El olvido ensombrece los días en Machiques. En este centro poblado del occidente del país los adultos mayores asisten, bajo un sol severo y por más de ocho días, a las instituciones bancarias del Estado para cobrar la pensión, derecho adquirido después de tantos años de trabajo.
“No hay línea”, es lo único que dice un papel pegado en la puerta de vidrio de uno de los bancos estatales, ubicado en el centro de Machiques, estado Zulia. El vigilante permanece dentro y cuando se acerca a la entrada, no ofrece mayor información, se limita a señalar hacia el papel.
Al mismo tiempo, más de quince ancianos esperan sentados en las afueras del banco, creando una escena que para los habitantes del lugar se convirtió en una constante.
En sus rostros no hay enfado, sobre sus parpados se dibuja el cansancio y la resignación del tiempo que llevan siendo ignorados. “Van ocho días sin línea”, dijo una de las señoras que llegó al banco para retirar su pensión y que también habló sobre cómo los vigilantes y las cajeras se han aprovechado de la necesidad.
“Hay unos vigilantes que dicen que llenemos un voucher por Bs. 50.000 para que podamos pasar a cobrar. Ellos están confabulados con las cajeras”, afirmó.
Mientras la señora se mantenía de pie cerca de la entrada, un hombre joven salió de la entidad financiera con un portadocumentos bajo el brazo y se subió en una camioneta 4×4.
“A ese le dicen ‘el cuervo’, yo lo conocí cuando no tenía nada. Ahora es dueño de unas tierras, pero si le dicen así imagínate por qué será”, contó.
Uno de los ancianos que tenía cuatro días seguidos yendo al banco, se dispuso a marcharse del lugar. “Yo creo que algo están haciendo con nuestro dinero”, dijo después de que otro de los llamados “hacendados”, término con el que identifican a los ciudadanos con camionetas y buena vestimenta, entrara al banco sin ningún inconveniente.
“Para los hacendados sí hay dinero, para nosotros no”, replicó la señora de forma inmediata.
Adultos mayores acuden desde tempranas horas a los bancos públicos para retirar sus pensiones (Foto: Iván Montoya)
A unas cuadras de distancia, varios ciudadanos aguardan bajo un techo lleno de goteras en otra entidad del Estado para poder realizar sus transacciones financieras. Su espera también se hace larga, allí tampoco “hay línea”.
Un par de personas siguen a una de las trabajadoras para hacerle unas preguntas. Los intentos son fallidos y no reciben ni una mirada como respuesta. La mujer sale y se acerca a la cola de los cuatro cajeros automáticos, donde solo uno tiene el monitor encendido, para pedir orden y anunciar que en minutos funcionará el cajero.
“A ver si funciona”, dijo una de las señoras que tenía más de una hora en la cola, en medio de un viento que no sopla, para poder retirar Bs. 10.000, los cuales alcanzan para pagar dos pasajes interurbanos en Machiques, que tienen un costo de Bs. 4.000.
Por esta situación, muchos han tenido que recurrir a la compra de efectivo, mediante una transferencia bancaria con un interés de ganancia al dueño del dinero, que oscila entre 120% y 160%.
La mañana avanza y se mantiene en muchos rostros la incertidumbre de si será otra cola en vano. Bajo un sol que cada vez se intensifica por la proximidad del mediodía, los adultos mayores continúan en la espera.
Algunos se despiden con un “nos vemos mañana” marcado por la sentencia de seguir aguardando al día en el que los atiendan, situación que se repite una y otra vez con el paso de cada mes.
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