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Omar Monroy, el chavista que se encadena para protestar contra Maduro

El hombre, de 70 años de edad, permanece en la basílica  de Barquisimeto para manifestar su desacuerdo con la "corrupción" en el entorno de Nicolás Maduro

Por AFP
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Cada día, Omar se encadena a la verja de una catedral en protesta por la corrupción en el gobierno de Venezuela y la falta de comida y medicinas. Se declara defensor de la “revolución”, pero pregunta: «¿cómo luchar con hambre?». Frente a la basílica de Barquisimeto, en el estado Lara, con una gruesa cadena rodeándole la cintura, Omar Monroy dice que iría al frente de batalla para salvaguardar, frente a amenazas externas, el proyecto fundado hace 20 años por el fallecido presidente Hugo Chávez.

Pero a los pocos metros, añade, tendría que rendirse porque no tiene dinitrato de isosorbide, la medicina que necesita para su enfermedad coronaria. «Quisiera ir a la vanguardia, pero no voy a llegar ni a la retaguardia», contó Monroy.

El ciudadano Omar Monroy se encadenó frente a la basílica de Barquisimeto para protestar contra Maduro. Foto: Néstor Vivas, AFP.

La rutina de este hombre de 70 años cambió desde el pasado lunes, cansado de hacer filas para conseguir sus fármacos. Llega temprano a la moderna catedral, cuelga pancartas y carteles en la reja perimetral y se encadena como método de protesta.

Permanece allí unas ocho horas, durante las cuales peatones se detienen a conversar con él. Muchos creen, al verlo sentado en el suelo, con su barba gris, que está loco. No es así, se defiende Monroy, justificando su acción en «una lucha» contra la corrupción que, según dice, rodea los programas sociales del presidente Nicolás Maduro.

Los vecinos de su comunidad, Valles de Uribana, pagaron el año pasado por alimentos que el gobierno distribuye a precios subsidiados en zonas populares, en un programa llamado Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).

Las 400 cajas de comida jamás llegaron y nadie da razón del dinero.

«No tengo comida para defender la revolución», se quejó Monroy, con un afiche de la última campaña electoral de Maduro a sus espaldas, sobre el cual escribió su versión del acrónimo CLAP: «Cuerda (grupo) de Ladrones, Arrogantes, Pedantes». «¡Ni siquiera tengo agua!», añadió.

Como el resto de las grandes ciudades de Venezuela, Barquisimeto sufre habituales fallas en servicios públicos como agua y electricidad.

Organizaciones humanitarias estiman en 85% el desabastecimiento de medicinas en el país petrolero, sumido en una grave crisis económica con hiperinflación de 10,000,000% para 2019 según el FMI.

La guerra

En medio de la embestida de Juan Guaidó, jefe del Parlamento reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 40 gobiernos, Maduro denuncia un plan de Estados Unidos para invadir al país y ejecutar un golpe de Estado. El gobernante socialista se niega a aceptar el ingreso por las fronteras de ayuda estadounidense gestionada por Guaidó, en comida y medicinas, por considerarla la «excusa» para iniciar esa intervención militar.

«La guerra no la tiene Donald Trump, la guerra la tenemos nosotros aquí, los chavistas rojo rojitos que están enchufados robando», expresó Monroy, refiriéndose a los beneficiarios de la corrupción oficial.

Maduro, quien alerta sobre el peligro de «una guerra civil» si fuese derrocado, se ha declarado harto de la corrupción en varios discursos durante los últimos meses.

Monroy le pide pasar de las palabras a los hechos.

«Si tú, que estás en el palacio presidencial de Miraflores, estás obstinado, ¿cómo estará tu pueblo?», manifestó dirigiéndose al mandatario.

No deja de declararse chavista, pero su «guerra» es otra: «Lucho por mis medicinas, lucho por mi comida, lucho contra un Estado indolente (…), burócrata (…), corrupto. Por donde uno se mete, hay corrupción».

Omar Monroy. Foto: Néstor Vivas, AFP.

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