A la sombra de árboles envejecidos, unos 80 miembros de la comunidad indígena yukpa, de nacionalidad venezolana, pasan sus días sentados en retazos de cajas y chinchorros desvencijados, en la redoma aledaña al terminal de transportes de Cúcuta, donde llegaron desde hace cuatro meses a ofrecer sus artesanías.
Estos habitantes de la serranía del Perijá, del estado Zulia, abandonaron sus feudos en la selva de la cordillera de los Andes para engrosar las filas del fenómeno migratorio que gravita en esta región fronteriza, mientras completan la venta de sus productos, elaborados con las fibras extraídas de la palma de moriche, para emprender su camino de regreso.
La permanencia en suelo colombiano no ha sido fácil para estas poblaciones étnicas porque soportan condiciones de extremo abandono, en una zona de la capital nortesantandereana que es asediada por bandas de atracadores y expendedores de droga.
“Vivimos rodeados de necesidades. Tenemos hambre y nadie puede venir a ofrecernos una mano. A veces, vienen algunos colombianos o venezolanos a quitarnos lo poco que nos trajimos de Venezuela, incluso nos han ofrecido droga. Cuando los enfrentamos, ellos nos amenazan o nos agranden y cuando contamos estas situaciones a la policía, no hacen nada”, relató María González, una joven de 23 años.
Hasta este cruce de calles que conforma la morada de los yukpas llegó una comisión de la Alcaldía de Cúcuta para permitir el comercio informal de sus artículos. Pero, los incesantes hechos de inseguridad han ocasionado un desplome de sus ventas.
“A veces conseguimos dinero para dormir en una residencia. Pagamos entre 12.000 o 15.000 pesos, pero nuestra situación no es la mejor. Cuando no tenemos más dinero, debemos dormir en el piso (…), explica Efraín Hernández.
Según Migración Colombia, el tránsito en zona de frontera que realizan estos grupos étnicos se podría considerar de tipo pendular, porque su paso en el país obedece a una temporalidad que ellos mismos establecen según sus necesidades. En lo corrido de este año, la entidad ha reportado el ingreso y salida de 632.673 ciudadanos que han cruzado el límite entre Colombia y Venezuela bajo esta condición de transpirabilidad.
Aunque esta situación es desconocida por la Defensoría del Pueblo, funcionarios de la Cancillería se encuentran adelantando un monitoreo con algunas entidades para revisar su estatus migratorio y activar los protocolos de atención, desde varios frentes, para atender este foco de pernoctación nocturna de los 40 que han registrado las autoridades fronterizas en Cúcuta.