Un ataque electromagnético de Estados Unidos con apoyo de la oposición, o negligencia y corrupción de un gobierno que destruyó la infraestructura. Esto es lo que se sabe del peor apagón que ha colapsado a Venezuela desde el 7 de marzo.
Sabotaje múltiple. El corte se produjo a las 4:54 pm por una falla en la central hidroeléctrica Guri, que genera 80% de la energía del país y la segunda más grande de Latinoamérica después de Itaipú (Brasil-Paraguay).
Según Nicolás Maduro, se trató de un «ataque cibernético» contra el cerebro de Guri y de un «ataque electromagnético» a las líneas de transmisión (aludiendo a descargas maliciosas de energía que destruyen aparatos electrónicos). «Se ha hecho contra Venezuela un ataque de una tecnología que solo cuenta el gobierno de Estados Unidos. La hemos detectado, contenido, y estamos trabajando para revertirla», sostuvo.
Asimismo, aseguró que el «sabotaje» se combina con ataques físicos a las subestaciones para generar incendios y cortocircuitos, y echar por tierra la recuperación del servicio.
Una de esas acciones, dijo, afectó a la termoeléctrica de Tacoa, que alimenta a Caracas y su periferia, donde vive un quinto de los 30 millones de habitantes.
«En la Gran Caracas el sistema es hidroeléctrico y termoeléctrico. Si el daño hubiese sido accidental, la Gran Caracas se hubiera podido alimentar de Tacoa, como ocurrió con centrales pequeñas» en otros estados, explicó el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez.
Pero «cortaron el suministro de gas a Tacoa y provocaron una explosión (…) para que Caracas quedara a merced del ataque», añadió el ministro, indicando que los autores sabían que también se afectaría el suministro de agua, la atención hospitalaria y la banca electrónica para generar un estallido social e intentar derrocar al régimen.
Una subestación también explotó el lunes en la capital por causas desconocidas.
«La casi totalidad del servicio ha sido restituida en el territorio nacional, pero no podemos dormirnos, la guerra eléctrica continúa», advirtió Rodríguez. Los apagones son frecuentes en Venezuela, pero el actual es el peor que ha golpeado al conjunto del país y el primero que afecta a Caracas con severidad.
Negligencia y corrupción. El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, rechaza la versión oficial, que lo vincula como autor del «sabotaje» en su ofensiva por sacar del poder a Maduro con apoyo de Estados Unidos. Este país lidera el más de medio centenar que lo reconoce como mandatario interino de Venezuela.
Guaidó asegura que -según fuentes cercanas a la estatal Corpoelec- «un incendio de vegetación registrado el jueves en la tarde afectó las tres líneas de 765 kilovoltios entre Guri y las subestaciones Malena y San Gerónimo B». La «falta de mantenimiento preventivo» y de poda de la hierba «hacen que estas torres sean susceptibles a estos incendios», añadió.
Citando a técnicos, el también jefe parlamentario sostiene que un hackeo al sistema que controla la Red Troncal de Transmisión «es imposible por una razón simple: es un sistema analógico».
Pero el gobierno señala que es un «sistema de última tecnología digital anillada».
Guaidó desestima además la tesis del ataque recordando que en 2009 se decretó la «emergencia eléctrica» y en 2013 se militarizaron las instalaciones eléctricas.
«El agravante más obsceno de la crisis es que Venezuela tiene alrededor de 19.000 megavatios instalados, pero hoy solo hay 2.500 disponibles. Su negocio (el del gobierno) fue robarse la plata y comprar plantas, no ponerlas operativas», dijo.
Una comisión del Legislativo, de mayoría opositora, denunció a finales del año pasado que la corrupción en el sector eléctrico dejaba pérdidas por 1.500 millones de dólares hasta 2016, y que el monto podría aumentar cuando se incluyan otros casos ocurridos desde entonces.
La dilapidación de esos recursos ha impedido realizar el mantenimiento y las inversiones que demanda la infraestructura, afirman los adversarios de Maduro.
La opinión de los expertos. Para Jeff Middleton, director de tecnología de la firma TheVault, especializada en protección de datos y cifrado de transacciones financieras, es relativamente fácil atacar una instalación de este tipo [como la central Simón Bolívar, la represa de Guri] mediante la inyección de un «virus», una acción que puede ser ejecutada, según él, por «un actor estatal».
«Para atacar la red de una central hay que atacar el sistema que la hace funcionar. Por ejemplo, tratando de sobrecargarla evitando que se active una de las funciones de seguridad diseñada para impedir este tipo de problema», dijo Middleton.
Indicó, por ejemplo, que expertos consideran que el virus Stuxnet podría haber dañado cerca de una quinta parte del programa nuclear de Irán en 2010. «Es suficiente encontrar una manera de inyectar un virus en las computadoras que controlan cualquier sistema industrial: se fuerza a la sobrecarga y se lleva a un estado tal que es imposible detenerlo manualmente», explicó.
«Pero conociendo Venezuela, es más seguro que sea debido a una falla técnica», señaló no obstante el experto consultado en Hong Kong.
«Un sabotaje dirigido por Washington parece poco probable», coincide James Lewis, experto en seguridad cibernética del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington. «Estados Unidos actúa, por lo general, en las áreas de finanzas y de Internet, no en el de la electricidad. ¿Qué ganaríamos y por qué nos molestaríamos en ello?», se preguntó.
Otro experto en ciberseguridad, el francés Loïc Guézo, de la firma TrendMicro, considera muy posible que una central en Venezuela haya sido blanco de un ataque cibernético por parte de un Estado, «un escenario para el que se preparan todos los grandes operadores del mundo».
«Los sistemas de Venezuela son antiguos y el conjunto de la red debe ser muy frágil: un ataque limitado puede tener consecuencias enormes», agregó. «Pero por ahora, no tengo conocimiento de señales claras que hagan pensar en un ciberataque», concluyó Guézo.