Segundo Galué, un hombre de 106 años que murió por un crítico cuadro de desnutrición en Altos del Milagro Norte, una localidad de Maracaibo, en el estado Zulia, fue enterrado en un ataúd elaborado con las tablas que sus familiares consiguieron de un escaparate viejo que con la ayuda de un vecino carpintero, lograron adecuar a la nueva función.
La funeraria de la localidad donde vivía Galué le estaba cobrando 500 dólares a los familiares por los gastos fúnebres. “Era demasiado dinero. Si no teníamos para comprar comida menos íbamos a tener para pagar todo eso”, dijo Taris Sulbarán, una de sus nietas.
Para el entierro pidieron una fosa prestada y la sellaron con yeso. Su caso se suma a la lista de personas que han muerto por desnutrición dado el difícil acceso a los alimentos. Los altos precios de la comida resultan imposibles de costear para un alto porcentaje de la población venezolana.
Galué solía caminar con frecuencia, pero los embates de la crisis deterioraron su salud progresivamente hasta que falleció en la misma cama donde había caído hacía más de un año.
Solo comía una sola vez al día. “A cada ratico pedía comida, pero, ¿qué le podíamos dar nosotros si no teníamos nada? Una sola comida es lo que comemos”, manifestó Sulbarán.
En el hogar viven 12 personas y los ingresos económicos de quienes trabajan son insuficientes para cubrir los gastos que garantizarían las tres comidas diarias. “Si desayunamos no almorzamos, si almorzamos no cenamos”, afirmó la nieta.
Desde noviembre de 2018, la numerosa familia no recibe las cajas de comida vendidas a precios subsidiados a través del Comité Local de Abastecimiento y Producción. Tampoco recibe ayuda de la Gobernación del Zulia ni del Estado venezolano.
Con suerte, Galué comía arroz con huevo, mortadela o queso, o arroz solo; otras veces solo consumía tubérculos sin ningún tipo de acompañante.
La alta comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, señaló en su informe presentado el 5 de julio que el régimen de Nicolás Maduro viola el derecho a la alimentación de los venezolanos.
Indicó que el programa del CLAP no cubre las necesidades nutricionales elementales para garantizar la salud alimentaria de los ciudadanos.
Galué era pensionado, pero los 40.000 bolívares que recibía del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales no solucionaban nada. Apenas podía comprar una que otra vitamina.
La nieta señaló que 1 kilo de arroz lo venden en la localidad a 16.000 bolívares, casi la mitad del salario mínimo establecido. A toda esta situación de precariedad se le suma la deficiencia en los servicios públicos que también padece el hogar de los Galué.
En la casa pasan hasta 20 días sin agua, hecho que dificultaba la higiene del abuelo, a quien solían bañar porque los pañales que le ponían tampoco eran constantes por sus altos precios.
Un estudio realizado por la firma Consultores 21, correspondiente al primer trimestre de 2019, reveló que 92% de los hogares venezolanos se encuentra en situación de inseguridad alimentaria.
De acuerdo con el estudio, el estado Zulia, también afectado por los cortes eléctricos, presentó la situación alimentaria más precaria con 100%. Precisó que 70% de los venezolanos que vive en muy baja seguridad en materia de alimentos no recibe el beneficio de las cajas del CLAP.
@Luisdejesus_
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