Los gritos de la bandada inquietaron a Paola Sánchez, que instintivamente los percibió como una alerta. Enseguida se asomó por la ventana de su apartamento, en el piso 5-3 de Residencias La Serenísima Norte, en San José, Caracas. Desde allí vio con estupor que en lo más alto del tronco seco de la palmera que está en el jardín de la torre gemela, la Serenísima Sur, había quedado atrapada entre ranuras un ejemplar de un tipo de guacamaya pequeña, de la familia que diariamente llega desde el cercano cerro El Ávila para alegrar los días de los vecinos con su mensaje de vida silvestre.
La contadora pública de 29 años de edad se recompuso para emprender una heroica acción destinada a salvar el ave. Poco después de las 8:00 am del domingo 25 de julio contactó al Grupo de Rescate Caracas, cinco de cuyos integrantes debieron suspender el mismo día el intento de llegar hasta la guacamaya atrapada porque había peligro de que el viejo tronco -escalado en buena parte- colapsara en lo más alto. Por la noche llegaron funcionarios del Grupo Francisco Guevara, que prometieron volver al día siguiente para intentar el rescate.
El rescate
Emergencias en la ciudad y la falta de gasolina demoraron la llegada de los rescatistas el lunes 26 de julio. Sin embargo, la vocación de estos servidores públicos se vio reflejada en el número de ellos que acudió en auxilio de la guacamaya: 8 del Grupo Francisco Guevara y 10 de los Bomberos del Distrito Capital, División de Rescate y Operaciones Especiales.
El anclaje de una cuerda entre las torres norte (apartamento 5-2) y sur (apartamento 6-3) por encima del viejo tronco de palmera, de poco menos de cinco pisos de altura, estaba listo para el comienzo de la arriesgada misión.
El mayor de bomberos César Colmenares, al mando de las operaciones, explicó el método empleado: “Consistió en el sistema tirolina con grúa, para trasladar el rescatista hasta el punto medio donde se encontraba la guacamaya. De allí él descendía -pues la cuerda pasaba por encima- para poder llegar a donde estaba el ave”.
Alegría efímera
Fue así como el rescatista, el cabo segundo Roney Romero, alcanzó a las 5:40 pm del lunes 26 de julio la parte del viejo tronco de palmera donde estaba atrapada la guacamaya. El ave se había rodado en el interior del tronco, pero Romero abrió la corteza para extraerla en medio de los vítores de los vecinos que rompían el silencio expectante que los precedió.
Pero la felicidad duró muy poco porque la guacamaya murió luego del rescate, a pesar de los esfuerzos para revivirla. “Se logró el objetivo, mas no con vida”, manifestó conmovido el mayor Colmenares, uno de los héroes. Y Paola Sánchez, la joven heroína civil que nunca se dio por vencida, expresó: “Me siento triste porque la guacamaya murió, pero un poco más tranquila porque por lo menos sé que ya no está allá arriba”.
Por lo demás, la experiencia sirvió para recordar que los bomberos están capacitados para asistir a animales en situaciones de emergencia. Ellos contribuyen a que la sociedad valore de la misma forma una vida animal que humana. Son clave para la suerte de las personas y, a propósito de esta experiencia, también para los animales.