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Centros de Detención Preventiva: el ejemplo de la mala administración

Hacinamiento, torturas y aislamiento son algunas consecuencias del decadente estado en el que se encuentra el sistema penitenciario del país

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“Fui víctima de tortura psicológica”, fue lo primero que recordó Demian Martin al pensar en sus 61 días de reclusión en los Centros de Detención Preventiva (CDP).

Antes de ser presentado al tribunal correspondiente, Demian estuvo detenido en dos centros distintos y uno más luego de ser procesado. En estos centros recibió tratos crueles y golpes de los funcionarios policiales, pero calificó a la presión psicológica como la peor de las torturas.

“Nos decían cosas terribles, como que no volveríamos a ver el sol, que sabían quiénes eran nuestros familiares. Nos dijeron que nos despidiéramos de la vida que conocíamos”, explicó Demian.

Los CDP son sitios de reclusión acondicionados para albergar a la población detenida en las calles por los funcionarios de seguridad. De acuerdo con el Código Orgánico Procesal Penal, el período máximo de un recluso en estos centros es de 48 horas. Sin embargo, el precario sistema carcelario obliga a los detenidos a permanecer ahí por tiempo indefinido. Esto trae como consecuencia altos índices de hacinamiento y pésimas condiciones de vida durante el encierro.

“Estuve recluido en la sede del Cicpc (Cuerpo de Investigaciones Cientificas, Penales y Criminalísticas) en Parque Carabobo durante una noche, luego me trasladaron a la sede BAE (Brigada de Acciones Especiales) en San Agustín, ahí pasé tres días incomunicado. Por último, me llevaron a Polichacao, donde estuve detenido 61 días en total”, explicó Demian.

Otro agravante de la crisis es que el entrenamiento policial no incluye la instrucción como custodio, por lo que los funcionarios desconocen cómo ofrecer un trato adecuado a los detenidos.

Demian, quien fue detenido el 12 de febrero de 2014 durante una protesta antigubernamental, comentó que en su primer día lo obligaron a permanecer esposado y arrodillado viendo hacia una pared, mientras varios de sus compañeros eran brutalmente golpeados por las autoridades del Cicpc. “Algunos fueron torturados”, dijo.

Foto: Angélica Lugo

Aunque la detención de Demian fue hace 4 años, las condiciones actuales de los CDP empeoraron.

Diariamente, los cuerpos policiales ingresan más personas en pequeños espacios en los que no se les provee comida, agua o las condiciones mínimas de higiene y salud. El hacinamiento crece de forma exponencial y los reclusos pagan las consecuencias.

¿Derechos humanos en los CDP?

“Sin duda mis derechos humanos se violentaron durante la detención”, respondió Demian en una entrevista para El Nacional Web.

La falta de servicios básicos y de alimentos, junto con los registros de torturas, tratos inhumanos, condiciones de aislamiento y desapariciones, evidencian que dentro de los centros policiales, los derechos humanos son un mito.

Un estudio realizado por Una Ventana a la Libertad (UVL) muestra que la mayoría de los CDP no tienen área de servicio médico ni comedor, asimismo, las instalaciones pocas veces tienen buena ventilación e iluminación.

En cuanto a las necesidades de los reclusos, los familiares son los que se encargan de proveer toda la comida, el agua y las medicinas necesarias, es decir, el que no tiene familia no come.

El estudio de UVL contabilizó 163 muertes en los CDP durante el primer semestre de 2018, la mayoría de ellas por motines, como el ocurrido en la Comandancia de Policarabobo, seguidas de muertes por tuberculosis, fugas, falta de atención médica y desnutrición.

El número de fallecidos resulta alarmante con respecto al año anterior, en el que la ONG registró 27 muertes.

¿Quién tiene la culpa?

El abogado Carlos Nieto, coordinador de UVL, explicó que la razón del colapso del sistema se remonta al 3 de agosto de 2011, cuando Iris Varela, ministra para el Servicio Penitenciario, suspendió el ingreso a centros penitenciarios de nuevos privados de libertad.

Este decreto establece que todos los ingresos deben ser autorizados por el ministerio, que puede tardar años en dar respuesta a una solicitud.

“Ante esta situación los funcionarios tienen dos opciones: o no detienen a nadie porque no hay donde meterlos o si detienen, los tienen en condiciones de hacinamiento”, explicó Nieto.

Demian contó que durante su detención pasó tres días encerrado en una celda de 4×2 junto con otras 16 personas.

Para la fecha, el porcentaje de hacinamiento en algunos CDP supera el 460%. Lugares con capacidad para 60 reclusos albergan 280, ante la imposibilidad de ingresarlos en las cárceles correspondientes.

Los Centros de Detención Preventiva se volvieron un sistema carcelario paralelo al oficial ante la mala administración ministerial. Los privados de libertad no gozan de ningún tipo de garantías y sus derechos se violentan en todas las formas posibles.

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