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Morir en lista de espera, la realidad de un paciente oncológico en el país

por Avatar EL NACIONAL WEB

Hace año y medio Mary Array recibió una noticia que transformó su vida en lo que ella define como un calvario: fue diagnosticada con cáncer de mama. Desde ese momento son numerosos los centros de salud a los que ha tenido que acudir para recibir presupuestos, que en su mayoría no puede costear, para tratar su enfermedad.

Para Array el costo de su tratamiento escapa de sus posibilidades económicas debido a que las personas que la ayudaban, su pareja y su hijo mayor, fueron asesinadas. Ante la falta de recursos inscribe su nombre en diversos hospitales públicos donde asegura la lista de espera es más larga que la cantidad de pacientes que tienen capacidad para atender, por lo que sus nombres son olvidados en un papel porque no pueden ser tratados por la falta de operatividad de las máquinas necesarias para el tratamiento.

A pesar de esto, su motor en las caminatas diarias para buscar su tratamiento son sus cinco hijos, quienes se despiden de ella sin saber lo que está pasando realmente con la salud de su mamá. Todos los días debe abandonar su casa ubicada en Araira, más allá de Guatire, en el estado Miranda, para tomar la camioneta que la traslada hacia Caracas y que es testigo de su quiebre emocional al no conseguir la ayuda necesaria para recibir el tratamiento que no obtiene desde hace tres meses.

La mujer de 42 años de edad se llena de valor para escribir cada día cartas destinadas a organizaciones que le puedan ofrecer el capital necesario para recibir la quimioterapia. Sin embargo, el panorama no es alentador en un país donde la Encuesta Nacional de Hospitales expuso que 100% de los servicios de laboratorio, 97% de tomógrafos, 85,5% ecógrafos y 94% de RX de los centros hospitalarios públicos del país se encuentran con servicio intermitente o inoperativos.

Array pudo recibir quimioterapia solo dos meses en el hospital oncológico de El Llanito. Explica que la máquina presentó fallas y el servicio tuvo que ser suspendido.”A mi me dicen que tengo dos carcinomas en la mama izquierda, solo recibí tratamiento en febrero y marzo. Los únicos pacientes que pudieron ser atendidos tenían que pagar, pero para una persona humilde es imposible pagar un precio tan elevado”, expresó..

Para una persona que percibe salario mínimo mensual de 4.500 bolívares es imposible costear un tratamiento con un presupuesto que tienen fecha de caducidad de menos de 30 días.

“Mi doctora me dice que tenía que buscar la manera de pagar el tratamiento por mis propios medios porque no hay ningún centro médico que realice la quimioterapia pública. Empecé a buscar presupuesto, pero todos son elevados porque para una persona humilde aún yo dejando de comer un año y dejando de darle de comer a mis hijos, no puedo pagar una quimioterapia de más de  292.000 bolívares”, expresó Array.

Mary no puede evitar que sus ojos se empañen mientras relata que también redacta más de cinco cartas diarias para entregarlas a empresas privadas con la esperanza de recibir una aprobación y volver a recibir atención médica. Sin embargo, no ha recibido la ayuda.

Cambio radical

Mary acudió al centro médico La Floresta a una consulta sin cita previa. “El doctor se ofreció a atenderme, no me cobró la consulta porque yo le dije que yo quería vivir, que mis cinco chamos dependen de mí, que no los podía dejar porque ya habían perdido a su padre y a su hermano mayor”.

El detonante de su enfermedad, asegura ella, fue perder a su esposo y hijo mayor el mismo día dentro de su propia casa a manos de funcionarios del Estado. Relata que en su hogar existe un estacionamiento muy amplio por lo que se dedicaba a alquilar puestos como un servicio a personas que no poseen el espacio para guardar sus vehículos.

“Un día llegan funcionarios de la Cicpc a mi casa preguntando por una camioneta que estaba solicitada y que estaba en mi estacionamiento. Yo les dije que conocía al dueño del carro y que podía llevarlos hasta él. Pero en ese momento dejaron a mi pareja y a mi hijos atados boca abajo dentro de mi casa mientras que yo me iba con los policías a buscar al dueño, cuando volví no querían dejarme entrar a la casa. Los habían asesinado”, dijo.

Mary cayó en depresión y tiempo después fue diagnosticada con cáncer. Al momento de ser operada en agosto pasado indicó que tuvo que comprar la sutura y la anestesia porque en los hospitales no hay insumos.

“Lamentablemente, la realidad es que si a un funcionario del gobierno se les enferma un familiar no lo van a llevar al hospital de El Llanito, o el hospital Luis Razetti ni al Padre Machado, entonces si la salud es tan buena por qué no acuden a los centros de salud, ojalá ellos vieran lo que una persona padece en cualquiera centro de salud pública del país”.

Ella no puede evitar que su voz se quiebre mientras explica cada oración en la que recuerda a su pareja y a su hijo. Explicó que el día después del suceso, sus hijos solo esperaban que su madre se levantara para seguir adelante. Mary solo tiene una petición: que la ayuden a vivir por los hijos que tiene en casa, que la esperan cada día con la esperanza de algún sanar, y decir que venció en la batalla para no morir en una lista de espera.