Adonde quiera que me encuentre; sea cual sea el tema de la reunión en la que estoy participando, en las conversaciones de carácter informal con personas exiladas o emigradas, el tema de El Nacional resulta inevitable y recurrente. Adonde vaya, ya sean venezolanos o personas de otros países, me preguntan por el periódico, por sus trabajadores y por sus periodistas.
La pregunta no solo se refiere al presente, sino al futuro inmediato. Si alguien me interroga por qué se repite, de forma específica, la pregunta por El Nacional, tengo que contestar: porque estamos posicionados como la principal ventana para seguir lo que ocurre en Venezuela. Somos el medio de comunicación, la marca que lleva el pulso del país. Somos, y esto es mucho más importante de lo que se percibe en el día a día, el más significativo termómetro de la realidad venezolana.
Paradójicamente, a medida que la crisis económica, social y política se ha extendido y profundizado, la significación de El Nacional se ha potenciado. La vastedad de la crisis, hay que reconocerlo, nos ha afectado como a muchas otras organizaciones. Se han hecho los más variados esfuerzos por destruirnos en lo moral, en lo económico, en lo legal, en lo fiscal y en nuestra reputación. No hay arma que no hayan usado en nuestra contra. El poder ha llegado al extremo de pagarle a unos vándalos para que lleguen hasta la puerta de nuestra sede, nos insulten y nos lancen excrementos.
En los últimos diez años, en Venezuela han cerrado sus puertas más de 7.000 empresas. De ellas, más de 150 eran medios de comunicación que tenían más de 5 años en el mercado. Se nos ha perseguido, se nos ha acorralado, se nos ha empobrecido, pero a pesar de todos los problemas, gracias a ustedes, hemos logrado mantener nuestras puertas abiertas.
Cierto es que son muchos los héroes de este logro. Pero son los periodistas, los reporteros gráficos, los editores, los jefes y coordinadores, los que, a fin de cuentas, han provisto el insumo esencial, la materia que nos ha permitido fortalecer nuestro liderazgo en tiempos de tantas dificultades.
Este mensaje no tiene un afán retórico. No lo digo solo porque hace dos días se haya celebrado el Día del Periodista. Lo digo porque los periodistas de El Nacional lo merecen. Porque han venido haciendo un trabajo que ha exigido sortear, a diario, muchos obstáculos. Porque han demostrado un compromiso con su oficio y con la sociedad venezolana.
No solo quiero agradecerles en mi nombre, sino en nombre de los lectores, en nombre de la gente que me pregunta, en nombre de los millones de personas que siguen a través de El Nacional los hechos del país y que me dicen: Gracias por no haber declinado, por seguir aquí, por esa gran faena diaria que nos permite tomar el pulso a la realidad venezolana.
Muchas gracias a todos.