En la Universidad de los Andes hay cargos de profesores que están vacantes. No son pocos. Lo están a pesar de que tres veces al año, durante los últimos dos, se han abierto concursos para captar docentes. La institución, con sede principal en Mérida, ciudad universitaria de tradición, hizo reiteradamente los llamados públicos, sobre todo para materias en las carreras de Medicina, Odontología e Ingeniería, pero nadie respondió.
La falta de interés en formar parte del mundo académico universitario no ha sorprendido sólo a las autoridades de la ULA. Detrás de los efectos sonoros de la diatriba política, de las intensas actividades del movimiento estudiantil, de los capítulos violentos en las casas de estudio, del debate por la autonomía, de las críticas a la metodología de ingreso, hay un modelo de institución que se está desfigurando: cátedras cerradas, profesores que renuncian o dan menos horas de clases, laboratorios vacíos, líneas de investigación enfriadas, conocimiento que se deja de generar y de legar, y capital intelectual que jamás se recuperará. Las deficiencias presupuestarias que sufren en los últimos años las universidades autónomas ya se sienten en los salones de clase.
Este año, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela, 20% de los concursos quedó desierto. La Escuela de Educación de esta facultad tiene más de 5.000 alumnos y es una de las más grandes del país. Aquí el problema adquiere una doble dimensión: falta quienes enseñen a enseñar. “Las escuelas que más sufren son las de mayor tamaño, como la de Educación. Hay vacantes en la cátedra de Orientación Educativa, que imparte varias asignaturas a lo largo de la carrera; para la materia de Sociología de la Discapacidad tampoco hay profesores. En la Escuela de Filosofía no tenemos quien dé Filosofía de la Praxis. En la facultad hay algunas cátedras que se han cerrado porque no hay profesores”, ofrece un balance Piero Lo Mónaco, decano de la facultad.
Una de las causas principales, aunque no la única ni la más determinante, de que la profesión no sea atractiva para los jóvenes son los bajos sueldos. Desde 2008 los profesores universitarios no recibían aumento salarial, hasta que este año se decretó un incremento de 40%. La decisión gubernamental estuvo precedida por el tenso pulso de la huelga de hambre que realizaron estudiantes universitarios en marzo y que duró 31días frente a la sede del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Caracas. Tenían 5 peticiones y una de ellas era mejorar la remuneración de los docentes.
El porcentaje de aumento decretado, frente a una inflación acumulada que superó 100% entre 2008 y 2010, aún dejó al gremio en desventaja. Aunque en las décadas recientes el sueldo del profesor universitario se ha depreciado, este lapso de estancamiento de 4 años frente al aumento tenaz del costo de la vida abrió un boquete difícil de eludir. Un estudio de Doris Avendaño, vicerrectora administrativa de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, evidencia que según las Normas de Homologación de Sueldos y Beneficios del Personal Docente y de Investigación de las universidades nacionales (Gaceta Oficial 32539, 1982) el aumento del año 2010 debió haber sido de 138%. De acuerdo con la investigadora, a un docente instructor a dedicación exclusiva (rango más bajo del escalafón) que ganaba el año pasado 2.382 bolívares le tocaba percibir 12.676 bolívares. El aumento de 2011 lo llevó a 3.335 bolívares mensuales, 1.667 quincenales, con una carga horaria que lo obliga a cumplir una jornada a tiempo completo en la institución y no le permite trabajar en otro lugar.
Fue precisamente gracias a los estudios hechos por las autoridades de la ULA para enviar a la Oficina de Planificación del Sector Universitario los recaudos necesarios para comenzar a recibir el aumento que detectaron la gravedad de su situación. “Pensábamos que en Mérida no iba a ocurrir la falta de relevo de profesores porque no había tantas fuentes de empleo y la carrera universitaria siempre tuvo gran prestigio. Descubrimos lo contrario. En la carrera de Medicina la situación es dramática. En áreas como Medicina Interna, Cardiología, Oftalmología o en otras más básicas como Anatomía, abres concursos y no se presenta ningún interesado. Siempre he dicho que el trabajo del docente es un apostolado, pero debes poder vivir con dignidad”, indica Mario Bonucci, rector de la ULA.
El Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV tiene un programa de becas académicas para formar profesores de relevo. Emily Avendaño, recién graduada con honores en el primer lugar de su promoción de Comunicación Social y preparadora durante dos años, era, con 23 años de edad, candidata para unirse al programa. El plan consistía en dar 8 horas de clase a la semana y, en las tardes, asistir al posgrado. Su labor docente sería remunerada y los estudios, becados. “La beca no me permitía tener compromisos con ninguna otra institución, pero yo quería retribuirle a la universidad la formación que me dio. Estudié 5 años pagando apenas 1 bolívar el semestre. Pero cuando me enteré de que me pagarían 900 bolívares mensuales, tuve que decidir que no podía continuar. Eso no me alcanzaría ni para comprar las guías del posgrado”, relata Avendaño, que optó por asumir el pago semestral, 2.300 bolívares aproximadamente, de su maestría en Estudios del Discurso y trabajar en otro lugar.
