Muchos coinciden en que Caracas no sería igual sin El Ávila. Incluso algunos lo definen como el pulmón y guardián de la ciudad y, para otros, sirve como el analgésico que alivia la apabullante realidad.
Su nombre también ha protagonizado cualquier infinidad de canciones, libros, poemas y cuadros; y no menos importante, a finales del siglo XVIII los europeos Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland recorrieron sus senderos para estudiar la inmensidad de su vegetación. Una vegetación que, con tan solo horas de trayecto, puede pasar de altos árboles a falsos frailejones.
Con el propósito de enseñar y compartir estos escenarios, nació en 2014 Acamparavila, una organización de guías ecologistas que realiza recorridos, tanto ida y vuelta como acampadas, en el Parque Nacional El Ávila.
“Fue una iniciativa de un grupo de amigos que, de tanto recorrer la montaña, empezó a ver una falta de sentido de pertenencia en temas de preservación. Quisimos generar una ventana para educar al participante dentro del parque, haciendo énfasis en las normativas”, dijo Dorian Banezca, director de Acamparavila, a El Nacional Web.
Con el fin de promover el valor histórico y natural, Banezca contó que tienen más de 10 rutas establecidas en el parque, así como recorridos a lugares como Roraima, Costa Verde y Yaracuy, bajo la modalidad de Acamparavila Plus.
Entre la brisa de los árboles y el canto de las aves que se pueden encontrar en Sabas Nieves, Banezca aseguró que “nadie cuida lo que no conoce”, por lo que han desarrollado en sus rutas un esquema seguro, ecológico e informativo para motivar la visita al parque.
El orgullo se refleja en su rostro cuando dice que han contado con más de 3.000 participantes a lo largo de estos años, pero más allá de su lugar de trabajo, Banezca reitera que para él, El Ávila es “el corazón de Caracas”.
“La montaña aparte de oxigenar a la ciudad y de darle recursos hídricos, también es un espacio de recreación y esparcimiento que necesita el caraqueño para reencontrarse consigo mismo”, expresó.
Para aumentar el sentido de pertenencia, Banezca explicó que los 13 guías que conforman Acamparavila están atentos para enseñar al participante la naturaleza que lo rodea porque, a su juicio, “no es un recorrido para llegar a un lugar, es una ruta para aprender y conectarse con el lugar”.
El canto de las aves se sigue escuchando. Algunas se posan sobre las ramas y basta tomar diez minutos, para encontrar más de tres especies en un mismo lugar. Aquel guardián de la ciudad, por los que millones de personas han transitado, guarda sin recelo un vasto patrimonio natural.
Para conocer los recorridos puede visitar sus redes sociales con el nombre de @acamparavila o escribirles un correo electrónico a acamparavila@gmail.com