En una casa ubicada en San Bernardino corría el año 1996 y, de la mano de Erika Spillmann y su padre, el doctor suizo Rupert Spillmann, se comenzaron a hacer realidad los sueños de cientos de niños que vivían en las calles de Venezuela. Una demostración de que sí se puede mejorar su calidad de vida a pesar de que se encuentren en el abandono.
El Consejo de Protección de Niños, Niñas o Adolescentes o por disposición de la Ley Orgánica de Protección de Niños y Adolescentes (Lopna) los remiten a la casa Hogar Bambi y, luego del ingreso, se encargan de corregir con ayuda psicológica o pediátrica cualquier adicción o problema conductual que presente el niño o adolescente.
En una entrevista exclusiva para El Nacional Web, la docente Karelys Flores indicó que el proceso de reinserción en las familias se da a través de un programa de visitas.
“Nosotros los pautamos a una hora en específico y durante ese tiempo les ofrecemos ayuda psicológica”, aseveró.
Aquella iniciativa que ya cumplió 21 años se ha convertido en una asociación civil. De una casa en 1996, pasaron a cuatro en 2017 y albergan a más de 100 niños y jóvenes, desde recién nacidos hasta adolescentes de 18 años de edad.
“Tenemos Bambi enlace para niños pequeños, Bambi II para niños en edad de infantes, Bambi III para niños escolarizados y Bambi IV que se abrió el año pasado y es solo para niñas”.
La fundación se sustenta por una gran cantidad de empresas privadas con las que han realizado varios convenios. Flores sostiene que a pesar de la crisis que se vive en el país, han logrado que los niños se mantengan en buen estado de salud.
“Nosotros sobrevivimos gracias a convenios con empresas y las donaciones que nos hace todo aquel que quiera colaborar. Ese dinero lo administramos muy bien”, dijo.
En el caso de los adolescentes que estén próximos a cumplir 18 años de edad, Flores explicó que tienen convenios con distintas bolsas de empleo y, muchas veces, las empresas que les envían ayudas y alimentos les ofrecen vacantes para los jóvenes.
La casa Hogar Bambi es el reflejo de muchas de las instituciones venezolanas que trabajan en pro de un mejor país, a pesar de las adversidades. La sonrisa de los niños y su inocencia, son reflejo del amor y cuidado que ahí reciben.