobierno está obligado a protegerlo, y si no fuese patrimonio, también. Entonces, la acción que está haciendo el gobierno obviamente con el presupuesto normal no se hubiese cumplido. Tiene una magnitud descomunal, se pudo recuperar el Jardín Botánico, por ejemplo, y ahí han intervenido los sectores privado y público, y así ha pasado con otras instalaciones.
—Pero hubo quejas de que el gobierno tomó decisiones sobre la universidad sin la participación ni opinión de las autoridades y los expertos internos.
—Es que el gobierno no puede actuar sin que haya mediación con las autoridades competentes. En este caso, con los mecanismos que se encargan de proteger el patrimonio, como el Consejo de Preservación y Desarrollo y la Dirección de Mantenimiento, las autoridades y los decanos. Cada decano tiene la misión de vigilar y de actuar en conjunto con la parte de la comisión que establece los programas de infraestructura de tal forma que la autonomía y la orientación de esos trabajos se hagan bajo la supervisión de nuestros especialistas. Eso se ha hecho cuando ha habido el acuerdo necesario, ha habido algunos desacuerdos importantes que no negaré que existen, pero es muy importante que las nuevas autoridades hagan una reunión de redefinición, no de que se vaya la comisión que está actuando, no, sino que se haga basada en los criterios y los planes de la institución. Por ejemplo, rescatar el paraninfo, hay un proyecto desarrollado por nuestros arquitectos e ingenieros, ese proyecto lo tiene el gobierno, hace poco lo supervisamos, acompañados del Copred y de ingenieros de la Facultad de Ingeniería, un trabajo que no está exento de conflictos y desacuerdos, pero por lo menos puede permitir un acuerdo para que actúe la comisión sin que eso signifique una intromisión o desvincularse con la normativa universitaria..
—¿Qué errores reconoce en la gestión saliente?
—Sí es verdad que la rectora (Cecilia García Arocha) tiene las atribuciones más importantes, como está establecido en la ley, pero quienes hemos sido autoridades somos responsables de lo bueno y de lo malo y, además, las condiciones cambian. Nosotros recibimos una universidad en medio de un conflicto terrible que tenía el país, que provocó mucha violencia interna, que se dañara la institución vía carácter judicial, y no es que cesó, pero, en todo caso, disminuyó.
—Entonces, ¿le parece que estamos en un país diferente?
—El país ahora pareciera avanzar hacia un acuerdo de transición. Nosotros decimos que las nueva autoridades universitarias van a recibir una universidad que está en una transición, pero hacia otra situación porque, además de que cambió el contexto sociopolítico, en cuanto a que predominaba una polarización extrema, no es que se acabó la polarización, no es que se acabó la diferencia con el gobierno, hay un ambiente que está propiciando (el cambio), y nos lo decía la gente de Fedecámaras, no es que el gobierno bajó y ahora quiere aparecerse como bondadoso, sino que la situación que está viviendo el país obliga a todos a ponernos de acuerdo y la universidad debería de ser un centro para el acuerdo. En ese sentido, una universidad que ha batallado tanto políticamente en este momento no es que va a dejar de batallar, pero sí creo que lo académico debe de tener prioridad y depender de lo académico es también una acción de carácter político; defender la autonomía universitaria, en la que lo académico no funciona y está limitado, sin la universalidad que debe tener, con cortapisas para investigar. En la universidad el pensamiento tiene que fluir libremente e incluir hasta a quienes se declaran oficialistas, porque la universidad es universal, lo que pasa es que siempre hay un conflicto: todos los gobiernos tienen un pensamiento unidimensional y un modelo político que defender.