A Walther Sorg le cuesta definir lo que hace. A quienes lo rodean también. Decir que es un infógrafo es limitar su trabajo a un elemento subordinado a la información. Decir que solo ilustra es desconocer el valor periodístico de sus creaciones. En ese doble rol encontró uno que le hace más honor a sus piezas: es un contador de historias.
En la tapa del periódico, por ejemplo, el gráfico de barras sobre el aumento de la canasta básica acompañado de uno de sus personajes con la expresión que pone cualquiera a la hora de pagar el mercado, es un elemento que comunica mejor que la inflación ciertamente está demoliendo el bolsillo del venezolano.
«Creo que he encontrado otra forma de hacer infografías que ayudan al lector a entender con más claridad lo que significan los datos, que a veces son un personaje más dentro de la ilustración. Un infógrafo purista podría decir que eso está mal, pero yo sí creo que ayuda a la comunicación y aquí me han dado la libertad para hacerlo», dice Sorg, jefe del departamento de Infografia desde 2016, en su segunda etapa en El Nacional -entre 2000 y 2009 trabajó en la misma área- luego de una pausa en editoriales y otros medios.
Sorg, ganador del Premio Rafael Pérez Vila por segunda vez, parece que tiene personajes haciendo cola en la punta de su lápiz. En las reuniones de pauta afloran en cualquier pedazo de papel en blanco que tenga a la mano. Callado y preciso, contundente y oportuno con cada aporte, ha revestido de calidad el trabajo que a diario se hace en la redacción.
Uno de sus logros más destacados es la sección Datamanía, que comenzó a publicar el diario el año pasado con la intención de darle una página a color a la visualización de datos en un país sin cifras. Son esos trabajos con los que se siente más a gusto. «La granja», recuerda, mostraba la caída de la producción en el campo, en la que el declive de la cría de pollos era tan abrupto que aparecían las aves como cayendo de un precipicio ambientado en la Farmville de Facebook; en «El amenazómetro», salía de una boca gigante bajo un tupido bigote el número de veces que Nicolás Maduro ha señalado a políticos y los sectores que lo adversan; y en otra, como la del feminicidio, retrató en un gráfico sobrio y demoledor la cantidad de mujeres asesinadas en 2016.
Sorg, de 54 años de edad, estudió Diseño Gráfico en la Escuela de Artes Cristóbal Rojas. En la ilustración es un autodidacta que ha participado en 16 libros y tiene otros 3 que fueron incluso escritos por él: Zamuro, Olfo y Gala, este último publicado en formato electrónico. Entre el dibujo y la música se mueven sus referencias y sus genes. Es hijo de un violinista y pintor. «Siempre hay un hilo musical en mi cabeza, así no tenga audífonos», dice. Allí están Mozart, Beethoven y Bruckner. Y en casa están su esposa Teresa y sus dos hijos: Walther y Bárbara, él recién graduado de diseñador y ella a punto de comenzar a estudiar Artes.