Venezuela está en medio de una tremenda emergencia cuando se habla de salud. Esa es la opinión de Paul Spiegel, editor del reporte de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins y el grupo internacional de Human Rights Watch que se hizo público la semana pasada. El documento hace énfasis en la enormidad de la crisis de salud en el país.
Los investigadores demarcan como punto de partida de la grave situación el año 2012, dos años después de que “comenzara la crisis económica”. Sin embargo, aseguran que tomó un giro dramático a partir de 2017 y ahora es “mucho peor de lo que esperaban”, dice la periodista Melody Schreiber, que escribió el reporte que publicó el portal estadounidense de noticias npr.org.
“Nos ha sorprendido la magnitud”, expresa Spiegel, director del Centro de Salud Humanitaria de la Universidad Johns Hopkins y profesor en el Departamento Internacional de Salud de la Escuela Bloomberg. “La situación en Venezuela es de gran necesidad”, advierte.
A los investigadores les impresionó el hecho de que los pacientes que acuden a los hospitales deben llevar su propia comida y materiales médicos, como jeringas, bisturís, y hasta el jabón y el agua. “La comunidad internacional debe responder, porque millones de personas están sufriendo”, recalca Spiegel.
El informe indica que el gobierno de Venezuela dejó de publicar estadísticas de salud en 2017, por lo que es muy difícil considerar las verdaderas dimensiones de la crisis. Sin embargo, los investigadores entrevistaron a médicos y organizaciones en todo el país, así como a migrantes que han salido recientemente hacia Colombia y Brasil.
Con esos datos pudieron hacer un retrato detallado de las enormes fallas del sistema de salud. Algunos números los obtuvieron de un reporte oficial del Ministerio de Salud con fecha de 2017, pero indican que el ministro que les dio la información fue despedido inmediatamente.
Enfermedades que pueden prevenirse con vacunación han vuelto a aparecer; casos de sarampión (9.300 reportes) y difteria (2.500), que eran raras o estaban erradicadas antes de la crisis económica, resurgieron. Se ha confirmado el aumento de los casos de malaria de 36.000 en 2009 a 414.000 en 2017. La mortalidad infantil subió 65% en un año, de acuerdo con los datos de 2017. La tasa de tuberculosis es la más alta que ha tenido el país en las últimas 4 décadas.
El caso de los infectados con VIH se incrementó 24% de 2010 a 2016, el último año en el que se publicaron datos sobre esa condición. Llaman la atención en el reporte sobre la falta de kits para hacer los exámenes.
Citan los datos de la organización humanitaria católica Cáritas, que registra el aumento de malnutrición en niños menores de 5 años de edad, de 10% en 2017 a 17% en 2018, “un nivel que indica lo grave de la crisis, de acuerdo con los estándares de la Organización Mundial de la Salud”, escribe el autor del estudio.
Los investigadores describen que Venezuela es un país con ingresos sustanciales que previamente tuvo una infraestructura de salud fuerte, pero que colapsó en un corto período, lo cual los asombró mucho. Constataron que, a pesar de lo obvio del colapso, el gobierno asegura que no hay problema con su sistema de salud y emprende retaliaciones contra cualquiera que diga lo contrario.
El equipo investigador anota que países como Estados Unidos, entre otros, han enviado ayuda que no ha sido suficiente. Pero Spiegel ve signos de esperanza, como que Nicolás Maduro decidió permitir la entrada de la ayuda de la Cruz Roja Internacional para aproximadamente 650.000 personas.
“Es todavía una gota en un balde de agua comparado con los 7 millones de personas que necesitan ayuda desesperadamente”, dice Spiegel. Considera que la asistencia, una vez que llegue, podría ser distribuida rápidamente porque “Venezuela tiene la infraestructura y un personal muy bien entrenado”.