Las exigencias para ingresar en una universidad como personal docente son altas. “Se hacen tres ofertas de cargos al año, se deja el concurso abierto durante un mes y todavía no se llenan. También depende de lo estricto del perfil. Por ejemplo, en materias como Química o Matemática sólo se admiten doctores. Además, el programa de apoyo institucional que nos permitía formar a la generación de relevo se ha visto mermado”, dice Christian Puig, secretario de la Universidad Simón Bolívar, donde han apelado a una solución parcial, como muchas otras instituciones: los profesores contratados, que cubren la carga académica pero no hacen investigación, ni son tutores de alumnos y sólo van durante las horas que les corresponde dar clases. “Se está perdiendo al profesor para el que su desarrollo profesional está dentro de la universidad, ese que no busca grandes sueldos sino trabajar su línea de investigación, libremente, con unas mínimas condiciones. Nuestra preocupación es mantener un nivel de calidad acorde con lo que el país conoce de nuestra universidad”, lamenta Puig. En un cafetín del campo de Sartanejas, un estudiante que pide no ser identificado dibuja claramente el asunto: “Las universidades se van a convertir en colegios donde uno va a clases y ya. Cada vez habrá menos profesores que se dediquen al intercambio con los alumnos”.
La propuesta más clara del Gobierno para la educación universitaria ha sido la masificación. Los datos del Ministerio de Educación Universitaria dan cuenta de que en el año 2000 había 497.319 estudiantes en la enseñanza pública y para 2009 esa cifra se había triplicado a 1.506.693. De esos, 917.931 son de universidades experimentales como la Unefa. La ampliación de la matrícula, sin embargo, ha planteado dudas sobre la merma de la calidad de la formación que se imparte.
A la Universidad Carabobo, sin embargo, le resulta difícil crecer. “Abrir nuevas materias es muy complicado. Los docentes deben cumplir muchos requisitos, y no es que al profesor no le guste estudiar, el problema es el poco atractivo socioeconómico de los cargos. En la Facultad de Ciencias de la Salud no se han podido abrir cargos para carreras técnicas por falta de profesores”, dice Ulises Rojas, vicerrector académico de esa casa de estudios.
Hugo Chávez ha manifestado con frecuencia su incomodidad con la estructura de funcionamiento de las universidades autónomas. “Fueron tomadas por la élite burguesa. El modelo clásico es excluyente. Hablar del claustro universitario ¿qué te está diciendo? Nosotros necesitamos universidades `exclaustradas’ como la Bolivariana”, dijo en marzo de 2008, durante una graduación de esa institución, creada por su gobierno en 2003.
“El capital humano de este gobierno se formó en las universidades autónomas. No se entiende bien el objetivo final de esta asfixia presupuestaria.
¿Tener el control ideológico de las casas de estudios?”, se pregunta Alfredo Marcano, coordinador del vicerrectorado administrativo de la UCV.
No vuelven. Desde enero de 2009 hasta mayo de 2010 han renunciado 77 profesores a dedicación exclusiva de la USB. En total han sido 173, incluyendo los de tiempo convencional. Es decir, 45% de los que se han ido no sólo impartía horas de clase, sino que investigaba y hacía vida plena en el campus.
Era del personal mejor preparado. “Estamos haciendo esfuerzos, maniobrando, para que no se note este déficit. Pero ¿y a largo plazo?”, se pregunta Puig ante una tendencia que parece irreversible.
Las modalidades más comunes de las renuncias van desde quedarse en el exterior después de un año sabático o una beca de estudios hasta irse a trabajar a otro sitio dentro del país. “Seis docentes de la Escuela de Matemática que terminaron sus doctorados fueron contratados por la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, que les ofrecía mejor sueldo”, señala Marcano.
Para las universidades no es un dilema menor que esos docentes que han recibido apoyo de estas instituciones para formarse afuera no regresen, aunque paguen lo adeudado que, en ocasiones, hasta corre por cuenta de la universidad extranjera que lo contrata.
Cada seis años le corresponde a los docentes uno sabático. En la USB han visto a algunos irse y no regresar. “Consiguen la posibilidad de hacerlo en laboratorios buenos y no se reincorporan. Hay profesores que eran nuestros en Canadá, Bélgica y Estados Unidos”, dice Puig.
“Entre el envejecimiento, el cambio de dedicación por malos salarios y la emigración en niveles de agregados, asociados y titulares estamos afrontando serias dificultades. Se nos está quedando la gente afuera del país, un capital humano formado que lleva 10 o 12 años en la universidad. Se puede recuperar el dinero, en términos nominales o reales, pero el capital humano no se recupera, lleva tiempo”, explica Nicolás Bianco, vicerrector académico de la UCV. “Esa fuga es mucho más importante que la de los dólares”, puntualiza Marcano.
