El Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), a 59 años de su fundación, muestra un panorama desolador jamás visto. Los científicos que dedicaron tantas horas de vida a cada uno de sus experimentos hoy realizan grandes esfuerzos para graduar a jóvenes en ciencias.
El financiamiento que entrega el gobierno al IVIC alcanza solo para pagar la nómina, aseveraron profesores titulares en exclusiva a El Nacional Web. Los laboratorios tienen tres años que no reciben insumos y los gastos diarios ascienden a millones de bolívares.
“Hemos ayudado a nuestros estudiantes para que terminen sus tesis con lo que nos queda de reserva en los laboratorios. Se trata de no disminuir la calidad de los estudios que se hacen y que el alumno pueda obtener su título”, dijo Reinaldo Marín, investigador titular del IVIC del Centro de Biofísica, Física y Bioquímica.
Investigadores del IVIC / Foto Barbara Redondo
En la última graduación del instituto egresaron 25 profesionales. Advierten que cada vez serán menos, pues muchas veces hay que esperar un año y seis meses por un reactivo o una pieza para reparar un equipo y realizar el experimento con el que aprueben sus proyectos.
El doctor Marín explicó que su laboratorio estaba conformado por ocho estudiantes y actualmente solo quedan dos, pertenecientes al área de Biología de la reproducción humana. El resto de los jóvenes están en Chile, Alemania, España, Inglaterra y Argentina.
Se niegan a abandonar espacios
“El IVIC siempre fue un sitio privilegiado para hacer investigación. Teníamos una buena biblioteca y laboratorios bien equipados”, aseveró Flor Pujol, investigadora titular del Centro de Microbiología y Biología Celular.
80% de las investigaciones están paralizadas. Algunos grupos de trabajos se mantienen porque reciben financiamiento internacional. “Todos los laboratorios dan dolor”, expresó Pujol.
Foto archivo histórico / Alexandra Blanco
Hacer ciencia en el IVIC “es un acto heroico”. Basta con recorrer las instalaciones para apreciar la soledad que retumba en los pasillos y laboratorios. En el comedor ocurre todo lo contrario: los trabajadores hacen largas colas para recibir un plato de comida en vista de la escasez y altos precios de los alimentos.
Los investigadores coinciden al decir que antes existía una competencia sana por alcanzar la excelencia y publicar en las mejores revistas especializadas de ciencia. El IVIC gozaba de gran prestigio en el exterior. Ahora recopilan los resultados de las investigaciones acumuladas para publicarlas en el futuro.
“Existe un compromiso con la generación de relevo, por lo que no se pueden dejar los espacios vacíos. Nosotros seguimos una lucha por preservar lo poco que queda de los valores académicos de la institución”, afirmó la titular del Centro de Microbiología y Biología Celular.
Llamados de alerta
María Luisa Izaguirre, co-canciller de la Academia de Ciencias de América Latina, recordó que cuando expropiaron a la empresa Agroisleña -actualmente llamada Agropatria- el gremio se pronunció acerca de la importancia de contar con semillas certificadas que garantizaran al agricultor la productividad de la cosecha.
“Las papas que vemos en mal estado se debe a que ya no hay laboratorios que certifiquen que la semilla es perfecta”, señaló.
Foto archivo histórico / Antonio Rodríguez
Izaguirre reflexiona sobre la situación al decir que “los países son ricos porque hacen ciencia, no hacen ciencia porque son ricos”.
Confían en que la ciencia tiene la capacidad de cambiar la realidad del país, por esta razón continúan en los laboratorios realizando experimentos que les permitan encontrar la cura a una enfermedad, descubrir el origen de una patología o elaborar un producto que pueda servir a la comunidad.
Equipos e insumos
Los científicos han tenido que rechazar donaciones desde el extranjero porque, de acuerdo con lo establecido en la ley, para ingresar un equipo al país tienen que pagar aranceles de hasta 20% del valor total, dinero del cual no disponen.
El Estado les ha dicho que importará reactivos de china, pero no están de acuerdo. “Los reactivos de Bioquímica y Biofísica no tienen nada que ver con los de Microbiología.
Aproximadamente en 2011, mediante la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti), el gobierno otorgó grandes cantidades de dinero, pero la selección de los proyectos en los que se gastó no fue con base en las exigencias académicas.
Es poco el dinero que se invirtió en investigación científica, se le entregó a cultores de ciencia o facilitadores. Aunque se crearon infocentros esa “no es una actividad científica”, recalcó Pujol.
El investigador Reinaldo Marín explica que en la investigación científica tiene la finalidad de descubrir una patología o el efecto de un producto, mientras que un infocentro es un espacio al que asisten los ciudadanos en busca de información. #Eso es bueno para la educación pero no es inversión en ciencia”, sentenció.
Retroceso histórico
En el área de la salud, los profesores aseguran que la minería ilegal contribuyó a que reapareciera la malaria, porque los mineros pernotan en hamacas: exponiéndose a un contacto directo con los mosquitos y propagando la enfermedad a los estados con mayor concentración de población.
Venezuela aporta la mitad de los casos de malaria de Latinoamérica, lo que significa un retroceso histórico. A mediados del siglo pasado fue erradicada gracias al trabajo realizado por el médico Arnoldo Gabaldón, quien se encargó de crear el servicio de malariología, actualmente desmantelado.
Aunque Venezuela fue un país pionero en la prevención de la malaria, está sumida a la enfermedad por los parásitos que la transmiten. En los últimos años aumentó la cantidad de personas diagnosticadas, principalmente en los estados Bolívar y Amazonas.
Las políticas del gobierno nacional también afectaron a la Compañía Anónima Química, Biotecnología al Servicio Social (Quimbiotec), que se encargaba de producir y comercializar albúmina humana e inmunoglobulina y factores de coagulación, imprescindibles para ciertos tratamientos.
La estatal Quimbiotec era la única empresa que se dedicaba a este rubro en el país y paralizó su producción debido a la falta de insumos y la demora por parte del gobierno para liquidar las divisas.
Del IVIC de antes solo quedan los recuerdos de quienes hicieron historia con el pasar de los años. La esperanza de volver a hacer ciencia aguarda en los pasillos del instituto mientras este es desmantelado.