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El Zulia padece fallas eléctricas de hasta 36 horas de duración

Hasta tres veces por semana los maracuchos deben hacer cola para recibir gasolina, que está racionada desde hace varios meses

Por EFE
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Los signos de riqueza que marcaron al estado Zulia a lo largo de sus más de 100 años de explotación petrolera están hoy bajo montones de basura en sus calles, y ensombrecidos por los apagones que cada día aquejan a esta entidad declarada en emergencia.

El Parlamento denunció la «situación calamitosa» del estado, donde la crisis económica afecta con más fuerza a los ciudadanos: actualmente divididos entre la indignación y el hastío.

En Maracaibo, el deterioro de los servicios públicos se observa en cada cuadra y en todas las avenidas de esta urbe compartida por unos 2 millones de habitantes, y que fue por décadas una ciudad vanguardista en términos de servicios.

La llamada «tierra del sol amada» es un crisol de problemas y los más perjudicados son sus residentes, condenados a fallas eléctricas de hasta 36 horas y a vivir sin Internet ni telefonía residencial, con agua potable racionada, rodeados de basura y con miedo a la inseguridad.

La anarquía se muestra incontestable en sus avenidas en las que no sirve casi ningún semáforo, lo que ha llevado a los conductores a actuar como juez y parte para ceder o no el paso, una situación que ha desencadenado discusiones tan acaloradas como la sensación térmica que ronda diariamente los 40 grados centígrados.

Además, hasta tres veces por semana los maracuchos deben  hacer colas a las afueras de las estaciones de servicio para recibir gasolina, racionada desde hace varios meses en una entidad reconocida como un símbolo indiscutible de riqueza petrolera.

El menoscabo de los hospitales públicos, la escasez de alimentos y medicinas, la depauperación del transporte y la falta de dinero físico –problemas que se registran en todo el territorio nacional– han penetrado sin excepción al Zulia que sufre la crisis con más intensidad.

Asimismo, la carencia de billetes adoptó un matiz tan especulativo como beneficioso en el estado, donde el efectivo es pagado hasta por 1.000% de su valor nominal. La cuestión obedece, según los lugareños y el Ejecutivo, a la cercanía con la frontera colombiana, donde los bolívares son comprados por cambistas que prefieren papeles de alta denominación para simplificar sus operaciones ante la devaluación venezolana, aunque el chavismo gobernante habla de «mafias» que actúan contra la economía.

Si Maracaibo por más de un siglo creció con la mirada en su lago epónimo, por donde llegó la electricidad y el cine a Venezuela, hoy la vista está puesta en la frontera, adonde se trasladan diariamente miles de personas para buscar en Colombia lo que no consiguen en su país.

La realidad del otro lado del puente Rafael Urdaneta, que conecta Maracaibo con las ciudades de la Costa Oriental del Lago, es menos alentadora. En esta parte, donde comenzó la explotación petrolera hace 104 años, hay comunidades enteras que duermen a oscuras desde hace semanas como resultado de un racionamiento decretado por el gobierno de Nicolás Maduro para atender unos supuestos «ataques» al sistema eléctrico.

La falta de agua potable ha llevado a los habitantes de esta zona, la de más baja altitud del país, a cavar pozos por doquier y sin permisos de las autoridades, aunque sin éxito en la mayoría de los casos.

Si hay algo indiscutiblemente común en el Zulia es la depauperación de sus carreteras, las autopistas y caminos que conectan sus localidades están llenos de huecos y basura, casi sin alumbrado y con numerosas historias de asaltos.

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