En la ULA, cercanos a la frontera con Colombia, están experimentando la diáspora a ese país. “Vemos casos de profesores de Odontología bien formados dentro de nuestra institución que se van a universidades privadas en Bucaramanga ganando 12.500 bolívares mensuales al cambio oficial. Allá esa mano de obra es bien pagada, sobre todo porque predominan las universidades privadas”, indica el rector Bonucci.
En el continente, los profesores venezolanos son valorados. Un ejemplo claro es Rafael Reif, ingeniero eléctrico de la Universidad de Carabobo, que es el actual rector del Massachussets Institute of Technology, una de las 10 mejores universidades del mundo. Otro caso similar es el José Rosas.
Rosas fue director de la Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva de la UCV desde el año 2000 hasta 2003. Hoy es decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica de Chile, una de las mejores de la región.
Con 52 años de edad, el prestigio de haber estado al frente de una escuela de renombre y el miedo de reiniciar todo de nuevo, Rosas volvió a su país natal. “Veíamos que a nuestra edad no había vejez posible en Venezuela. La crisis comenzaba a sentirse. Cada vez era más difícil que los profesores cumplieran con su situación con la institución universitaria venezolana y se comenzaron a notar fisuras y filtraciones que iban desdibujando. No nos fuimos por el dinero, porque el que está en la academia tiene un proyecto de vida diferente al de hacerse rico”, expresa. Sin embargo, hay datos interesantes sobre el tema del salario: en la Católica de Chile un profesor titular a dedicación exclusiva, máximo escalafón para el que se requieren entre 12 y 15 años de experiencia académica y estudios de IV nivel, gana 3.000 dólares en comparación con los 7.232 bolívares (1.680 dólares al cambio oficial) que percibe en Venezuela.
Investigar o morir. La educación superior es docencia, investigación y extensión. Las dos últimas son las áreas más afectadas por la carencia de personal calificado. Esto incide directamente en la valoración nacional e internacional de las universidades, porque parte de su prestigio se mide por la cantidad de publicaciones en medios especializados sobre hallazgos importantes hechos por sus expertos.
Pedir cambio de tiempo completo a medio tiempo es una de las maneras más comunes que han encontrado los docentes para ganar dinero extra, pero es, a su vez, una de las causas de la mengua en las pesquisas especializadas.
Un claro ejemplo de esta situación es la Facultad de Humanidades de la UCV, donde este año han llegado 40 peticiones de cambio de dedicación. Si a eso se suman 10 renuncias en 2011 y los 30 a 50 jubilados que salen de las aulas cada año, el contingente de 920 profesores de la facultad está teniendo casi 100 bajas anuales.
“El docente necesita no sólo de la remuneración, sino un laboratorio bien dotado, suministros para la investigación. El profesor se va quedando solo porque no tiene ni el técnico, ni el asistente de investigación. Eso hace que distorsione la esencia”, dice Lo Mónaco.
De los aproximadamente 1.000 profesores de la Escuela de Medicina Luis Razetti de la UCV, la mitad son medio tiempo y sólo un poco más de 10% es a dedicación exclusiva. “En 2008 esta situación se agudizó. Si se le suma el envejecimiento de la población docente, la situación es casi insostenible. En la Escuela de Enfermería, más de 80% es jubilable. Si lo hacen, para decirlo honestamente, no tendríamos capacidad de respuesta”, dice Arturo Alvarado, coordinador académico de la Razetti.
Todos los consultados coinciden en que gracias a profesores jubilados que han querido mantenerse en las aulas dando clases se han mantenido abiertas muchas cátedras, como la de Medicina Legal en la Razetti. “Ellos son una garantía de calidad”, dice Puig de la USB.
Alvarado hizo un informe en el que detallaba hasta qué punto el déficit presupuestario debilita la investigación por la poca capacidad para adquirir insumos. Un reactivo para la determinación de VIH en 900 pruebas costaba, en 2009, 11.500 bolívares; en 2010, 17.382 bolívares y, en 2011, 33.480 bolívares. En contraparte, la UCV recibirá en 2012 el mismo presupuesto que en 2011: 1,25 millardos de bolívares, a pesar de haber solicitado el doble. “Toca pedir créditos adicionales, pero eso no permite planificar, sobre todo las líneas de investigación. La mayoría de los profesores están retrasados en sus trabajos de ascenso. Desde 2008 no habíamos vivido un momento tan restrictivo como ahora”, afirma Alvarado.
Un informe de gestión de enero a junio de 2011 de la Unefa revela, en el apartado de “desarrollo de ciencia y tecnología”, que no han publicado ningún trabajo de investigación, ni hay quienes estén capacitados para hacerlos. En el análisis dice: “Hace falta personal ordinario de dedicación exclusiva”, así como materiales y espacios para desarrollar investigación.
Nicolás Bianco es más pesimista: “Estamos hablando de 9 o 10 universidades autónomas que no aguantarían 2 años en estas condiciones”.
Siete Días LAURA CASTILLO