Luego de 12 años de formación como médico general, 2 posgrados –uno en pediatría, más una subespecialidad en Nutrición, Crecimiento y Desarrollo– y 6 años de experiencia laboral, Igoryc Isaacs decidió en enero pasado irse a Chile, donde –según cifras oficiales– 646 médicos venezolanos están facultados para ejercer legalmente. “Me sentí obligada a emigrar, a los médicos prácticamente nos botan del país. A pesar de que tenemos la necesidad de ayudar a nuestra gente, también debemos ayudar a nuestra familia y merecemos calidad de vida, que en Venezuela no existe. Escogí Chile porque mi hermano ya estaba acá y decidimos que era mejor que los dos estuviéramos en el mismo país”, dice.
Para certificarse como médico general en Chile es necesario presentar la prueba Eunacom (Examen Único Nacional de Conocimientos en Medicina), que consiste en un examen teórico y cuatro prácticas. Además hay que presentar otra prueba –la Conacem (Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades Médicas)– que legitima los estudios de posgrado. Una vez que se aprueban, el profesional puede ser contratado y recibir el pago por sus servicios. “Sin embargo, hay excepciones, como por ejemplo la mía. Si en algún pueblo existe déficit de especialistas, la Seremi, equivalente al Ministerio de Salud, te autoriza para trabajar hasta presentar la Eunacom”, explicó Isaacs, que es residente en la emergencia pediátrica del hospital público de San Fernando, a dos horas de Santiago de Chile. Consiguió ese trabajo a las tres semanas de haber llegado de Venezuela, pero hay colegas que no han corrido con la misma suerte.
Con respecto a las condiciones laborales, Isaacs indicó que los médicos venezolanos deben adaptarse a una nueva forma de trabajo y normas: “Las cosas se llaman diferente. Debemos aprender que como se llamaba algo en nuestro país, aquí no lo entienden”. La diferencia en dotación hospitalaria, sin embargo, es abismal. “Tienes todo lo que necesitas estando en un sistema público”, afirma.
La remuneración se compagina con las labores desempeñadas: Isaacs recibe el equivalente a 3.000 dólares mensualmente. Sin embargo, hasta que presente la Eunacom no podrá cobrar su primera quincena, así que por ahora el dinero se acumula. Mientras tanto, sus amigos la apoyan económicamente.
Chile –según datos extraoficiales– tenía un déficit de 20.000 médicos, y los venezolanos llegaron a contribuir con la reducción de ese vacío. En Puerto Montt, ciudad del sur de ese país, cerca de la Patagonia, 80% de la plaza médica la constituyen venezolanos, a quienes la comunidad homenajeó hace poco por el aporte que representan para el sistema de salud.
Gracias a las redes sociales, los halagos a los médicos venezolanos en Chile se han hecho virales. Así ocurrió con el video de una entrevista que concedió la médico chilena María Luisa Cordero al programa Cara a cara, transmitido por el canal La Red Televisión. “Les piden el Eunacom, pero saben más que quien inventó el Eunacom, yo creo. Los médicos venezolanos son brillantes. Una gente que no tiene nada que envidiarle a nadie. Aquí los tratan como segundones. La gente los adora porque en primer lugar miran a la cara, son gentiles y hablan un buen castellano. Los médicos chilenos miran su computadora antes de mirar el paciente a la cara”, decía la especialista.
El médico Gustavo Villasmil, ex director de Salud de Miranda, considera que este es un ejemplo de cómo otras naciones están aprovechando los recursos humanos calificados que se han marchado del país. “Chile hizo la mejor inversión de su vida al recibir médicos venezolanos que tienen hasta dos posgrados, por los que no invirtió ni un dólar en su formación. Para poder recuperar ese talento humano tendrían que estar todas las facultades de medicina de las universidades nacionales trabajando a máxima capacidad para graduar 1.000 médicos anualmente, lo que tardaría unos 20 años aproximadamente”.
Destinos diversos
Una de las naciones que ha servido de receptora de médicos venezolanos es España, donde constituyen la comunidad con más médicos homologados para ejercer, un total de 1.148, según reporta la Asociación de Médicos Venezolanos en España.
Otro territorio que los ha recibido con los brazos abiertos es Ecuador, según el cardiólogo egresado de la ULA Christian Carrillo. En una de las últimas convocatorias de acreditaciones para médicos en ese país, la mayoría de los solicitantes extranjeros fueron venezolanos. Carrillo se graduó en 2013 y ejerció durante año y medio en Ciudad Guayana, estado Bolívar. En 2015 emigró porque necesitaba ahorrar para irse a Madrid a estudiar una subespecialidad en electrofisiología cardíaca. En Venezuela no le alcanzaba el sueldo para cumplir esos planes. Además, la inseguridad y los constantes ataques y extorsiones a colegas lo impulsaron a salir. Cuando llegó a Quito logró empleo en el Instituto Ecuatoriano de los Seguros Sociales. Ganaba el equivalente a 2.700 dólares al mes.
“Tuve suerte y conseguí trabajo rápido. No era un contrato fijo, aunque por las necesidades del país mi especialidad era muy requerida. Pero conozco a otros colegas que no corrieron con la misma suerte. Los equipos son de última tecnología y no hay nada de escasez de medicamentos o insumos médicos. Me sentía extremadamente cómodo ejerciendo la medicina en Ecuador, mientras que en Venezuela era una tortura hasta indicar un medicamento”, contó Carrillo.
Los médicos integrales comunitarios no llenan el vacío
Más de 22.000 personas se han formado en el programa de Medicina Integral Comunitaria, la iniciativa que se instauró en el país en 2005 cuando Fidel Castro le propuso a Hugo Chávez graduar a 200.000 profesionales en la especialidad en una década. Analistas consideran que los formados bajo ese programa no son una solución para llenar el vacío de los médicos que se marchan de los hospitales públicos, pese a que se han relajado normas para permitirles ingresar a los posgrados.
La Academia Nacional de Medicina señaló en un informe que los MIC se forman sin tener acceso a laboratorios ni microscopios y que cumplen prácticas sin supervisión. “A veces son promovidos al siguiente nivel a pesar de haber sido reprobados en las pasantías clínicas”, cuestiona.
El gobierno ha ignorado la opinión de los expertos, alerta el ex ministro José Félix Oletta. “El programa es un engaño para las personas que se gradúan en él y para la población, porque estos médicos no tienen las competencias, las habilidades ni el entrenamiento para prestar atención en los hospitales”.
Los médicos integrales también han emigrado a países como Chile y Colombia, donde han surgido advertencias sobre su deficiente preparación. Un reportaje de El Mercurio de Chile señalaba en 2017 que en la evaluación conocida como Eunacom, exigida para ejercer la medicina en ese país, el promedio de los MIC fue 21,13 puntos mientras el de los médicos venezolanos egresados de universidades tradicionales alcanzó 46,12 puntos.
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